Resumen San Francisco de Asís de Jacques Le Goff
Enviado por Sandra75 • 29 de Abril de 2018 • 6.974 Palabras (28 Páginas) • 520 Visitas
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Tomás de Celano
En 1228 concluyó de redactar la vita prima de San Francisco. En 1244, el general de la orden Crescencio de Jesi le pidió completar la Vita prima. La Vita secunda plantea problemas de mayor importancia.
Tomás de Celano para escribir utilizó los testimoniso de tres frailes que estuvieron con Francisco: Rufino, ángel y León.
Vida de San Francisco
Francesco Bernardone nació en Asís, en 1181 o 1182. En 1217, quiso partir como misionero a Francia.
Cuando joven, empleaba su tiempo de ocio en el jugo, las charlas, canciones y la ropa. Buscaba llevar el estilo de vida caballeresco e imitar el comportamiento de los nobles, antes que practicar las virtudes y defectos de la burguesía comerciante. Francisco pudo lograr su deseo de luchar, en la batalla que realizaron los perusinos y los de asís en 1202, fue hecho prisionero y estuvo más de 1 año encarcelado en Perugia y como vivía como noble, le encarcelaron con los caballeros.
La conversión
En la Vita prima, la conversión se presenta desde una perspectiva espiritual o psicológica y en la Vita secunda, desde una perspectiva religiosa o mística.
Su conversión se manifestó, en primer lugar, por medio de la renuncia a la riqueza y los bienes materiales. Tuvo varios acontecimientos en donde manifestó esta renuncia: el primero fue en la guerra en Apulia, donde Francisco se encontró con un pobre caballero andrajosos y le entregó su manto; otro fue que cuando volvió a Asís fue elegido por sus compañeros como rey de la juventud, pero de apoco se alejó y le dijo a un amigo íntimo que su tesoro oculto era la sabiduría divina y su esposa la vida religiosa; para reconstruir la iglesia de San Damiano, Francisco tomó un fardo de paños de la casa de sus padres, los vendió en Foligno junto al mismo caballo y le dio el dinero al pobre clérigo; avisado el padre lo encerró en una celda en sus casa, después de varios días, su madre le liberó, buscó refugio donde un prelado y frente a su padre enfurecido Francisco renunció a todos sus bienes, se desvistió por completo y desnudo proclamó su renuncia absoluta.
Se convirtió en misionero el tercer año de su conversión, el 12 de octubre de 1208 o el 24 de febrero de 1209.
De la Primera a la Segunda Regla
En 1209, Francisco tuvo su primer adepto.
Salvo breves retiradas, Francisco y sus compañeros estarán siempre en camino, predicando en las ciudades y pueblos. Su dominio por excelencia fue Italia, de Roma a Verona, pero, sobre todo, la Umbría y las Marcas.
Se vio amenazada su legitimidad, por lo que Francisco decidió ir a roma con sus once hermanos y solicitar al papa la aprobación de su conducta y la de sus frailes.
Francisco e Inocencio III
Hubo tres entrevistas entre Francisco y el papa. Cada uno eran personajes contrapuestos: Inocencio III estaba sumido en la espiritualidad pesimista de tradición monástica, contrario a Francisco que contemplaba amor para todas las criaturas; para Francisco, los enemigos son nuestros vicios y nuestros pecados, por lo que no hace falta juzgar al prójimo, en cambio, Inocencio III veía a la Iglesia asediada por tropas enemigas, por los príncipes que se decían cristianos, a los que le lanzó la excomunión.
La primera entrevista, el papa lo tomó por porquero y Francisco se embetunó de una pocilga por petición del papa, por lo que éste se lamentó de haberlo recibido tan mal y le prometió otra entrevista. La segunda entrevista, el mediador fue el obispo Guido de Asís; cuando Francisco presentó la Regla a Inocencio III éste se asustó de su severidad, pero el cardenal de San Paolo, señaló que si no se le aceptaba, sería afirmar que el Evangelio es impracticable y blasfemar sobre Cristo. Inocencio pidió ayuda divina y éste la recibió con un sueño en que la iglesia de Letrán se caía a pedazos y era Francisco quien la sostenía, por lo que significaba que él la salvaría. Inocencio aprobó el texto que Francisco le entregó, pero impuso a los frailes obedecer a Francisco y a Francisco obediencia a los papas, hizo tonsurarse a todos los que eran laicos y confirió el diaconato a Francisco, por último, sólo les autorizó predicar.
De vuelta en Asís, Francisco y sus compañeros se instalaron en el Rivo Torto, ocupando una cabaña abandonada. Dividieron su tiempo en el cuidado de leprosos, el trabajo manual, la mendicidad y la predicación, fundamentalmente en Asís. Al cabo de unos meses, dejaron la cabaña, porque la llegada de nuevos hermanos habría vuelto inhabitable el minúsculo alojamiento. El obispo y los canónigos les rechazaron, y sería el abad del monasterio benedictino de Monte Subasio quien concedería a Francisco la capilla de la Porciúncula y un pedazo de tierra cercano.
Santa Clara
La Porciúncula se convirtió en la residencia preferida de Francisco desde finales de 1210, pero la abandonaría frecuentemente para ir a predicar en Asís, en Umbría, en la Italia central y septentrional, a los infieles o para retirarse en soledad.
En 1212 Francisco hizo una adepta destacada. Una joven muchacha noble de Asís, se fugó de la casa familiar con una amiga durante la noche de Ramos y se refugió en la Porciúncula, donde Francisco les cortó los cabellos y las vistió con una sayal semejante al suyo, para conducirlas después al monasterio de benedictinas de San Paolo de Bastia. Al cabo de algunos días, ellas se marcharon al monasterio de Sant’ Angelo. Un tiempo después el obispo Guido entregó la capilla de San Damiano a Clara y las “damas pobres” que más tarde se llamarían clarisas. Francisco sería obedecido y querido por ellas tanto como por sus hermanos.
El cuarto Concilio de Letrán
En 1215, el papa Inocencio III reunió un concilio en San Juan de Letrán (4°). El concilio dictaminó una nueva cruzada y puso las bases de la reforma de la Iglesia. El concilio conllevaba una amenaza para Francisco, Domingo y sus compañeros, porque el canon trece prohibió formalmente la fundación de nuevas órdenes y el canon diez preveía la actividad de los auxiliares de los obispos. En 1216, Domingo fundó su orden bajo la apariencia de una continuación de la tradición antigua, adoptando a regla de San Agustín para sus predicadores, organizados en congregación de canónigos regulares. Francisco procedió
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