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Una interpretación de la interpretación.

Enviado por   •  16 de Marzo de 2018  •  2.593 Palabras (11 Páginas)  •  311 Visitas

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Luego es Hegel, quien considerando la conclusión kantiana como un relativismo logra hacer una síntesis de la razón práctica y la razón teórica, afirmando que no son excluyentes.

Profundiza el concepto de razón en lo que se da a llamar idealismo absoluto. Ahora sí parece haberse llegado a la tierra prometida: si todo lo real es racional y todo lo racional es real, vivimos por cierto “en el mejor de los mundos posibles”.[6] No tardaría mucho en llegar la paradójica deconstrucción.

Entrada ya la modernidad, junto a la hermenéutica teológica empiezan a constituirse otras de diferente tipo, profana, jurídica e histórica.

Foucault, en “Nietzsche, Freud, Marx” dice que para comprender el sistema de interpretación que fundó el siglo XIX, el de nuestra pertenencia, se debería tomar una referencia lejana como por ejemplo la técnica del siglo XVI. En aquella época lo que daba lugar a la interpretación era la semejanza.

Existían por lo menos cinco nociones perfectamente definidas: la noción de conveniencia, la convenentia, que significaba ajuste, la noción de simpathía, la simpatía, que es la identidad de los accidentes en sustancias distintas, la noción de emulatio, el curioso paralelismo de los atributos en sustancias o seres distintos, la noción de signatura, el signo, que es la imagen de una propiedad invisible y escondida de un individuo, y por último, la noción de analogía, que es la identidad de las relaciones entre dos o varias sustancias distintas.

La teoría del signo y las técnicas de interpretación, en aquella época fundaban dos tipos de conocimiento totalmente distintos, la cognitio, que era el pasaje de una semejanza a la otra y la divinatio que era el conocimiento en profundidad.

Según relata el Dr. Casalla, la figura del teólogo protestante Federico Scheleiermacher (1768-1831) implicó el inicio de la hermenéutica filosófica que llega hasta nuestro presente.

Scheleiermacher introduce cambios fundamentales en el estilo de la interpretación surgiendo así como una teoría general aplicable a todo tipo de texto.

Estos cambios pueden reseñarse como toma de partido por la interpretación simbólica dejando atrás el aspecto puro filológico y la idea de la interpretación y el texto como unidad indisoluble.

El núcleo de la interpretación se desplaza así del objeto (el “texto”) al sujeto (su interprete) y es en este donde reposa la verdad de aquel.[7]

Las sospechas contemporáneas sobre la interpretación

Son dos las sospechas que fundan el lenguaje según Foucault.

Por un lado, que el lenguaje no dice exactamente lo que dice.

Por otra parte, se sospecha que el lenguaje desborda su forma verbal propiamente dicha, siendo que hay cosas en el mundo que hablan y que no son lenguaje.

Estas sospechas que aparecieron ya en los griegos aún se mantienen, después del siglo XIX, que los gestos mudos, las enfermedades y todo el tumulto de nuestro alrededor pueden también hablar, tratando de sorprender bajo las palabras un discurso que fuera más esencial. [8]

Paul Ricouer en “Freud: Una interpretación de la Cultura” llama colectivamente “escuela de la sospecha” a lo que se opone globalmente a la interpretación como una mera restauración del sentido.

Esta escuela es dominada por tres maestros que aparentemente se excluyen entre sí, son Freud, Nietzsche y Marx.

En palabras de Foucault, cada una de las empresas de estos tres autores nos volvieron a colocar en presencia de una nueva posibilidad de una hermenéutica.[9]

Durante el siglo XVI, los signos se disponían de forma homogénea, a través de estos autores de la sospecha a partir del siglo XIX, los signos se escalonaron en un espacio mucho más diferenciado, la dimensión de la profundidad. Este cambio de paradigma puede pensarse conjuntamente con la ruptura del espacio propio de la modernidad.

En Nietzsche, hay una crítica de la profundidad ideal que la considera una invención de los filósofos. Afirma que el intérprete debe cuando recorre los signos descender a lo largo de una cadena vertical y mostrar que esta profundidad de la interioridad es en realidad algo diferente de lo que ella dice.

En consecuencia, como dice Freud citando a Virgilio, “Si no puedo inclinar a los Poderes Superiores, moveré las Regiones Infernales”.

Tanto Freud como Nietzsche y Marx, comparten a su vez la categoría fundamental de la conciencia como la relación oculto-mostrado, permitiendo en vez de una reducción, una extensión de la misma.

Continuando la línea de pensamiento de Foucault, otra característica de lo propuesto por esta escuela, es que la interpretación se ha convertido por fin en una tarea infinita. A partir del siglo XIX, los signos se encadenan en una red inagotable porque existe una apertura irreductible.

Esta experiencia tan importante consiste en que cuanto más lejos se va en la interpretación, más uno se acerca a una región peligrosa, donde no solamente la interpretación retrocede sino que desaparece ella misma llevándose consigo al intérprete.

Para culminar con el desarrollo de Foucault, es clave mencionar la idea de que la interpretación precede al signo, esto es posible ya que ha perdido el carácter bondadoso y simple de la modernidad y devino ahora “malévolo”. Los signos adquieren una nueva función de ocultamiento de la interpretación estos tratan de justificarse enmascarando una violencia en sí mismos.

Freud y “el ombligo del sueño”

Paul Ricouer les atribuye a los tres autores de la sospecha la intención de considerar a la conciencia en su conjunto como conciencia “falsa”. Se produce una ruptura con la tradición de la filosofía moderna. El filósofo formado en la escuela de Descartes sabe que las cosas son dudosas, que no son tales como parecen, pero no duda de que la conciencia sea tal como se parece a sí misma, en ella, sentido y conciencia del sentido coinciden, desde Marx, Nietzsche y Freud, lo dudamos, después de la duda sobre la cosa, entramos en la duda de la conciencia.[10]

La idea de la duda sobre la conciencia permite comprender los aportes de Sigmund Freud en materia de interpretación, dio suma importancia a la especialidad que constituyó no solo la famosa topología de la conciencia y el inconsciente, sino también en las reglas formuladas para la atención psicoanalítica

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