EL ESPANTAJO

...

-¡Bueno! -Decía, cuando al venir el alba solía ir a recogerse, después de su ronda nocturna y espantosa-.está bien; no he pillado al ladrón ahora, pero si alguna de estas noches frías y tenebrosas le atrapo, prometo no dejarle ningún hueso en su lugar.

Una noche que, como otras muchas, salió a dar su vuelta por la chacra que es por la granja. Vio dentro de esta un hombre ocupado, según le pareció, en escoger la mejor fruta que tenían.

-¡Pícaro bellaco que es persona astuta y oportunista! -exclamó entre dientes -. Yo veré si te escapas ahora. Es el mismito ño cucho el cojo. ¿por dónde habrá entrado?... ¿vea como elije de la mejorcita ¿no parece que le hubiera costado de su sudor y trabajo? ¡pero yo le preguntare cuantas son cinco! Diciendo esto, pensó en poner en ejecución su premeditado proyecto para lo cual siempre llevaba un lazo en la mano fuerte y grueso; y mientras hacia la armada para que todo saliera bien, se fue arrastrando, poquito a poquito, hacia el ladrón, que parecía no cuidarse porque pensó que todo le iba a salir bien, pues lejos de ocultarse, seguía moviéndose, a vista de su enojado enemigo. Ya este se había aproximado bastante cuando le pareció que el ladrón hacia un movimiento de sorpresa ; y temiendo a que se le escapase y no agarrara al ladrón, lanzo sobre el la armada, y se lanzó corriendo hacia el racho, donde estaba su mujer.

-¡Chepa! ¡chepita! -le grito-. ¡saca el candil, que aquí traigo el ladrón a la vista! ¡ven a ver, mujer, que carita pone a la luz del candil! ¡los más maduritos se estaba escogiendo el picaronazo!

-Aquí está la luz -dijo la mujer, saliendo del rancho, con un candil de sebo en la mano- ¿Cómo le pillaste?

-Con el lazo… le he traído hasta aquí al bellaco que es al astuto, oportunista.

-¡Jesús! ¡Talvez lo has matado al pobrecito! -Exclamo la compasiva mujer-. ¡Mira como no se mueve!

-¿Quién se ha de morir por tan poco? ¡Esto no debe ser más que aturdidora! ¡Para que otra vez se meta a robar mangos!

-Déjame alumbrar -más al acercarse la buena Chepa al ladrón, soltó una estrepitosa carcajada.

-¿Por qué te ríes? -pregunto el marido, aproximándose.

-Mira lo que has hecho, hombre de Dios.

-¿Qué cosa?

-Que has traído al espantajo en lugar del ladrón – contesto ella, sin poder contener su risa.

-¡no digo yo, pues! – exclamo el chacarero, medio avergonzado; por eso lo encontraba tan livianito.

-¡pues esta gracioso! ¡esto es lo que se llama armar al espantajo y espantarse de el!

PAOLA DANITZY ZUÑIGA VAZQUEZ

ESPAÑOL

“2°B” N.L.43

ESCUELA SECUNDARIA TECNICA N°147

GENERAL FELIPE ANGELES RAMIREZ

CICLO 2016 – 2017