Genobundio y Abuveva
Enviado por Antonio • 31 de Enero de 2018 • 1.020 Palabras (5 Páginas) • 521 Visitas
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GENOVEVA: Debo ser inteligente y cambiarle la conciencia.
HECHICERA: Usa bien regalo del hechizo ahora a la vista. Su poder será anulado cuando él no sea un machista.
Se oye la voz de Abundio que llama a Genoveva desde adentro:
ABUNDIO: ¡Genoveva! ¡Genovevaaa!
GENOVEVA: ¡Ahí llega! Debes irte
HECHICERA: Oye antes lo que vine a decirte: que él no sepa que el conjuro solo es algo pasajero; haz que piense que es seguro eterno castigo del cielo.
(Sale la hechicera por la derecha y a continuación entra Abundio por la izquierda.
ABUNDIO: Vino bueno ya te traje. Ahora ponte tú a limpiar.
GENOVEVA: ¡Ni lo sueñes! Soy un hombre y tú me tienes que cuidar. Empieza antes con el suelo, luego ponte a cocinar, que yo te espero aquí sentado…
ABUNDIO: ¿Y no piensas hacer nada?
GENOVEVA: no tolero la insolencia ¿Cómo te atreves a rezongar? No descansara tu conciencia por ponerte con un hombre a comparar.
ABUNDIO: ¡Hombre soy!
GENOVEVA: Ya no lo eres
ABUNDIO: ¿y que crees que puedo hacer?
GENOVEVA: Servirme en todo como antes hacia contigo tu mujer. ¿No querrás que los vecinos te vean desobedecer?
ABUNDIO (pensativo): ¿Y que crean que Genoveva descuida a Abundio? ¡No lo pienses! Eso jamás; mi buen nombre hay que guardar.
GENOVEVA: Debes ser muy convincente. A todos tienes que engañar; la dama fina y complaciente sus gestos debe vigilar.
SE CIERRA EL TELON
NARRADOR
El triste Abundio de esta manera comenzó con su rutina de esposa dócil y sumisa, laboriosa y femenina
FIN DEL SEGUNDO ACTO
TERCER ACTO
GENOVEVA (Bien acomodado en el sillón): ¡Abundio limpia la mesa!
ABUNDIO (Acudiendo rápido a la mesa con trapo): Ya estoy yendo.
GENOVEVA: Acomódame los cojines.
ABUNDIO (retocando la posición de los cojines del sillón de Genoveva): Gustoso lo estoy haciendo.
GENOVEVA: Ahora sírveme vino.
ABUNDIO (Vertiendo vino en una copa): Como un flash lo estoy sirviendo.
ABUNDIO: Triste estoy esposa mía al llegar a comprender lo que antes no sabía que sentía una mujer.
Tarde es para el lamento pues no puedo atrás manchar, y hoy de aquello me arrepiento, si tú me quieres perdonar.
GENOVEVA: Aun no es tarde esposo mío. Bueno es recapacitar, y creo que tú ya has aprendido como debes razonar. Sin embargo hoy te cuento que un brebaje te serví; quise darte un escarmiento y en mujer te convertí.
ABUNDIO (acercándose a Genoveva y cogiéndole la mano): Nada puedo reprocharte ya que h sido un egoísta, y la lección que me enseñaste ha matado en mi al machista. Desde ahora los dos juntos compartiremos las tareas, ¡Y no me des más estos sustos! ¡Por tu madre, Genoveva!
HECHICERA (Entrando por la derecha): Veo que todo se ha arreglado y aquí mi hechizo ¡ha terminado!
NARRADOR
Y de este mágico modo todo volvió a su ser: el al cuerpo de Abundio y Genoveva al de mujer.
Damas y caballeros, niñas y niños: la historia que vine a contar, aunque fue hace algunos siglos, la debemos recordar, y enseñarle a nuestros hijos el valor de la equidad, y ya sean hombres o mujeres reine en ellos la igualdad.
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