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La consolidación de Nueva España.

Enviado por   •  22 de Marzo de 2018  •  7.134 Palabras (29 Páginas)  •  249 Visitas

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Era el sucesor del último monarca Habsburgo de España, su tío-abuelo Carlos II, y fue el primer rey de la dinastía Borbón. Su reinado de 45 años y 3 días (en dos periodos separados) es el más dilatado de la historia de España.

El descontento y la búsqueda de representatividad.

El crecimiento demográfico de Nueva España trajo dos consecuencias importantes. La primera, el crecimiento económico, en especial en las ciudades mineras y en las que eran sede de instituciones de gobierno, como México y Guadalajara. La comercialización de la agricultura trajo muchos beneficios, como el aumento de pequeños productores, pero también ocasiono crisis nunca antes vistas.

Una segunda consecuencia del crecimiento demográfico fue que muchas personas ya no tuvieron cabida en las viejas corporaciones. Los artesanos que estaban en los gremios podrían exigir el respeto de sus privilegios, pero las ciudades se llenaron de inmigrantes que venían del campo y que no tenían donde trabajar, por lo que mendigaban o realizaban trabajos irregulares.

Cuando los criollos se vieron desplazados por los nuevos burócratas y funcionarios venidos de la metrópoli, reaccionaron pidiendo al mismo rey que les respetaran los puestos y cargos que tenían.

De esta forma, muchos criollos comenzaron a quedar al margen de las decisiones políticas y exigieron al gobierno metropolitano ser escuchados y respetados.

La aplicación de las reformas borbónicas ocasionó tal malestar entre la población novohispana, y particularmente entre los criollos, que lejos de fortalecerse el poder de la Corona española sobre los territorios americanos, se debilitó; la economía novohispana decayó y el malestar social comenzó a hacerse evidente. Aunado a ello, las guerras que libró la nación española contra otras potencias europeas en la segunda mitad del siglo XVIII mermaron su economía, a tal grado que España no pudo hacer frente a la devastadora crisis que supuso la invasión napoleónica a su territorio en1808.

Fueron muchas las medidas reformistas que ocasionaron gran descontento entre la población novohispana, entre ellas destacan:

La reorganización del territorio novohispano en intendencias.

La llegada de funcionarios peninsulares pagados por la Corona para ponerlos en puestos clave del gobierno virreinal que antes ocupaban los criollos.

Las restricciones al poder de la Iglesia católica y la expulsión de la orden de los jesuitas de los territorios españoles en 1767, pues esta orden se encargaba de la educación superior de los criollos.

La aplicación de estrictas medidas fiscales que afectaron los intereses de amplios grupos productivos, como la entrada en vigor en 1804 de la Cédula de consolidación de vales reales.

La supresión del monopolio del Consulado de México para el cobro de impuestos, mediante la creación de nuevos consulados en Veracruz, Puebla y Guadalajara.

Las medidas reformistas afectaron principalmente a los criollos, quienes consideraban injusto que las riquezas americanas se exportaran a España y que los americanos fueran considerados súbditos de segunda clase a quienes se impedía participar en la toma de decisiones políticas. Estos factores promovieron un resentimiento criollo contra los peninsulares lo que fomentó el surgimiento de un sentimiento nacionalista y de identidad que los llevó a defender con orgullo lo que consideraban propio. El sentimiento nacionalista se hizo evidente, por ejemplo, con el guadalupismo, es decir, la virgen de Guadalupe se convirtió en un símbolo que representaba a todos los sectores de la población novohispana por igual.

El perfil de nueva España hacia 1700.

En los dos impuestos siglos a la conquista, los pueblos indígenas lograron integrarse al orden impuesto por las autoridades hispánicas y consiguieron obtener ciertos privilegios que los beneficiaban, pero se hallaban sujetos a control de funcionarios, como los alcaldes mayores y los corregidores, que aprovechaban de su poder para explotar a la población indígena. Las ciudades empezaron a crecer, en especial puebla, Oaxaca, Querétaro y por supuesto, México. En la gran capital sede de los más templos, conventos y otro tipo de edificios, casi todos barrocos, lo que permitía hacer gala de la riqueza.

La metrópoli procuró no gastar ni intervenir demasiado en sus virreinatos aunque esto no proporcionara muchas ganancias de ellos.

Nueva España era la posesión más rica del Imperio español al finalizar el siglo XVII, pues en el territorio novohispano a lo largo de ese siglo se había incrementado el comercio interno y se habían abierto nuevos caminos, sobre todo hacia el norte, donde se habían descubierto minas y fundado pueblos. El desarrollo minero, la fundación de ciudades y el poblamiento de más territorios habían favorecido la expansión comercial y la generación de una mayor riqueza interna. Al iniciar el siglo XVIII Nueva España era el primer productor de plata en el mundo; la producción agrícola y ganadera estaba consolidada y la producción de manufacturas era suficientemente amplia para satisfacer gran parte de las necesidades de la mayoría de la población indígena y mestiza. El comercio era dinámico y promovía la expansión del virreinato hacia el norte, por lo que el territorio llegó a abarcar incluso más de la mitad de lo que actualmente conforma Estados Unidos de América.

La floreciente economía novohispana permitió que la población comenzara a crecer y recuperarse de la drástica disminución sufrida en los siglos XVI y parte del XVII, de tal forma que a lo largo del siglo XVIII se duplicó pasando de tres a seis millones de habitantes. La vida cultural en las principales ciudades novohispanas era activa y muy rica; constituía un ejemplo de grandeza y suntuosidad para ciudades de otras posesiones españolas en América. Sin embargo, la Corona española controlaba el comercio externo e impedía que sus colonias comerciaran con otras potencias navales y comerciales que a lo largo del siglo XVII habían adquirido un enorme poder económico, como Inglaterra, Francia y Holanda. Así, mientras esas naciones habían liberado su comercio estableciendo una relación abierta entre ellas, España continuaba monopolizando y centralizando el comercio con sus posesiones en América y Filipinas. Veracruz era el único puerto novohispano en el Golfo de México al que llegaban mercancías de Europa y del que salían productos americanos, mientras que en la costa del Pacífico

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