SÓFOCLES (496 A.C.-406 A.C.)
Enviado por Rebecca • 28 de Diciembre de 2018 • 2.996 Palabras (12 Páginas) • 309 Visitas
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Creonte, hermano de Yocasta, se convierte en rey de Tebas y dictamina que, por haber traicionado a su patria, Polinices no será enterrado dignamente y se dejará a las afueras de la ciudad al arbitrio de los cuervos y los perros (este mito es contado en la tragedia de Esquilo Los siete contra Tebas).
Los honores fúnebres eran muy importantes para los griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente. Por tal razón, Antígona decide enterrar a su hermano y realizar sobre su cuerpo los correspondientes ritos, rebelándose así contra Creonte, su tío y suegro (pues estaba comprometida con Hemón, hijo de aquel)
EDIPO REY
Edipo era hijo de Layo y Yocasta, rey y reina de Tebas respectivamente. Un oráculo advirtió a Layo que sería asesinado por su propio hijo. Decidido a rehuir su destino, ató los pies de su hijo recién nacido y lo abandonó para que muriera en una montaña solitaria. Su hijo fue recogido por un pastor y entregado al rey de Corinto, quien le dio el nombre de Edipo (pie hinchado) y lo adoptó como su propio hijo. El niño no sabía que era adoptado y, cuando un oráculo proclamó que mataría a su padre, abandonó Corinto. Durante su travesía, encontró y mató a Layo, creyendo que el rey y sus acompañantes eran una banda de ladrones y así, inesperadamente, se cumplió la profecía. Solo y sin hogar, Edipo llegó a Tebas, acosado por un monstruo espantoso, la Esfinge, que andaba por los caminos que iban a la ciudad, matando y devorando a todos los viajeros que no sabían responder al enigma que les planteaba. Cuando Edipo resolvió acertadamente el enigma, la esfinge se suicidó. Creyendo que el rey Layo había muerto en manos de asaltantes desconocidos, y agradecidos al viajero por librarlos del monstruo, los tebanos lo recompensaron haciéndolo su rey y dándole a la reina Yocasta por esposa. Durante muchos años la pareja vivió feliz, sin saber que ellos eran en realidad madre e hijo. Pronto Edipo descubrió que involuntariamente había matado a su padre. Atribulada por su vida incestuosa, Yocasta se suicidó y, cuando Edipo se dio cuenta de que ella se había matado, se quitó los ojos y abandonó el trono. Vivió en Tebas varios años pero acabó desterrado.
FILOCTETES
El regreso de Filoctetes a las líneas griegas es uno de los numerosos episodios en torno a la guerra de Troya. Se cuenta que el desdichado Filoctetes, mientras navegaba con sus compañeros hacia Troya, fue herido en el pie por una mordedura de serpiente, y a causa del hedor que despedía la herida, había sido abandonado por aquéllos en Lemnos, una isla desierta del mar Egeo; pero luego había sido sacado de allí y llevado a Troya, porque el oráculo había dicho que ésta no caería mientras Filoctetes no estuviera presente. El interés del mito reside en la manera de persuadirle, hacerle perdonar a sus compañeros traidores, y convencerles de que les ayude; y en estos motivos se funda también, exteriormente, el interés del drama de Sófocles, escrito y representado cuando el autor tenía ya cerca de noventa años, en el 409 a. de C.
Llegan a Lemnos Ulises y Neoptólemo (joven y ardoroso hijo de Aquiles), los cuales deciden apoderarse de Filoctetes por medio de la astucia: Ulises no se dejará ver, y Neoptólemo, fingiéndose enemigo de los griegos, deberá granjearse la simpatía de Filoctetes y llevárselo a su nave. El resto se hará según dicten las circunstancias. Efectivamente, así sucede: el pobre enfermo se entrega lleno de confianza al joven, para que lo saque de su angustiosa soledad, y le deja el arco famoso de Heracles para que lo guarde más seguramente. Mientras se dirigen a la nave, Neoptólemo se ve obligado a decirle la verdad; y entonces aparece también Ulises. Filoctetes se niega; prefiere perder el arco y morir de hambre, si es preciso, antes de ceder a sus odiosos enemigos. La cosa parece haber de quedar así, cuando aparece en el cielo el héroe Heracles y revela que el designio de Zeus sobre Filoctetes es que vaya a Troya con Neoptólemo. Filoctetes obedece.
EDIPO EN CONORO
Edipo, acompañado de su hija Antígona, llega a la localidad de Colono, cercana a Atenas. Sin saberlo, se encuentran en un recinto dedicado a las Euménides (diosas subterráneas, vengadoras de crímenes de sangre), y un habitante de Colono les invita a que abandonen el lugar. Ante la negativa de Edipo, llegan los ancianos de Colono (que constituyen el coro), que al enterarse de su identidad tratan sin éxito de alejarlo de allí; el asunto queda pues en manos de Teseo, rey de Atenas, al que se va a llamar para que comparezca y decida qué hacer con el desdichado.
En esto llega al lugar otra de las hijas de Edipo, Ismene, que pone en conocimiento de los presentes la situación en Tebas: Eteocles se ha hecho con el control de la ciudad y su hermano Polinices se apresta a reclutar gente en Argos para tomarla por la fuerza; el oráculo de Delfos ha declarado que la victoria sonreirá a aquel de cuyo lado esté el propio Edipo, por lo que Creonte — que está del lado de Eteocles— ha salido en su busca para apoderarse de él. Llega el rey Teseo, que se compromete a proteger al desvalido y suplicante Edipo.
Aparece en escena Creonte con soldados, y para forzar la situación hace que aquéllos se lleven a Antígona e Ismene; trata de apoderarse de Edipo, pero la intervención de Teseo lo impide, y Creonte tiene que devolver a las muchachas y marcharse con las manos vacías. Lo mismo le va a ocurrir poco después a Polinices, que no consigue sus propósitos y además recibe de labios de su padre terribles maldiciones. Los truenos —señal de Zeus— anuncian a Edipo que su hora ha llegado; en compañía de Teseo se adentra en la espesura del bosque de las Euménides y desaparece para siempre. Su sepultura habrá de traer grandes beneficios a la tierra de Atenas.
Esta tragedia constituye una singular continuación del Edipo rey, y, lo mismo que en ella, el personaje de Edipo la domina de principio a fin; sólo que ahora el personaje antes maldito aparece como un elegido de los dioses, llamado a convertirse en un héroe benefactor del Ática. La estructura dramática no da la sensación de perfección y rotundidad de obras anteriores, pero ello se ve ampliamente compensado por el tono lírico y crepuscular que planea sobre la obra, reflejo sin duda de la inminencia de la muerte del propio Sófocles (que la escribió con noventa años), y que ha llevado a compararla repetidamente con La tempestad de Shakespeare.
ELECTRA
Al regresar de la Guerra de Troya, Agamenón es recibido en
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