Bruma
Enviado por Rimma • 15 de Enero de 2018 • 1.551 Palabras (7 Páginas) • 296 Visitas
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La llegada del trueno desató el pánico que se anidaba en su alma, intentó caminar más rápido, pero las piernas no le respondían, el hueco en su estómago le restaba fuerza, volviendo la ansiedad insoportable. En su mente repasó una lista de posibles lugares donde podía hallarse Carlitos, la tienda, el parque, la casa, ninguno de ellos le pareció demasiado convincente. A pesar de que se hallaba inquieta, la presencia de la niebla comenzó a preocuparle, no hacía falta ser un genio para saber que ese fenómeno no era normal, al llegar a esa conclusión algunos temores de su infancia afloraron desde sus entrañas, trayendo consigo aquel miedo irracional que sentía hacia el Apocalipsis. “¡Tal vez en lugar de los tres días de oscuridad tengamos ésta maldita niebla!” pensó alterada y la idea le provocó un escalofrío.
El viento trajo consigo el sonido de las hojas, agitándose en las ramas de los árboles sembrados en la acera, a pesar de que la visión era muy reducida, consiguió abrirse paso sirviéndose de su memoria que resultaba no estar tan dañada como pensaba.
− ¡Tienes que darte prisa!−dijo una voz en su oído. Coba se estremeció de pies a cabeza, tenía el rostro pálido y sus labios temblaban bajo la capa que servía a modo de bufanda.
− ¿Quién eres? –sus palabras sonaron atropelladas y apenas se entendió lo que decía, sin embargo, la voz susurrante no dio señales de vida. Por segunda ocasión el miedo a lo desconocido se apoderó de ella. Aun así, en medio de su delirio, decidió que el parque era el lugar adecuado, Carlitos debía esperarla ahí cuando cerraron las puertas de la escuela, por fortuna, el sitio se encontraba a unos cincuenta metros de distancia.
Recorrió la calle con la respiración entrecortada, a sus setenta y ocho años no tenía la misma condición física de antaño, con cada paso sentía que le costaba cada vez más trabajo respirar, el sudor frío le escurría por la frente metiéndose entre las pestañas, se limpió con el antebrazo y siguió caminando sin prestar atención a todos esos inconvenientes. El frío había dejado de castigarla, pero la presión a la que se hallaba sometida comenzaba a provocarle una jaqueca, el mundo le daba vueltas, a su alrededor la niebla se revolvía formando rostros grotescos.
− ¡Aléjense! ¡No se me acerquen! –Coba intentó sonar firme, pero el miedo la traicionó, en lugar de eso dejó escapar un gemido.
Los rostros escondidos en la bruma le dedicaron muecas burlonas, sus sonrisas macabras le helaban la sangre, obligándola a usar sus últimas fuerzas para emprender la carrera, en un par de ocasiones estuvo a punto de tropezarse, pero a pesar de sus perseguidores logró llegar al final de la acera.
− ¡No puede ser! ¡Estoy loca! ¡Estoy loca! –el eco de sus gritos se extendió por toda la cuadra, el timbre lastimero hería la sensibilidad de cualquiera y si alguien lo hubiera oído la habría confundido con un fantasma− ¡Carlitos!
Del otro lado se alcanzaba a percibir el perímetro del parque, los juegos para niños se recortaban tras la neblina, donde los columpios se balanceaban de un lado a otro emitiendo un chirrido escalofriante. Carlitos caminaba al filo de la acera, siguiendo la línea amarilla como solía hacer cuando regresaba de la escuela, su expresión sonriente la dejó desconcertada, miró en su dirección, pero no dio señales de reconocerla. El chirrido de las llantas hizo que su corazón se detuviera, Coba sintió que se le escapaba el aliento cuando el auto pasó a toda velocidad frente a ella.
− ¡No! ¡Carlitos! ¡No, mi niño! –su voz se elevó sobre el rugido del motor, Carlitos levantó la vista, justo a tiempo para dar un salto en reversa y así escapar de su trágico destino. El auto pasó de largo sin detenerse a mirar siquiera, las llantas rechinaron dejando su marca en el pavimento, una docena de chispas brotaron debido a la fricción.
Horas más tarde, cuando se encontrara en la comodidad de su casa, el niño permanecería inquieto, recostado sobre la almohada, debatiéndose en la disyuntiva de contarle a sus padres que escuchó la voz de su abuela justo al salir de la escuela. No estaba seguro de que le creyeran, pero necesitaba sacarlo de su pecho, aunque jamás mencionaría nada del parque, sabía que a ellos no les agradaría, pero nunca podría olvidar aquellos gritos, sobretodo porque su abuela llevaba apenas una semana de fallecida.
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