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¿ES NECESARIO REFORMAR EL SISTEMA LEGAL Y JUDICIAL PENAL MEXICANO PARA APLICAR LA PENA DE MUERTE?

Enviado por   •  24 de Octubre de 2017  •  13.104 Palabras (53 Páginas)  •  570 Visitas

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Negación del valor de una vida

Cuando alguien niega el valor de la vida a otra persona, no puede bajo ningún concepto solicitar se respete la propia, ello sin desconocer los derechos intrínsecos del criminal; entre los cuáles, no se encuentra el permiso para que termine con la vida de sus congéneres.

Decremento de delincuencia

Según Marco Antonio López Valdez en su obra La Teoría del Delito, en México pasamos por una época crítica de nula credibilidad, avasallada por la violencia y el crimen, con la subversión absoluta de valores, y en este drama las únicas voces que no han tenido cabida, son las de personas que han sido mutiladas, violadas o marcadas de por vida, así como las de los deudos, familiares conformados por padres, hermanos e hijos, que han perdido a un ser querido en manos de siniestros personajes, que todos sabemos, cuentan con la COMPLICIDAD de jueces y agentes del Ministerio Público; quienes al actuar en forma venal, exoneran a peligrosos delincuentes y, despiadadamente les devuelven la libertad para continuar su carrera criminal. Al saber el maleante que puede cometer crímenes sin recibir castigo, y privar de la vida sin que la suya sea segada, incrementa la impunidad y por ende la delincuencia.

Texto:

La pena de muerte, tema polémico, donde aparentemente se ha impuesto el criterio abolicionista, basado en un supuesto respeto a los derechos humanos, lo que en la práctica, ha producido confusión e impunidad en beneficio de los peores criminales, nauseabundos sujetos que sistemáticamente desprecian la vida de sus semejantes. Los abolicionistas olvidan irresponsablemente los derechos de quienes han sido lacerados, mutilados, traumatizados, y peor aún, a los deudos que han padecido en manos de antropoides, la pérdida irreparable de sus seres queridos.

Los abolicionistas se rasgan las vestiduras aduciendo violaciones, abusos y barbarie, ignorando la cruel actitud del delincuente, quien intencionalmente arrebata la vida de su prójimo.

Para quien secuestra y no asesina, está perfectamente justificada la cadena perpetua; empero para quien mutila, mata a mansalva o comete actos de alta criminalidad, la pena debe estar acorde al daño causado, sólo así habrá equidad y plena justicia. Es aquí donde se impone de manera absoluta la PENA DE MUERTE, esto es, erradicar de la sociedad a los entes cancerígenos.

Un argumento baladí e irresponsable de los abolicionistas, es que la pena de muerte no logra disuadir la comisión de ilícitos, pecan de audaces al aseverar que dicha práctica sólo incrementa los hechos delictivos; ¿de dónde han encontrado ésta información? ¡Vaya modo de tomarle el pelo a crédulos o voluntades manipuladas!. Aún en ese caso, lo cual, no se ha comprobado, insisto, fehacientemente, aplicar la pena de muerte a quien asesina, es un acto extremo, pero no por ello injusto.

pena capital, definición más estricta de lo que es la sanción, esto es, la retribución del mal, hecho en su justo peso y medida .

A favor de la pena de muerte hay sinnúmero de razonamientos sólidos, solo por citar algunos:

1. Establece el medio eficaz, para garantizar la defensa social contra torvos criminales, quienes reclaman ser marginados y expulsados de una sociedad, como cuando se extrae un tumor pérfido del cuerpo humano.

2. Mentes privilegiadas han defendido la aplicación de la pena de muerte, destacan: Sócrates, Platón, Rousseau, Emmanuel Kant, Garófalo, San Agustín, Santo Tomas de Aquino, Lombroso, Hegel, Manzini, Cuello Calón, Edmundo Mezger y recientemente Juan Pablo II, quien en su Encíclica "Evangelio de la Vida" , menciona es factible aplicar la pena de muerte "en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo".

3. La pena de muerte resulta ineludible por ser un reclamo social; si los legisladores están prestos a respetar a sus mandantes, deben proceder con responsabilidad, de lo contrario, estarán siendo falsos representantes populares. La sociedad no busca explicaciones teóricas, sino respuestas concretas de quienes dirigen sus destinos.

4. El Estado está obligado a defender a la sociedad de energúmenos perversos que causan la muerte, o bien, de quienes producen efectos traumáticos irreversibles en sus infortunadas víctimas.

La autoridad tiene el deber y el derecho de promover, conservar y restaurar el orden público; cuenta con el poder necesario para tal fin, por lo tanto, la aplicación de la pena de muerte debe ser ajena a posiciones viscerales, discusiones bizantinas, prejuicios, posturas demagógicas y oportunismos políticos.

5. La pena de muerte es expiatoria para quien la sufre, digna para el legislador que la formula, y correcta para el juez que la aplica; empero los legisladores no deben aprobar la pena capital, insisto, sin la autorización del pueblo, por lo cual, debe considerarse seriamente la realización de un referéndum, o por lo menos una consulta seria, donde la opinión pública sea debidamente valorada y respetada.

6. Cuando alguien niega el valor de la vida a otra persona, no puede bajo ningún concepto solicitar se respete la propia, ello sin desconocer los derechos intrínsecos del criminal; entre los cuáles, no se encuentra el permiso para que termine con la vida de sus congéneres. Lo cierto es, se debe proteger fundamentalmente al sujeto pasivo del delito.

7. La tesis abolicionista de que la pena de muerte es tortura, implica una postura oportunista, son simples planteamientos que no tienen nada en común, sólo la argucia de generar confusión.

8. Repudiar la pena de muerte como principio, nos llevará al extremo de impedir la legítima defensa, el estado de necesidad y otras relevantes causas de justificación. Matar no es grato, pero cuando se presenta la necesidad de salvar bienes de mayor jerarquía, no debe existir ninguna duda; el bienestar y la existencia colectiva constituyen un bien superior, por encima, aún de la vida de ruines energúmenos sociales.

9. En México pasamos por una época crítica de nula credibilidad, avasallada por la violencia y el crimen, con la subversión absoluta de valores, y en este drama las únicas voces que no han tenido cabida, son las de personas que han sido mutiladas, violadas o marcadas de por vida, así como las de los deudos, familiares conformados por padres, hermanos e hijos, que han perdido a un ser querido en manos de siniestros personajes, que todos sabemos, cuentan con la COMPLICIDAD de jueces y agentes

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