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Metafísica Leibniz

Enviado por   •  18 de Octubre de 2017  •  6.388 Palabras (26 Páginas)  •  346 Visitas

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9. Cada sustancia individual expresa todo el universo a su manera, y en su noción están comprendidos todos los acontecimientos con todas sus circunstancias.

Que cada sustancia represente en sí misma el universo supone que dos sustancias no pueden ser idénticas y diferenciarse sólo numéricamente.

Una sustancia, al ser simple, sólo puede comenzar por creación y perecer por aniquilación. Además, la sustancia no es divisible ni composible, por tanto, el número de sustancias ni aumenta ni disminuye naturalmente.

Toda sustancia es como un espejo de Dios (aunque sobre todo los espíritus) o de todo el universo, de modo que éste está multiplicado en cierto modo tantas veces como sustancias hay.

Incluso toda sustancia muestra de algún modo el carácter de la sabiduría y de la omnipotencia divinas, pues expresa, aunque confusamente, todo lo que acontece en el universo pasado, presente o futuro, lo que tiene analogía con un conocimiento infinito.

10. Reivindicación de las formas sustanciales en metafísica, aunque no sirvan de nada para explicar los fenómenos particulares.

Las formas sustanciales son útiles como términos metafísicos para entender las sustancias, aunque hay que desecharlas en la explicación de los fenómenos físicos y los hechos empíricos.

11. Reivindicación de los filósofos escolásticos como sostenedores de importantes verdades.

No toda la filosofía escolástica es un fárrago de doctrinas inútiles, sino que encierra verdades dignas de ser conocidas como p. e. sobre el continuo, el infinito, la contingencia, el principio de individuación, el alma, etc… Leibniz busca una perennis philosophia, basada en las verdades eternas, y que sirva para todo tiempo y lugar, y para ello no se pueden despreciar las verdades que contiene la filosofía escolástica.

12. La noción de extensión, que incluye las de magnitud, figura y movimiento, es algo relativo a nuestras percepciones, como las cualidades secundarias, y es dudoso que se encuentre realmente en las cosas.

La naturaleza del cuerpo no sólo consiste en la extensión, sino que hay en él algo que tiene relación con las almas, a saber, la forma sustancial. Esta forma constituye el principio de unidad, identidad y permanencia de la sustancia.

13. La noción individual de cada persona encierra todo lo que le va a acontecer siempre, aunque ello no implica que los acontecimientos que le ocurren sean en sí necesarios, ya que sus contrarios son posibles, aunque sí son seguros, al incluirse como predicados en su sujeto.

Pero la afirmación de que la noción o naturaleza de la sustancia individual encierra de una vez por todas todo lo que puede acontecerle jamás, conlleva una dificultad: la de que parece que así todo lo que incluye la noción de una sustancia se vuelve necesario y por tanto se anula la libertad humana, ya que todas nuestras acciones estarán determinadas de antemano, así como todos los acontecimientos del mundo.

Leibniz responde a esta dificultad distinguiendo entre lo necesario y lo seguro o cierto. Un hecho es necesario si su contrario es imposible o implica contradicción. Los acontecimientos que se derivan de la naturaleza de una sustancia, como p. e. que César pasara el Rubicón, son contingentes, porque su contrario (que César no pasara el Rubicón) es posible, no es lógicamente contradictorio. Por lo tanto, todo lo que le ocurre a una sustancia no está incluido virtualmente en su noción del mismo modo en que lo están las propiedades de un círculo en su definición, porque lo está de un modo contingente, mientras que estas propiedades lo están de un modo necesario. Todo lo que puede decirse con verdad de una sustancia es seguro que le acontezca, porque responde a la noción de esa sustancia, que Dios eligió libremente que existiera tal como es entre otras posibles. Sin embargo, no es necesario, porque hubiera podido no ocurrir, si Dios hubiese escogido otra sustancia para que existiera.

El principio que rige los acontecimientos de las sustancias es el principio de razón suficiente, pues estos acontecimientos tienen una razón de su existencia, y esa razón está en la naturaleza de la sustancia que ha sido creada libremente por Dios según el principio de elección de lo mejor, es decir, por ser más perfecta que otras posibles. Que Dios haya elegido crear una sustancia en lugar de otra, y con ello, todo aquello que le va a suceder durante toda la eternidad, no anula su libertad, porque no cambia el hecho de que esa sustancia pueda elegir hacer otras cosas, aunque sea seguro que no las haga, ya que esas otras cosas siguen siendo posibles.

3.3. Relación de las sustancias entre sí

14. La naturaleza propia de cada sustancia hace que lo que ocurre a cada una responda a lo que ocurre a todas las demás, sin que actúen directamente una sobre otra, ya que lo que le acontece a una sustancia es consecuencia sólo de su propia noción completa.

La cuestión que se plantea ahora es el de la relación armónica de las sustancias. Dios crea y mantiene en la existencia a cada sustancia, la cual es el resultado de cada visión que Dios tiene del universo. Como Dios crea todo del modo mejor, cada sustancia está en relación armónica con todas las demás, según una armonía preestablecida por Dios desde el principio. Así, cada sustancia representa el universo entero desde su propia perspectiva, según sus percepciones propias, que son verdaderas en cuanto responden a la visión de Dios al crear la sustancia. Otra cosa son nuestros juicios, que pueden engañarnos porque responden a un conocimiento imperfecto de nuestras propias percepciones.

Puesto que todos nuestros fenómenos, es decir, todo lo que puede ocurrirnos, proceden de nuestra propia naturaleza, guardan un cierto orden que, a su vez, está en armonía con el de todas las demás sustancias, cuyas percepciones o expresiones se corresponden entre sí, ya que todas estas expresan los mismos fenómenos o el mismo estado de cosas del universo, aunque desde perspectivas diferentes. El que hace que todas esas perspectivas encajen en un orden armónico es Dios, que ve el universo no sólo como lo ve cada sustancia, sino de un modo distinto a como lo ven todas ellas.

Y es gracias a ese orden que puede existir relación o conexión entre las sustancias, aunque ninguna sustancia actúe directamente sobre otra ni padezca por la acción de otra, y a pesar de que todo lo que le acontece a una sustancia (que no son más que pensamientos y percepciones) no sea más que una consecuencia de su

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