La arqueología del saber.

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Foucault recalca que si antes la historia se dedicaba a transformar los monumentos en documentos mediante el ejercicio de la memoria, actualmente esa función se invierte y la historia se constituye en aquello que transforma los documentos en monumentos donde se despliegan una serie de elementos que se relacionan de diversas maneras y que tienden a la arqueología, a la descripción intrínseca de dichos monumentos.

Posteriormente, el autor habla de cómo este fenómeno genera varias consecuencias y las describe brevemente. La primera es la multiplicación de las rupturas en la historia de las ideas, la reactualización de los periodos largos en la historia propiamente dicha; la segunda es que la noción de discontinuidad ocupa un lugar mayor en las disciplinas históricas; la tercera consecuencia es que el tema y la posibilidad de una historia global comienzan a borrarse, y se empiezan a configurar los lineamientos, muy distintos, de lo que se podría denominar una historia general; la cuarta y última consecuencia es que la nueva historia encuentra nuevos problemas metodológicos.

Luego, enuncia cómo todos estos problemas forman parte en adelante del campo metodológico de la historia, el cual merece la atención, básicamente, por dos razones: primero porque se ve hasta qué punto se ha liberado de lo que constituía, no hace mucho tiempo, la filosofía de la historia, y de las cuestiones que planteaba; segundo, porque reproduce en algunos de sus puntos problemas que se encuentran fuera de dicho campo, por ejemplo en la lingüística, la etnología, la economía, el análisis literario y la mitología.

En diferentes apartes del texto Foucault hace referencia a algunos pensadores, como son G. Bachelard, G. Canguilhem, M. Serres, M. Guéroult, Marx y Nietzsche.

Finalmente, el autor habla sobre la naturaleza de la obra, la que señala como un trabajo que no es la repetición ni la descripción exacta de sus anteriores obras Historia de la locura, El nacimiento de la clínica, o Las palabras y las cosas; igualmente, aclara que ni dichas obras ni la que está introduciendo se inscriben en el debate de la estructura, sino en el campo en que se manifiestan, se entrecruzan, se entrelazan y se especifican las cuestiones sobre el ser humano, la conciencia, el origen y el sujeto.

Michel Foucault nos presenta en la introducción a la obra una síntesis de lo que en su contenido es posible encontrar y enuncia, entre los aspectos más relevantes, su concepción con respecto a una nueva manera de ver la historia en el proceso de reconstrucción del pasado, basándose no solamente en los acontecimientos que caracterizan los grandes periodos de tiempo que la conforman sino en las discontinuidades que en ella subyacen. Asimismo, es interesante la valoración que el autor hace del documento como recurso fundamental para el historiador en su tarea de hacer un recuento de tales acontecimientos. Además, para quienes no estamos muy familiarizados con este tipo de literatura, el texto se constituye en una invitación, no solo a conocer las obras anteriores del autor y su pensamiento, sino a profundizar en el conocimiento de algunos pensadores y de sus postulados filosóficos.

Referencias

Michel Foucault. “Introducción”. En La arqueología del saber. México: Siglo XXI ed, 1978, p. 3-29.