Masculinidad

LA MASCULINIDAD.

La masculinidad ha sido considerada como una herramienta de análisis útil para el abordaje de aspectos tanto materiales como simbólicos relacionados con los atributos que le definen como modelo hegemónico en relación con la vida de los varones, es decir, al estudio de condiciones tanto individuales como estructurales ligadas al significado de ser varón en diferentes espacios y tiempos.

Los estudios sobre masculinidad se iniciaron a partir de los años 80’s por grupos de hombres parte del movimiento mitopoético y el movimiento por los derechos de los hombres surgidos ambos en Estados Unidos a finales de la década de los 80, y ambos, defendiendo la idea de que el feminismo es nocivo para la masculinidad. Podría decirse que fue a partir de este punto cuando los varones se convirtieron explícitamente en objetos de estudio desde una perspectiva de género pues, cabe recordar que, ya a finales de los años cincuenta, en algunas revistas de Ciencias Sociales en Estados Unidos se publicaron las primeras discusiones e investigaciones acerca del “rol sexual masculino”, en las que el tema central era su posibilidad de cambio.

Al des-cubrir a la mujer como sujeto social y objeto de estudio, se des-cubrió también al varón como tal e igualmente construido por la cultura, así pues, desde el campo de los estudios de la mujer, al igual que del feminismo académico, es inevitable abordar las relaciones entre los géneros e incorporar el estudio de la condición masculina como parte sustancial de la definición de ser mujer y de la construcción de identidades.

En el anterior párrafo mencionamos la necesidad de la condición masculina en el estudio de la femenina, siendo uno de los principales el “patriarcado”, este término alude a una forma específica de opresión basada en un aspecto de la institución “paternidad”. Para ella la opresión de las mujeres se basa en una masculinidad adulta colectiva con prácticas vinculadas al ejercicio y a la búsqueda competitiva por el poder.

Lo que sostiene al patriarcado como sistema social imperante es la masculinidad hegemónica que mantiene los privilegios masculinos, y también las prácticas de género en torno a este modelo. Esta masculinidad hegemónica obstaculiza los cambios definitorios en la condición masculina. Además, tiende a naturalizarse y muchas personas la siguen considerando un orden biológico.

Los valores epistémicos implícitos en los desarrollos teóricos sobre la

masculinidad hegemónica, comparten lo fundamental con las teorías feministas: se reconoce la injusticia hacia las mujeres e incitan un cambio social. Además, implican un objetivo político claro, que sería el combate al patriarcado.

La masculinidad hegemónica hace que los varones identifiquen al hombre ideal con el ser buen proveedor, ser fuente de conocimiento y autoridad, y ser lo suficientemente fuerte de carácter como para transmitir a su esposa e hijos sentimientos de seguridad, no solo en un sentido financiero sino emocional; se hace evidente el sentimiento de inadecuación de los varones para cumplir con tales definiciones.

Al realizar este reporte de lectura, en un principio teníamos la expectativa de que se hablara más sobre la masculinidad, que es lo que lo provoca y todo lo que conlleva. Sin embargo, se centró en cómo afecta este término al feminismo y el porqué es importante para el mismo, además de definirlo. Concluimos que la necesidad de entender "la masculinidad" es muy importante para el feminismo, ya que un mayor conocimiento y entendimiento de aquellos llamados "opresores" ayudará a identificar las raíces de esas actitudes que se oponen al progreso de las mujeres en nuestra sociedad. Además si queremos ir por un camino hacia la igualdad, lo primero que debemos hacer es terminar con la separación de los dos espacios que se han creado a lo largo de todos estos años.