El palomo cojo
Enviado por monto2435 • 11 de Mayo de 2018 • 8.671 Palabras (35 Páginas) • 304 Visitas
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Tal y como mencionan los autores para poder analizar teóricamente y analíticamente al niño, se requiere conocer su prehistoria, no solo referida a los primeros años de vida, sino a las generaciones que preceden, lo que en este caso particular ilustra muy bien a través del discurso del sujeto: “un sujeto se constituye en tres generaciones, singularizarse, diferenciarse son procesos apoyados en identificaciones no solo con los padres, sino con los emblemas que provee la cultura para las identificaciones (García: 1995: 14)
De allí, la importancia de la historia de esa familia, su “folklore” como lo nombra Rodulfo, que se ofrece a través del mito familiar y sus “archivo” tanto como de los significantes que en este circulan, como señala Rodulfo es “importante remitirse a descubrir el mito familiar, mucho más que quedarse enredado en tal o cual particularidad sintomática” (Rodulfo: 1999: 54)
Pero contemplando que esa historia, esa prehistoria es flexible y dinámica, por lo que es importante “ ...no concebir la historia como un mero pasado congelado a descongelar, sino como trama de relaciones en la cual se centra el sujeto... trama en la que se constituye y en la que puede quedar apresado, aplastado por condiciones imposibles” (García: 1995: 17)
Antes de identificar algunos elementos que se pueden extraer del mito familiar de la novela, es necesario aclarar algunos elementos relacionados al concepto del mito familiar.
El mito familiar está relacionado con el lugar que se le asigna a un niño en la familia “se puede caracterizarlo por lo que un niño respira allí donde esta colocado” (Rodulfo: 1996: 36). Su función esta relacionada a lo que el niño respira: “...homologable en su función al aire, al oxígeno... Lo que se respira en un lugar a través de una serie de practicas cotidianas que incluyen actos, dichos, ideologemas, normas educativas, regulaciones del cuerpo” (Rodulfo: 1996: 36)
El mito familiar se extrae a trozos, no es algo simplemente dado o de fácil comprensión:
Tampoco hay que entender el mito familiar como algo más o menos congruente y unitario, algo mas o menos sistematizado y armónico. Es mejor concebirlo como una red o haz de pequeños mitos, no en singular y en términos del proceso secundario y así hacer el recorrido de sus incongruencias, contradicciones, lagunas y disociaciones; definitivamente no estamos ante una unidad armoniosa de tendencia única. (Rodulfo: 1996: 38)
En el mito familiar se encuentra todo lo relacionado a las funciones, “función materna, paterna, las funciones que mentan a los implicados en aquel advenimiento las funciones que cumplen los hermanos y los miembros de otras generaciones, como los abuelos” (Rodulfo: 1999: 39)
Así mismo, Rodulfo aclara que “un mito familiar bien puede conceptualizarse como un puñado de significantes dispuestos de cierta manera” (Rodulfo,1999: 40) y es de allí donde el sujeto ha de “arrancar los significantes que lo representen” (Rodulfo,1999: 42).
En el caso de Felipe, el mito familiar esta constituido de elementos diversos, personajes y significantes, seguidamente se analizaran algunos con interés metodológico para el análisis, pero sin perder de vista que es imposible extraer EL mito familiar completo y además y que probablemente algunos otros elementos queden por fuera.
Familia de Bien
Uno de los primeros elementos que se señalan en el texto es la pertenencia a una “familia bien”, Felipe señala en el texto una y otra vez la creencia familiar de pertenecer a una “familia bien”, relacionándolo con el bienestar económico, la “buena” educación y caché, aunque durante su mismo discurso el mismo deja ver las dificultades económicas que algunos atraviesan, y las extravagancias o rarezas de algunos de sus miembros, evidenciando las incoherencias y contradicciones, tal y como lo señala Rodulfo: “...hay trozos olvidados de ese mito familiar casi no trabajado por el orden secundario, apareciendo entonces como grandes incoherencias, grandes contradicciones, formaciones crateriales con grandes olvidos en su interior” (Rodulfo: 1999: 63)
Como dijo Antonia, estaba hecho un escarque. El coche de mi padre, que era viejísimo, también estaba hecho un escarque, y lo mismo mi bicicleta, que era del año de Matusalén. Un desastre, si se tiene en cuenta que éramos de buena familia. (Mendecutti: 1991: 8)
La casa de mis abuelos era grandísima y de mucho postín. Estaba en el Barrio Alto, al final de la Cuesta Belén, y desde la última azotea se veía el pueblo entero, los campanarios de todas las iglesias, los tejados de todas las bodegas, con los nombres de las buenas familias pintados en letras grandísimas ;Si tu apellido no aparecía en ninguna tapia ni en ningún tejado de alguna bodega, entonces tú no eras de familia bien, eso seguro. (Mendecutti: 1991: 10)
Más adelante Felipe hace referencia a su tía Emilia, hermana de su padre que compensaba que su apellido, y el mismo señala que también era el de él no estuviera escrito en ninguna tapia,
A Emilia lo que le pasa —decía mi madre, chufleándose— es que tiene complejo porque ha vivido siempre en el Barrio Bajo. Yo comprendo que es una cosa que no se puede remediar.
Mi tía Emilia, la hermana de mi padre, antes iba muchísimo a las fiestas de la infanta doña Beatriz, porque mi tía Emilia siempre fue la mar de elegante, una cosa mala, y yo creo que con eso compensaba un poquito el que su primer apellido, que es el mío, aunque sonoro y original, no apareciera ni por casualidad pintado en la tapia o en el tejado de ninguna bodega.
A cuenta de eso, mi tía Emilia se llevaba unos sofocones espantosos. Mi tío Ramón, el hermano más joven de mi madre y el balarrasa de la familia, también se metía con la pobre tía Emilia en cuanto se encartaba y le decía que en aquel pueblo la gente bien había vivido siempre en el Barrio Alto, que el Barrio Bajo era para gente de medio pelo, por mucho pisto que se diera, y para los marineros de la calle Barrameda. Tía Emilia entonces se ponía hasta colorada y decía que tío Ramón era un cafre y un balaperdida, pero que tenía mucho encanto y mucho caché.
Toda la familia Calderón Lebert tenía un caché despampanante, según mi tía Emilia, y estaba en la gloria de haber emparentado con ella. Se pasaba media vida de visiteo en casa de mis abuelos, una casa que, como ya he dicho, además de estar en el Barrio Alto, era enorme y de mucha categoría, aunque por fuera no lo pareciese tanto; en realidad, los Calderón Lebert siempre han sido muy especiales y nunca se
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