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Niesztche

Enviado por   •  1 de Mayo de 2018  •  2.257 Palabras (10 Páginas)  •  264 Visitas

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The Traveller

Un hombre se vislumbraba sobre el comienzo del oscuro camino, el mismo hombre que cruzó el mar anterior en busca de respuesta, pues los sabios le habían dicho cosas muy diferentes, sin embargo las preguntas, sus propias preguntas, lo aturdían, ya no tenía aquella confianza. Su principal pregunta nadie la pudo contestar, muchos la quisieron conquistar, respuestas más efímeras que su entendimiento. Su principal pregunta ya no era por el ser, tampoco por el mundo, tal vez ni siquiera por la vida, su pregunta era por su nombre. Y cuando sale del oscuro camino del bosque, aquellos campesinos no pudieron ver más que un hombre, un hombre más. Su viejo ropaje mostraban ya signos de un largo recorrido por el mundo, pues ya había pasado muchos años desde que salió de su patria, dejando atrás aquellas dulces praderas, sus seres queridos, y así, parte de su corazón y todo su pasado. Ahora lo que buscaba era encontrar algo que justificara a aquella vida, y a esta también, pero lo que más temía era no poder encontrar ninguno, o peor aún, esa idea que detenía y fijaba su mirar, que no haya ninguno.

- ¿Ustedes son hijos de esta tierra? - pregunto el viajero, con su gris manta que lo envolvía hasta la cabeza, sus oscuros ojos parecieron iluminársele con un haz de juventud, aunque la verdad, imposible era predecir su verdadera edad, ahora su tiempo lo marca el mundo y sus caminos.

- Si, nuestra vida le pertenece a esta patria, esta es mi tierra. – respondió uno de los labradores, los años del arduo trabajo en su cara dejan sus huellas.

- ¿Tuya? Y aún más, de ella ¿tu vida? – en verdad ya había olvidado que ustedes pertenecen a su mundo, así como el gorrión al nido que construyo. – yo solo vengo de lejanos caminos en busca de mi vida, puedes ayudar a este viajero a continuar su camino, es que ya no me quedan provisiones.

- Aquí nos ganamos duramente nuestro sustento, pero nunca caeremos en la codicia, nuestros valores nunca los perdemos, pues El Alto siempre nos mira, siempre con amor. Pero dinos a dónde quieres ir.

- He llegado a muy lejanas tierras entonces, a este dios no lo conocía – se dijo para sí. Sus ojos mostraban la misma desconfianza con la que los otros los miraban, no era miedo, era lo desconocido. Continuó: - Ustedes son grandes hombres, pues muy grande hay que ser para salvaguardar nuestros actos, los hombres que crean contratos comunes a todos, y aún más ¡Valores!, corazón, temple y voluntad muy fuerte tienen que tener, grandes son sus ideales, mis señores. Sin embrago, creo yo, que he recorrido un camino muy largo ya, pero en ella nunca me crucé con la sabiduría, más bien con la ignorancia, pues las dudas me invades, solo me queda la experiencia, la maldita experiencia. – Ahora su voz se volvió un poco más dura, un poco más espesa – Los valores, aquello que ustedes naturalizan en forma de dios, ¿son suyos, o se los están robando al dios? Creía, hace ya mucho tiempo, que así era, pero no, el dios también es suyo y con él todas sus ideas, ustedes son su dios, el hombre es, además de muchas cosas, un creador. Somos el genio que creo la lámpara, y con ella su misterio y poder. Pero lo que me pregunto es por el por qué. Hoy creo que Somos y que Queremos Ser. Pero habrá mayor esperanza para nosotros si asumimos lo que somos, y dejamos de pasar hacia afuera, ustedes viven saliendo fuera de sí, un constante salir hacia fuera, vaciándose y a su vez llenando a su exterior con ustedes mismos al punto de creer que lo externo es su mundo, suyo, pero solo logran ser todo, todo lo que allí hay, olvidan que son nada, y que pueden ser ustedes.

Yo solo sé que nada pude aprender, no les vengo a predicar, es más, a lo que vengo es a seguir, a continuar mi camino, busco saber, busco a alguien que ustedes creen sabio, busco encontrar alguna respuesta a mi vacío, a mis miedos.

- Extrañas son tus creencias, un hombre sin creencias no pertenece a este mundo. El único sabio que conocemos es el sol, y su morada es el milenario templo, allí solo moran los que deben, los que saben. Ellos pueden alivianar tu carga, tus miedos y preguntas.

La noche ya comenzaba a nacer, muy oscuro a lo lejos comenzaba aquel camino, una puerta más para abrir, a él no le importaba cruzar aquel bosque, había aprendido que el afuera era menos temeroso que su interior, es por eso que había descubierto la mentira de los valores, ese proyectar hacia afuera, pues mejor es temer al exterior que a uno mismo. Sin embargo una tremenda herida era ahora lo que cruzaba de par en par su corazón. Pues si no hay un, nuestro mundo, allí afuera como hacemos para encontrarlo adentro, cual es el camino a seguir, y la eterna pregunta, la pregunta del por qué.

Triste y amargo continuó su marcha, asumir la vida es algo que le duele, no hay orgullo ni valores que lo respalden, su pregunta es por la vida, quiere saber si puede construir su vida, su mundo, un mundo que no sea ajeno a él, no desecha los valores sino que quiere que sean de él, pero su realización no es solo suya, necesita algo. Pero su tragedia no es la vida, allí no hay ninguna, su tragedia es la carencia de su algo, continua su camino en la oscuridad, no es ni feliz ni trágico, no tiene por qué serlo, su camino es la vida pero para ella hace falta algo. Sigue caminando.

Historia General de la Filosofía

Profesorado en Ciencias de la Educación

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