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UN ANALISIS A LA CONCEPCIÓN OBJETIVISTA DE CHALMERS CON RESPECTO AL CAMBIO DE TEORIAS EN CIENCIA

Enviado por   •  18 de Octubre de 2017  •  2.837 Palabras (12 Páginas)  •  474 Visitas

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De lo anterior se seguirá que las teorías con mayor grado de fertilidad desbancarán a las de menor grado de fertilidad. Luego el cambio de teoría no depende primordialmente de una elección subjetiva de los sujetos, sino de un “grado de fertilidad” presente en las teorías. Sin embargo (he aquí el fundamento de mi tesis), para llegar a ello Chalmers recurre a un supuesto sociológico que, aunque no tiene por qué cumplirse necesariamente, es fundamental a la hora de darse el cambio. Ello implica que para Chalmers algún científico (o algunos) aprovechará(n) las oportunidades objetivas de los programas; pues ésta concepción objetivista del cambio de teoría considera que para la ciencia progrese no sólo se han de tener en cuenta los grados de fertilidad de programas rivales que deberán llevar a nuevas predicciones, sino también su éxito en la práctica. De esta manera Chalmers sostiene que a corto plazo, el progreso de la física deberá considerar (entre otras cosas) la personalidad de los científicos, pero a largo plazo, el progreso de la física será según la concepción del cambio de teoría, que señala que es necesario cumplir el supuesto sociológico de antemano para poder hacer posible tal cambio.

Pasemos a presentar algunos ejemplos históricos que pueden ser explicados a través de la concepción objetivista del cambio de teoría que se ha esbozado. Se presentará a continuación el ejemplo de una de las tantas valiosas observaciones de Galileo Galilei. Dicha observación la ofrece G. Holton en su texto la imaginación en la ciencia tomándola de un caso investigado por el historiador del arte Samuel Edgerton, a su vez éste será muestra de lo que él denomina la imaginación icónica[2], Holton lo presenta de la siguiente manera:

En 1609, dos hombres miraban a nuestra Luna a través de un nuevo invento, el telescopio. El primero en hacerlo fue el matemático, cartógrafo y astrónomo Thomas Harriot en Londres, que utilizaba un telescopio de seis aumentos, empezando a finales de julio de 1609. El otro era Galileo, entonces profesor de matemáticas en la universidad de Padua; él había aprendido por sí mismo a pulir lentes y construyó un telescopio de veinte aumentos, con el que observo la luna a finales de otoño del mismo año. Felizmente, tenemos un registro de lo que cada uno de estos hombres pensaba que estaba viendo (Holton, 1998: pág. 117-118).

En este suceso se presentará la manera como Galileo viene a impulsar una nueva teoría, diferente a la aristotélica que se mantuvo hasta esa época, dentro de la cual se pensaba que la luna era una esfera perfectamente circular lisa e inmutable (como si fuera la superficie de un espejo). Éste pensamiento aristotélico fue muy acogido por la edad media donde el circulo representaba la perfección y por tanto la luna era el símbolo de perfección creada por Dios. Sin embargo, ésta forma de pensar encontró problemas pues la luna tiene unas áreas más oscuras que otras. Ello llevó a cuestionar a los religiosos, pues si realmente la luna era perfectamente lisa, como un espejo esférico, entonces por qué no reflejaba al sol en una pequeña región de ella. Ahora bien, tal teoría entró en competencia con aquella que Galileo presentó, luego de que él apuntara su telescopio a la Luna y comenzara a hacer observaciones de sus fases. En este momento, Galileo con gran imaginación y habilidad plasmó lo que observaba, dibujando con una técnica del claro oscuro las varias fases de la luna. Posteriormente él presentó que la superficie de la luna no era uniformemente esférica, pues lo que había observado y plasmado en sus dibujos le daba razones para pensar que la superficie de la luna era semejante a la terrestre. Galileo describió estas consideraciones en su libro Sidereus Nuncius publicado en 1610. Finalmente cabe hacerse la siguiente pregunta ¿por qué Thomas Harriot no pudo ver lo mismo que Galileo? quizás fue porque no tenía una habilidad de observar tan desarrollada como la de Galileo o porque su apego al paradigma vigente era tan fuerte que le impedía ver lo que Galileo vio.

Es interesante señalar como Thomas, luego de que leyera el libro que Galileo y observase nuevamente con su telescopio la luna, pudo también observar que “la luna no era tan perfecta después de todo”, como también algunas cosas que Galileo no escribió en su libro con respecto al tema. Podemos explicar que lo anterior ocurre porque la teoría que construyo Galileo y con la cual trabajo era más fértil que la de la teoría de una luna perfectamente esférica; dado que la teoría de Galileo contenía una mejor calidad teórica para la ciencia pues su relación de similitud de las teorías con el mundo, poseía más oportunidades objetivas, quizás por no depender principalmente de las creencias de los individuos.

En el ejemplo presentado, es importante apreciar aquello que aquí se pretende defender, esto es que ese grado de fertilidad de las teorías se produce gracias al ejercicio mismo de los sujetos en la actividad científica. Muestra de ello es el hecho que, en su afán por explicar de explicar (de una mejor forma) el mundo, Galileo construyó su teoría acerca de la superficie de la luna. Alguien podría objetar diciendo que hay más razones para creer que la ciencia es más un ejercicio de descubrimiento pues Galileo al utilizar su telescopio y mirar la luna por medio de éste descubre, gracias a una observación más detallada que le brinda el instrumento, aquello que antes no se conocía. Ante ello diría que de ser así, Thomas Harriot también hubiese descubierto lo mismo que Galileo, pero como presentamos anteriormente, no fue así. Lo que nos da más razones para creer que la ciencia es más un ejercicio de construcción que de descubrimiento.

Es conveniente presentar, como respaldo y aclaración de la anterior tesis, algunas consideraciones de dos figuras reconocidas en el ámbito de la filosofía de la ciencia. Primero está aquella que sostiene Van Fraassen en su texto La imagen científica cuando dice:“(…). Empleo el adjetivo “constructivo” para indicar mi concepción de la actividad científica más como una construcción que como un descubrimiento: construcción de modelos que deben ser adecuados a los fenómenos, y no descubrimiento de la verdad respecto a lo inobservable.” (Van Frassen, 1980: 20). Como segundas, también están aquellas consideraciones de Ronald Giere en su texto La explicación de la ciencia, cuando nos señala (entre otras cosas) que los modelos son construidos por los científicos, pues no es la naturaleza la que revela directamente la mejor forma de representarla. Ahora bien, teniendo en cuenta lo anterior hay que recalcar entonces la gran importancia del cumplimiento del supuesto sociológico de Chalmers a la hora de

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