La gran aventura de los duendes
Enviado por karlo • 20 de Diciembre de 2018 • 2.980 Palabras (12 Páginas) • 440 Visitas
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Como Sandra conocía muy bien el bosque, llevo a la ninfa hasta donde estaban las flores de semillas plateadas y allí comió hasta quedar llena. La ninfa agradecida, prometió ayudarles a encontrar lo que necesitaban. Ella sabía dónde podían encontrar un trébol de cuatro hojas, solo que quedaba muy lejos y se hacía cada vez más tarde, por el momento lo mejor sería descansar para continuar el viaje después de recuperar energía. A la mañana siguiente decidieron emprender su camino hasta el lugar que la ninfa conocía. La ninfa podía volar, pero no sabía cómo llevar a los dos duendes, era muy pequeña para tanto peso. Así que Carl, que era amigo de todos los pájaros azules, les pidió ayuda a dos pájaros que pasaban por el lugar. Sobre de ellos montaron a Sandra y a Carl y la ninfa los guio por un largo camino. Tardaron toda la mañana en llegar hasta donde estaba un sembradío de tréboles. Ahora solo faltaba buscar. Pasearon entre tréboles, viéndolos uno por uno, contando sus hojas sin perder la esperanza de encontrar aunque sea uno. Carl y Sandra resaltaban aún más sus colores entre tantos tréboles verdes: ella amarilla como el sol y el azul como el cielo. Entre más tréboles veían y mas tréboles contaban, menos esperanzas tenían de encontrar al que buscaban. Finalmente su búsqueda dio frutos, debajo de un montón de tréboles grandes encontraron los duendes un pequeño trébol de cuatro hojas, y a su lado dos tréboles más grandes, también de cuatro hojas. Los arrancaron y los guardaron junto a los otros tres, sólo faltaban dos más.
La ninfa que se había encariñado con ellos, decidió acompañarlos en su búsqueda por el Bosque visión. Durante varios días recorrieron todo el bosque de lado a lado sin encontrar ni una pista de dónde encontrar los dos tréboles que les faltaban. Preguntaron a los animalitos, a las personas, a las hadas, a todas las creaturas del bosque sin encontrar respuesta.
Finalmente, de tanto caminar volvieron a la aldea de Sandra. Los duendes de la aldea, ya sabían lo que Sandra y su amigo pretendía, no dejaron de burlarse de ellos por un momento. Sin embargo, los pequeños duendes estaban convencidos y decididos a lograrlo, así que no se dejarían vencer tan fácilmente. Después de todo sólo les faltaban dos tréboles más para lograrlo.
Por esos días se llevaba a cabo en el pueblo la cosecha anual de vegetales para el malvado gigante de la colina. Este gigante obligaba a las aldeas de duendes desde hacía siglos a darles sus cosechas del año , pero a los duendes no les quedaba más que obedecer. El gigante bajaba cada año en época de cosecha para quedarse con todos los productos. El gigante sólo les dejaba lo indispensable para vivir y que así lo pudieran seguir manteniendo.
Un día en que Carl, Sandra y la ninfa platicaban a escondidas con la abuela de Sandra, ésta les contó que en el castillo del gigante se guardaban dos ejemplares de toda la fauna y la flora en el Bosque visión. A Carl se le ocurrió entonces que el gigante debía tener dos tréboles de cuatro hojas y que lo mejor sería ir a buscarlo para poder ser verdes.
A la ninfa y a Sandra les pareció una idea magnifica. La abuela de Sandra en un principio no quería, estaba muy preocupada de que algo les pudiese ocurrir, especialmente a su nieta. Les advirtió que tuvieran mucho cuidado porque si el temible gigante los descubría los guardaría para siempre en su colección. Los duendes y la ninfa tendrían que esperar a que el gigante bajara a recoger las cosechas. Siempre bajaba él personalmente para asegurarse de que los duendes no se quedaran más que con lo indispensable, nada más. Mientras llegaba tan anhelado día, Sandra y sus amigos se preparaban, juntaban provisiones para la escalada a la montaña, se ejercitaban para ser más ágiles y trazaban planos del bosque para tomar en cuenta todas las posibilidades.
Finalmente llegó el día en que ellos subirían a la montaña y bajaría el gigante, debían ser muy rápidos porque él sólo tardaba dos días en recogerlas cosechas. Se despidieron de la abuela y se fueron muy temprano en la mañana sin decirle a nadie de sus planes.
Comenzaron a subir a lo largo de un riachuelo que pasaba junto a la aldea, era un riachuelo muy azul y cuyas aguas entonaban una triste melodía. Se contaba por el bosque que en ese arroyo se bañaba la princesa Melodía hasta que un día extrañamente desapareció y sólo quedo su voz entonando aquella triste canción. Entonces apareció el gigante y el prohibía que cualquier ser se acercara al rio o a su castillo. Había quienes afirmaban que el gigante la había capturado y había empezado con ella su colección de seres vivos.
Por si sí o por si no, casi nadie se atrevía a subir por aquella aldea y menos se acercaban al arroyo. Carl Sandra y la ninfa subían en silencio cuando oyeron unos estruendosos pasos, era el gigante que se acercaba hacia donde ellos estaban. No sabían que hacer, si correr o quedarse, y entonces, como si algo los hubiera empujado, Sandra se escondió bajo las flores, Carl entró al arroyo y se extendió contra el fondo y la ninfa se fue tras una roca que había por allí. El gigante paso de largo. Cuando el gigante se perdió de vista los tres siguieron su camino hacia el castillo de aquel. Llegaron ante una impresionante construcción que se notaba haber sido hermosa muchísimos años atrás, ahora degradado por el tiempo el castillo se veía terrorífico y sin vida. Entraron por un pasadizo del que les había contado la abuela de Sandra y recorrieron viejos y derruidos pasadizos, amplios y estrechos, altos y pequeños, oscuros y luminosos, de todos tipos hasta llegar a lo que parecía ser una sala de trofeos.
Empezaron a investigar en cada uno de los recipientes y jaulas que había. Los animales pedían ayuda. Se acercaron a una planta de colores hermosos, Sandra leyó en voz alta: “Cuidado con la planta del sue.... ni siquiera pudo terminar de leer cuando la plántalos hizo dormir.
Pasaron dos días, se oyeron unos estruendosos pasos, era el gigante, despertaron asustados ante el ruido que el gigante hacía. Tendrían que buscar rápido, no había muchas oportunidades, era ahora o nunca. Se separaron y buscaron hasta que Carl encontró los pequeños tréboles que estaban dentro de una botella. Cuidadosamente lo sacó y justo iba a hablarle a la ninfa y a Sandra cuando el gigante entró.
¿Quién está allí? Aunque no los pueda ver los puedo oler, dijo mientras se acercaba peligrosamente al lugar donde se encontraba Sandra, Sé que son los mismos que me topé cuando bajé al pueblo hace dos días.
¡Ajá, te atrapé! Había encontrado a Sandra y la tomó con sus enormes manos para acercarla a sus ojos
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