Hiperconsumo
Enviado por klimbo3445 • 22 de Junio de 2018 • 4.355 Palabras (18 Páginas) • 271 Visitas
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a base de su poderío militar. Con el triunfo de las tribus bárbaras, francas y sajonas, surgió un periodo de oscurantismo, donde las artes y el conocimiento quedaron a un lado. En la edad media surgió un nuevo paradigma con el Teocentrismo como estandarte. La iglesia católica y los reyes controlaban el porvenir. La ética y la moral basada en el cristianismo, la castidad, la caballería, las artes como devoción a Dios, eran grandes valores de dicha época. Existía poca tolerancia hacia otras cosmovisiones. Pero sería a través de la influencia musulmana y a la perspicacia de algunos monjes, traer de vuelta parte del conocimiento antiguo romano y griego. En la edad media se tenía una visión de la naturaleza de una forma contemplativa a las obras del Creador. Grandes extensiones de tierra pertenecían a los señores feudales, administradores de sus vastos terrenos que concesionaban a los vasallos y sus siervos bajo ciertas condiciones. Les aseguraban protección a cambio del pago de impuestos y defensa militar. Teóricos como San Agustín y Santo Tomás de Aquino cimentarían las bases de los ideales cristianos.
En este contexto presentado con antelación se puede formular una vaga idea de la mecánica social de dicha época. Lo cual sirve para poder entender la cosmovisión de hombre-recursos, hombre-necesidades. En dicha época se tenía la concepción de que todos los seres vivos y recursos naturales existían para la cabal satisfacción de los requerimientos del hombre. Pero también se veía a la naturaleza de forma contemplativa. Un buen representante de dicha cosmovisión fue San Francisco de Asís, el cual con su “Laudato si” exclamaba “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas. Se dependía exclusivamente de la naturaleza para la subsistencia. En las iglesias era indispensable la oración por un buen ciclo de cosechas. “Vivían una existencia dominada por el ciclo de los trabajos agrícolas y su subsistencia dependía de la tierra, de la que obtenían todos sus recursos”
Con la caída de Constantinopla y al mismo tiempo con la creación de la imprenta de Gutenberg, se daría paso a una época conocida como el renacimiento, influenciado por los burgos, en donde el hombre se convirtió en el “centro”. Dicho periodo se caracterizó por el renacer de diversas áreas del conocimiento que se habían estancado durante siglos, y que ahora estaban enfocadas en la prevalencia del hombre como detonante del progreso humano por medio del arte, la estética y la ciencia. La brecha entre las clases sociales se acentuaba con el empoderamiento de los burgos, los cuales junto con la clase noble ostentaban un estilo de vida contrastante al de las clases bajas, una vida llena de lujos y comodidades, el surgimiento de nuevas tecnología permitiría el aprovechamiento de los recursos naturales de una forma distinta.
Este paradigma sería cambiado con la Ilustración, el periodo que dio paso a la modernidad con las ideas Newtonianas, en las que por medio de la ciencia y la razón se buscaba retornar al paraíso perdido. La luz de la razón eclipsa el mal de la ignorancia. Se caracterizó por la secularización y el antropocentrismo en conjunción de la ciencia, se postula a la libertad como mecanismo fundamental de la formación de un hombre sano. La cultura se dividía en arte ciencia y moralidad. En esta época el medio ambiente era fundamental para la observación de los fenómenos naturales y químicos, que producían descubrimientos científicos. Es en está época cuando surgen los grandes próceres de la ciencia actual, que con sus descubrimientos y tecnologías se captarían los recursos de una forma más eficiente. Permitiendo que mayores sectores de la población tengan acceso a materias primas básicas a un menor coste.
Segunda Revolución industrial (Ana Isabel)
La historia del hiperconsumismo se remonta a las transformaciones que, a fines del siglo XIX, establecieron los fundamentos de una fase expansiva del desarrollo capitalista tras la denominada Gran Depresión de 1873. La nueva concentración empresarial y la limitación de la competencia que condujo a la segunda revolución industrial. Además de la consolidación del sistema político-económico del imperialismo que articuló el comercio mundial hasta bien entrado el siglo XX. En base a estos problemas que se topó este sistema es que nace a orientación por el capitalismo de consumo.
La Segunda Revolución Industrial desarrolló entre mediados del siglo XIX hasta el año 1970 y llevó consigo diversos desarrollos dentro de la industria química, eléctrica, de petróleo y acero. La pérdida progresiva de rentabilidad debida a la generalización de innovaciones como la electrificación y el motor de combustión interna, por un lado, y la práctica paralización de la circulación de capitales causada por las tensiones internacionales originadas fundamentalmente por la Primera Guerra Mundial y la Revolución rusa, abrieron la posibilidad de que los excedentes se reinvirtieran en la producción de bienes de consumo duraderos –automóviles y electrodomésticos–. De este modo, el entero sistema capitalista de producción y distribución empezó a evolucionar lentamente desde una orientación extensiva, en la cual el objetivo era siempre acceder a nuevos mercados exteriores, a otra intensiva, en la cual el nuevo objetivo era explotar como nunca antes el mercado interno (Cfr. Alonso, 1985: 12-19).
Otro cambio importante en esta época y que supone el comienzo del consumismo es la producción en masa de bienes de consumo, el enlatado de alimentos, refrigeración mecánica y otras técnicas de conservación. Ahora bien, para que hubiera efectivamente un mercado interno por explotar, era completamente imprescindible no sólo mejorar las condiciones salariales de las masas obreras, sino también educarlas en una cultura que, lejos de valorar la previsión, el ahorro y la austeridad de sus abuelos campesinos, premiara en cambio la espontaneidad, el gasto y la ligereza de los que harían gala poco después sus nietos urbanos. De ahí que con inusitada rapidez aparecieran, como ha señalado el sociólogo Luis Enrique Alonso, “normas de consumo, formas de vida y bases salariales incompatibles con las formas clásicas de mantenimiento de la mano de obra en el siglo XIX, presididas por la pobreza y el subconsumo” (Alonso, 1985: 17), normas de consumo, formas de vida y bases salariales que, en sintonía con el durísimo sistema de producción teorizado por Frederick Taylor y aplicado por Henry Ford,
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