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La educación que Perjudica, Disgrega y no Educa

Enviado por   •  1 de Mayo de 2018  •  2.550 Palabras (11 Páginas)  •  262 Visitas

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Secuestros, asaltos, el narcotráfico, la prostitución, el robo de autos, son calificados por delincuentes como “trabajo”. Y a propósito de criminales y delincuentes, en un país que no acepta la pena de muerte, el recurso que tiene el Estado para hacer frente a esta lacra social, es el sistema carcelario, Centros de Recapacitación Social (CERESOS), ya no se dice presos si no internos... Se supone que las cárceles educan; Nuestras cárceles son verdaderas universidades del delito y el crimen. Aceptamos ser engañados una y mil veces para ser que nos gusta ¿Qué tipo de educación nacional hay detrás de estas concepciones aberrantes? ¿Qué ideología? En un país que ha sido siempre el proyecto de una minoría, donde la población es dogmatizada, reprimida, manipulada, devaluada, acondicionada para “obedecer y callar”. Nada de esto es educación.

Un caso de represión, compresión y supresión ha sido la mujer mexicana. L a llamada educación colonial dividió drásticamente a los géneros y dividió a la mujer, en la Nueva España lo femenino era negado, los conquistadores españoles devaluaban a la mujer; las indias resultaron ser parte de su botín y de su paga por su trabajo de conquistar, las indias eran en su práctica propiedad suya e identificaron lo femenino como lo indígena y vieron y trataron a la mujer como el elemento débil, sometido e inferior. Todavía en el siglo XIX “decía una extranjera que jamás había visto a una mujer mexicana con un libro en las manos que no fuera de los rezos”.

La separación tajante de los que mandan y de los que obedecen, no ha proporcionado la educación ni la maduración. Esto es un aspecto de la política, pero de la política que se fusiona con la educación del pueblo: nuestra mala educación. Querámoslo o no, la educación y la política van de la mano, los tropiezos de la una enferman a la otra.

El voluminoso pasado indígena subsistan con geniuda vitalidad, con valor de símbolos sociales, solo tres personajes: La Malinche, Cuauhtémoc y Juan Diego. Cuauhtémoc: figura relevante por su tragedia por una suspicacia del conquistador europeo. Pero los otros dos personajes son de sumisión ante el europeo. La Malinche: Entregada al soldado extranjero y aliada con él y luego obsequiada como una cosa usada a uno de los amigos de Cortes y por otro lado; Juan Diego: Tímido, apocado, sumiso ante el personaje celestial y ante las figuras poderosas del clero español.

A lo largo de 500 años siguió dándose este mutismo en los diversos órdenes de la vida: el hijo ante el padre, el alumno ante el profesor, el feligrés ante el sacerdote, el empleado frente al patrón y el súbdito ante el gobernante. La cultura social mexicana ha sido autoritaria de obedecer y callar “Nacidos son para obedecer y callar, y no para opinar en los altos asuntos del gobierno” intimaban los virreyes a los habitantes de México. Las cosas se tienen que hacer a la manera del jefe (para bien o para mal) sin importar las consecuencias.

En un contexto “los de abajo” es una defensa contra los privilegiados de “los de arriba” un intento en buscar equilibrio entre la omnipotencia del gobernante y la impotencia del gobernado. “La colonia

La indiferencia es, sin duda, el triunfo de una vieja certeza de que los bienes y los goces del mundo no le pertenecen, “Quien ha nacido en una colonia donde las cosas tienen un dueño extranjero termina siendo una interacción destructora”.

No era raro que el mexicano varón o mujer exhiban esta debilidad y se empeñen en causar lastima, como cuando a lo largo y ancho de nuestra patria los vendedores ambulantes esgrimen el poderoso argumento de venta: ¡Por favor cómprame! ¡Hoy no he vendido nada!

Somos una mezcle de coraje, impotencia, resentimiento, vergüenza, confusiones, celos, envidia. Somos en palabras de Juan Rulfo “un rencor vivo”. El lema vital para muchos mexicanos para ser: “Prohibido sobresalir”: Ni yo sobresalgo ni permito que tu sobresalgas, ¡Viva la mediocridad!

SI se diera a las palabras es obvio que la SEP no debería llamarse así, si no SIP (Secretaria de Indoctrinacion Publica). La Confusión de “ellos aprenden”, con “yo enseño” ha sido la clave, y los maestros han sido una figura autoritaria controladora.

Los niños y jóvenes mexicanos no van a la escuela a que afloren sus potencialidades en cuanto a seres humanos desarrollables, si no a ser informados y domesticados, reducidos a la docilidad sumisa y muda. La educación en nuestro país tiende a masificar. El SEN es el instrumento con el que la elite política, que es también la economía, se asegura de que conformen sujetos inhibidos y no ciudadanos libres con una personalidad bien definida críticos y difíciles de manipular. En el presente muchos maestros asimilan los principios de la nueva cultura, entienden el desajuste y el engaño, concientiza entonces la necesidad de cambiar. Pero se topan frente a una muralla de inercias e intereses.

No ha sido desmantelado el sistema de castas de la Nueva España, aquella sociedad rígidamente jerarquizada, donde la discriminación es el pan de cada día, donde los de crema y nata eran los de sangre europea, donde las clases populares apenas aprendían a escribir.

Todavía en 2003 un fuerte sistema de colegios y universidades privadas se pregonan como agentes de la “educación cristiana”. La espina dorsal de la educación en México la forman los colegios y universidades de religiosos. Y también en el discurso campea la “opción preferencial por los pobres”, en la realidad opera la alianza del clero con las clases poderosas.

La retórica de la “educación cristiana” disimula la prosaica realidad: los ricos muy ricos quieren una educación elitista para sus hijos. El criterio por el cual ciertos estudiantes están en la Iberoamericana o la Anáhuac, y otros no están ahí, no es que los primeros sean fervientes católicos o más católicos que los que están en escuelas de gobierno. El motivo real es clasista y económico. Los ricos quieren escuelas de su nivel y exclusivas, así como quieren hoteles, restaurantes, de su nivel y exclusivos. No quieren mezclarse con la plebe.

El clero y sus orígenes, dicen representar el evangelio, lo que hacen es refirmar la supremacía social de los ricos, dedicándose a los hijos de estos en centros elitistas. Este servicio que dan los religiosos es este: el hijo del profesionista rico, del dueño de la fábrica no se revuelvan con el hijo de la mesera, ni con el hijo del barrendero.

Hace medio siglo en Dr. Francisco Gonzales Pineda escribió, a la mayoría de los mexicanos de una manera o de otra se nos ha enseñado, que somos malos, que

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