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François Rabelais (1483-1553)

Enviado por   •  10 de Febrero de 2021  •  Trabajos  •  2.601 Palabras (11 Páginas)  •  398 Visitas

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François Rabelais

(1483-1553)

Nació en Chinon Turena (Francia). Su fecha de nacimiento es incierta, ya que al inicio de su obra Pantagruel lo sitúa en 1483, otros en 1494 y 1495. Lo cierto es que nace en medio de situaciones históricas trascendentes, como el nacimiento de Martín Lutero. Mientras que el rey Carlos VIII invade Italia en 1494, iniciando un período de sesenta y cinco años de guerras, situación que se verá reflejada a lo largo de toda su obra.

Se ordenó de fraile franciscano en Fontenay-le-Comte, pero abandonó la orden porque le confiscaron sus libros de griego y regreso con los benedictinos. Ya ordenado sacerdote secular se inscribió en la Universidad de Montpellier, donde se graduó primero como licenciado en medicina después como doctor.

Considerado uno de los máximos escritores franceses del siglo XVI, Rabelais, aunque sin ninguna experiencia pedagógica, tiene el mérito de combatir de forma humorística y a veces grosera la educación libresca, formalista, pedante y memorista de su tiempo. Preconiza el estudio de las ciencias, no en los libros, sino en la naturaleza y los hechos, y acentúa el valor integral de la educación.

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SOBRE LA EDUCACIÓN

Muy distinto es el espíritu de Rabelais que, bajo forma caprichosa y original, bosquejó un sistema completo de educación. Algunas páginas graves y serias, diseminadas entre las épicas travesuras de su obra burlesca, le dan derecho de figurar en primer término entre las personas que reformaron el arte de disciplinar y de desarrollar las almas humanas.

La pedagogía de Rabelais es la primera aparición de lo que puede llamarse el realismo en la instrucción, por oposición al formalismo escolástico. El autor de Gargantua dirige el espíritu del joven hacia objetos verdaderamente dignos de ocuparlo; entrevé el porvenir que espera a la educación científica, al estudio de la naturaleza, y convida al espíritu, no á las sutilezas laboriosas, á los complicados artificios que la escolástica había puesto de moda, sino á rudos esfuerzos, á una vasta expansión de la naturaleza humana.

Crítica de la educación antigua : Gargantúa y Eudemon. El talento satírico de Rabelais hallo, en las costumbres del siglo XVI, mil ocasiones de esparcimiento y su libro puede considerarse como una colección de libelos. Pero nada persiguió con tantos sarcasmos, como la educación de aquella época.

Gargantúa, al principio, se educa según los métodos escolásticos; trabaja con ardor durante veinte años; aprende tan bien los libros en que estudia que es capaz de recitarlos de memoria desde el principio hasta el fin « y sin embargo, su padre vio que en nada le aprovechaban, y lo que era peor aún, que lo volvían loco, necio, soñador y atontado. >>

 A esa disciplina, ininteligente y artificial, que recarga la memoria; que retiene durante largos años al discípulo sobre libros insípidos; que hace perder al espíritu toda su iniciativa; que lo embrutece en vez de elevarlo, Rabelais opone la educación natural, que recurre á la experiencia y los hechos; que forma al joven no sólo para discusiones de escuela sino para la vida real, para las conversaciones mundanas; y que enriquece, en fin, la inteligencia y adorna la memoria sin sofocar las gracias nativas y la libertad del espíritu.

Eudemon, que en la obra de Rabelais representa al discípulo de los métodos nuevos, sabe pensar con justicia y hablar con facilidad; presentase sin audacia, pero con confianza. Cuando se le pone frente a Gargantúa, vuélvase hacia él, « la gorra en la mano, franco el rostro, encendidos los labios, la mirada tranquila, y con juvenil modestia » lo cumplimenta elegante y graciosamente. A cuánto le dice Eudemon de amable, Gargantúa no halla qué contestar: «Todo lo que hizo fue echarse a llorar como un becerro, y se escondía con su gorra y no se le pudo sacar una palabra»

Rabelais personifico ingeniosamente en esos dos colegiales tan distintos, dos métodos contrarios de educación: el que, por ejercicios mecánicos de memoria, entumece y embota, y el que, dejando mayor libertad, forma inteligencias vivas, caracteres francos y abiertos.

Nueva educación. Veamos ahora detalladamente como concibe Rabelais esa nueva educación. Después de hacer resaltar los defectos adquiridos por Gargantúa en la escuela de sus primeros maestros, confíalo a un preceptor, á Ponócrates, encargado de corregirlo y cambiarlo, guiándole según sus propios principios.

Ponócrates procede primero con lentitud; considera que «la naturaleza no resiste sin gran violencia los cambios repentinos; estudia y observa a su discípulo, pues quiere juzgar sus disposiciones naturales y luego pone manos a la obra, emprendiendo una modificación general del carácter y del espíritu de Gargantúa, dirigiendo a la vez su educación física, su educación intelectual y su educación moral.

Educación física. La higiene y la gimnasia, la limpieza que conserva el cuerpo y los ejercicios que lo fortalecen; esas dos partes esenciales de la educación física preocupan igualmente á Rabelais. Erasmo pensaba que á nada conduce el lavarse más de una vez al día. Gargantúa, por el contrario, después de sus comidas, baña sus manos y sus ojos en agua fresca. Rabelais no olvida que ha sido médico y no omite el menor detalle relativo a los cuidados del cuerpo, ni aun los más repugnantes. Ya no está en época de creer, como los místicos de la Edad Media, que es lícito alojar la ciencia en un cuerpo grasiento y que una casa sucia o descuidada no sienta mal a las almas virtuosas. Los primeros preceptores de Gargantúa decían que bastaba peinarse «con los cuatro dedos y el pulgar, y que peinarse, lavarse y limpiarse de otro modo, era perder el tiempo en este mundo.» Con Panócrates, reforma Gargantúa sus costumbres y procura parecerse a Eudemon, que «estaba tan cuidado, tan limpio y era tan honesto en su porte que más bien parecía un angelito que un hombre.»

Rabelais concede igual importancia a la gimnasia, al paseo, y a la vida activa y al aire libre. No deja que Gargantúa palidezca y se consuma sobre los libros. Después del estudio, llévale a jugar y la pelota y otros ejercicios suceden a la lectura: «También se ejercitaba el cuerpo, como había ejercitado antes su alma. >> Asimismo, después del estudio de la tarde hasta la hora de cenar, Gargantúa dedica todo su tiempo a ejercicios corporales. Equitación, lucha, natación, toda clase de juegos físicos, la gimnasia bajo todas sus formas, nada hay que Gargantúa deje de hacer para desentumecer sus miembros y fortalecer sus músculos. Aquí, como en otras partes, Rabelais traspasa los límites y busca de propósito la exageración para dar á entender mejor su pensamiento. Necesitaríanse días que tuvieran varias veces veinticuatro horas para que un hombre real pudiera hacer cuanto el autor de Gargantúa exige á su gigante. Aquello es una verdadera orgia de gimnasia que da al cuerpo colosal de su héroe, como desquite del prolongado ascetismo de la Edad Media; pero no olvidemos que, en ésta, como en las demás partes de la obra de Rabelais, la ficción se mezcla sin cesar con la realidad. Rabelais escribe para gigantes a los que es natural pedir esfuerzos gigantescos; y á fin de obtener la idea exacta del autor es preciso reducir á proporciones humanas sus fantásticas exageraciones.

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