Psicología & Comunicación

...

En relación a esto, Castoriadis propone que es posible y es necesario tomar distancia y llevar a cabo el proyecto de autonomía, que implica la presencia de sujetos autónomos, capaces de cuestionar, reorganizarse, transformar literalmente sus instituciones dadas y convertirse en meta observadores de sí mismos, en objetos de sí mismos, con el fin de promover la capacidad reflexiva y deliberativa de todo individuo, y actuar en consecuencia con los proyectos que se tiene previsto realizar o modificar según los criterios evaluativos colectivos o individuales. El proyecto de autonomía comporta el firme propósito de que toda sociedad pueda cambiar verdaderamente a la hora de autoalterarse y autolimitarse, de una forma totalmente congruente, en correlación con la representación de su imaginario radical. Cuando sometemos a revisión cuestiones tales como si es justa o injusta una ley, obtenemos criterios para modificarla, contribuyendo con esto al cambio de nuestras instituciones. Pero para que esto ocurra, los individuos tienen que ser capaces de poner en cuestión los discursos de poder. Lamentablemente, haciendo un análisis histórico, se podría decir que la gran mayoría de individuos han estado alienados; tienen la capacidad de distinguir entre lo que es justo y lo que es injusto, entre lo que es bueno y lo que es malo, pero los criterios que demarcan estas diferenciaciones no han sido elaborados por ellos. Por lo general, siguen la corriente, viven bajo lo estipulado, a lo “aceptado” socialmente; en resumen, viven en plena heteronomía. En cambio, un sujeto lúcido, reflexivo y deliberante, no es simplemente consciente, sino que es capaz de poner en discusión las significaciones y reglas que recibió de su sociedad. Puede tomar distancia de lo instituyente.

El individuo se constituye por medio de su vida social y la sociedad a su vez está constituida por individuos. El lenguaje sería el medio principal de interacción humana, construyéndose como una forma de relación social al igual que las instituciones y las costumbres sociales que conforman al individuo en el proceso de socialización, sin que lo aten o determinen, ya que es sabido que el sujeto puede rechazar lo impuesto, cuestionar y/o renegar de las instituciones con las que no esté de acuerdo, al menos así en las sociedades autónomas en la que se permite la realización personal.

Luego hacer este recorrido, podría decir que el individuo es una fabricación social, pero la psique es irreductible a la sociedad, en tanto desborda lo social y sus contingencias históricas. Por lo tanto, los sujetos fabricados no sólo han sido determinados, como individuos sociales, sino que son capaces de resignificarse en sus identidades, tomando distancia de los discursos hegemónicos, en las múltiples y heterogéneas formas de vivir como individuo social, pero además de resignificar sus formas de relación, así como los espacios simbólicos que habitan.

Bibliografía

- “Poder, Política, Autonomía”, Castoriadis

- “El Orden del Discurso”, Foucault

- “24/7: Capitalismo Tardío y el Fin del Sueño”, Crary