YUYANAPAQ.
Enviado por karlo • 25 de Enero de 2018 • 2.775 Palabras (12 Páginas) • 274 Visitas
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... con las manos y los pies amarrados, hasta las trenzas salidas de las señoritas, a quienes los habían cortado con hacha, cuchillo, pico, incluso les habían echado agua caliente...encontraron a los niños quemados sus manitos, caritas,... a los niños recién nacidos les habían sacado las tripas y pisado sus cabezas hasta que salgan sus sesos...)
Aproximadamente a las doce del día, Elías Tacas -quien venía de Ataccara- se presentó ante los comuneros de Lucanamarca que se encontraban realizando una faena comunal en la carretera que conduce a Huancasancos y advirtió sobre la presencia de los subversivos. Ante esta situación, los comuneros formaron un grupo de trece varones, en su mayoría jóvenes, a quienes enviaron con dirección a las zonas altas con la finalidad de indagar sobre lo que estaba ocurriendo, mas no a enfrentarse con los subversivos. El grupo restante de comuneros regreso al pueblo. Al llegar al paraje denominado Muylacruz, fueron emboscados por los senderistas, quienes obligaron a los comuneros a tenderse en el piso para después darle muerte a diez de ellos. Cirilo Curitomay, Baldomero Curitomay y Fidencio Quichua lograron escapar ilesos en circunstancias no esclarecidas. Algunos testigos atribuyen este hecho a que Cirilo y Baldomero Curitomay eran parientes de Gilber Curitomay –hermano de los mandos locales Olegario y Nicanor Curitomay asesinados el 22 de febrero-, quien habría integrado la columna senderista. Alrededor de las cuatro de la tarde, los senderistas hicieron, finalmente, su ingreso al pueblo de Lucanamarca por la carretera. Inicialmente, este grupo habría sido confundido con pobladores de los anexos vecinos a quienes previamente se había solicitado ayuda en caso de una incursión de elementos subversivos.
Cuando los comuneros se percataron de que se trataba de una columna senderista, algunos de ellos escaparon hacia las alturas del cerro conocido como “Calvario”, desde donde intentaron repeler el ataque de los subversivos con hondas; sin embargo, los subversivos hicieron uso de sus armas de fuego contra estos pobladores. Como producto de este desigual enfrentamiento, varios comuneros resultaron heridos, algunos lograron escapar por los cerros vecinos y otros fueron capturados. Después de ingresar al pueblo, los subversivos se dividieron en varios grupos, algunos de los cuales habrían permanecido en las afueras como vigías, mientras que otros habrían ido a buscar a determinadas personas directamente a sus domicilios –algunos testimonios hacen referencia a la presunta existencia de una lista en poder de los sediciosos-. Los senderistas, con apoyo de vecinos de Lucanamarca, invocaban a la población a no huir y afirmaban que solamente iban a realizar una asamblea en la plaza. Algunos sobrevivientes como Gualberto Tacas Rojas, ex alcalde de Lucanamarca, refieren con detalle lo ocurrido aquella tarde.
Según su testimonio, fue interceptado en una de las calles por dos senderistas, uno de los cuales lo reconoció como Alcalde, por lo que le dispararon con un arma de fuego. El disparo impactó detrás de su oreja y el proyectil salió por su rostro. El Aproximadamente a las doce del día, Elías Tacas -quien venía de Ataccara- se presentó ante los comuneros de Lucanamarca que se encontraban realizando una faena comunal en la carretera que conduce a Huancasancos y advirtió sobre la presencia de los subversivos. Ante esta situación, los comuneros formaron un grupo de trece varones, en su mayoría jóvenes, a quienes enviaron con dirección a las zonas altas con la finalidad de indagar sobre lo que estaba ocurriendo, mas no a enfrentarse con los subversivos. El grupo restante de comuneros regreso al pueblo. Al llegar al paraje denominado Muylacruz, fueron emboscados por los senderistas, quienes obligaron a los comuneros a tenderse en el piso para después darle muerte a diez de ellos. Cirilo Curitomay, Baldomero Curitomay y Fidencio Quichua lograron escapar ilesos en circunstancias no esclarecidas. Algunos testigos atribuyen este hecho a que Cirilo y Baldomero Curitomay eran parientes de Gilber Curitomay –hermano de los mandos locales Olegario y Nicanor Curitomay asesinados el 22 de febrero-, quien habría integrado la columna senderista. Alrededor de las cuatro de la tarde, los senderistas hicieron, finalmente, su ingreso al pueblo de Lucanamarca por la carretera.
Inicialmente, este grupo habría sido confundido con pobladores de los anexos vecinos a quienes previamente se había solicitado ayuda en caso de una incursión de elementos subversivos. Cuando los comuneros se percataron de que se trataba de una columna senderista, algunos de ellos escaparon hacia las alturas del cerro conocido como “Calvario”, desde donde intentaron repeler el ataque de los subversivos con hondas; sin embargo, los subversivos hicieron uso de sus armas de fuego contra estos pobladores. Como producto de este desigual enfrentamiento, varios comuneros resultaron heridos, algunos lograron escapar por los cerros vecinos y otros fueron capturados.
Después de ingresar al pueblo, los subversivos se dividieron en varios grupos, algunos de los cuales habrían permanecido en las afueras como vigías, mientras que otros habrían ido a buscar a determinadas personas directamente a sus domicilios –algunos testimonios hacen referencia a la presunta existencia de una lista en poder de los sediciosos-. Los senderistas, con apoyo de vecinos de Lucanamarca, invocaban a la población a no huir y afirmaban que solamente iban a realizar una asamblea en la plaza. Algunos sobrevivientes como Gualberto Tacas Rojas, ex alcalde de Lucanamarca, refieren con detalle lo ocurrido aquella tarde. Según su testimonio, fue interceptado en una de las calles por dos senderistas, uno de los cuales lo reconoció como Alcalde, por lo que le dispararon con un arma de fuego. El disparo impactó detrás de su oreja y el proyectil salió por su rostro. El declarante refiere haber permanecido inconsciente y, al recobrar el conocimiento, se arrastró hasta una casa cercana, donde fue posteriormente encontrado por los vecinos. Los pobladores que no lograron huir fueron conducidos por aproximadamente treinta subversivos hasta la plaza de Lucanamarca. En este lugar, los senderistas separaron a los varones adultos de las mujeres y los niños. Los varones fueron obligados a tenderse en el piso frente a la iglesia, mientras que las demás personas permanecieron en una esquina cerca al antiguo local municipal.
Cuando los senderistas se alistaban a proceder de igual forma con un segundo grupo de varones y con las mujeres que se hallaban en la plaza, un niño llamado Epifanio Quispe Tacas alertó con gritos, desde la parte alta de la iglesia, sobre una supuesta llegada de las fuerzas del orden. Al escucharlo, los senderistas se retiraron del lugar. De acuerdo
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