HEGEMONÍA Y PODER SIMBÓLICO.

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cuanto al poder simbólico, influye en las identidades pero, desde las instituciones, a través de las que se da sentido a todo lo que nos rodea, en las palabras de Bourdieu, el poder simbólico establece un “orden gnoseológico”, es decir, dar un sentido inmediato del mundo, específicamente, del mundo social. (Bourdieu, 2005 [1999]: 67)

Ésta influencia del poder simbólico y la hegemonía sobre las identidades, se la realiza principalmente a través de lo que Bourdieu llama “sistemas simbólicos”, tales como el arte, la religión, la lengua, el mito y la ciencia. Estos sistemas simbólicos establecen en primer lugar, las maneras de relacionarse entre personas y en segundo lugar, establecen también formas de pensar y actuar. (Bourdieu, 2005 [1999]: 66) Si retomamos el ejemplo de la religión católica, la manera de relacionarse que ordena es de subordinación y en cuanto a las formas de pensar y actuar, deben estar siempre orientadas a hacer lo correcto, y por esto nos referimos por ejemplo a no mentir, en sí a cumplir sus diez mandamientos. De no ser así, nos convertimos en pecadores, en no merecedores del cielo, en fin, determinan lo que deberíamos o no hacer, lo que influye en nuestra forma de ser y actuar, en nuestra identidad.

Finalmente, entre hegemonía y poder simbólico existe una diferencia, radica en que mientras el poder simbólico está constituido como una estructura, la hegemonía tiende a estar en constante reinvención. Se puede encontrar ésta diferencia, porque, la hegemonía según Williams es un “proceso social total” (Williams, 2009 [1997]: 149) y el poder simbólico siempre va a ser, como lo denomina Bourdieu, una “estructura”. Es así que el poder simbólico cuenta ya con normas establecidas que solo buscan, como ya se ha visto, a través de varios mecanismos, lograr la credibilidad de las personas. Pero si hablamos de hegemonía, son prácticas que no tienen normas establecidas, por lo que están expuestas a varios tipos de repuesta como aceptación, objetivo principal de la hegemonía; negociación o rechazo. Por lo tanto, para conseguir su objetivo principal deberá estar en constante reinvención.

La necesidad de reinvención de la hegemonía, radica en la presencia de grupos subalternos que se encuentran en constante resistencia frente a los procesos hegemónicos. Éstos son grupos que rechazan las propuestas hegemónicas, y pretenden contrarrestarlas, por ejemplo, desde siempre se ha mantenido la idea de que el matrimonio se debe dar entre personas de distintos géneros, es decir, hombre y mujer; pero en la actualidad existen grupos GLBTI que defienden sus derechos y piden la aprobación de matrimonio entre personas del mismo género. El poder simbólico, no sufre de ésta necesidad de estarse reinventando, ya que cuenta con normas y jerarquías ya inscritas en sus estructuras, que de paso, ayudan a estructurar. Un claro ejemplo tenemos en la educación, que nos enseñan a ser unos buenos servidores del sistema.

Como se ha visto en el presente ensayo, tanto hegemonía como poder simbólico giran en torno a la obtención de poder, que sin el uso de la violencia, buscan la subordinación de las personas a través de algunos mecanismos, en especial de los sistemas simbólicos. Si bien es cierto, existen grupos que muestran su desacuerdo ante éste tipo de prácticas, pero también es cierto que hay muchos quienes todavía callan, si eres uno de ellos, no lo hagas más, si te sientes afectado, dilo, las cosas podrían cambiar y tú serías parte de ese cambio.

Bibliografía:

Bourdieu, P. (2005 [1999]). “Sobre el poder simbólico” en Intelectuales, política y poder. (pp. 65-73). Buenos Aires: Eudeba.

Williams, R. (2009 [1997]). “Hegemonía” en Marxismo y literatura. (pp. 148-165). Buenos Aires: Las cuarenta.