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Something else besides a mother

Enviado por   •  4 de Enero de 2019  •  3.409 Palabras (14 Páginas)  •  292 Visitas

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Chodorov, en su análisis sobre la conexión madre-hija ha señalado el camino a un nuevo valor situado en la identidad femenina múltiple capaz de transferirse entre la identidad de madre e hija. Al contrario que Freud, ella no cree que la separación del proceso de identificación masculina sea una norma de la cual las mujeres se desvían.

Irigaray celebra los múltiples y difusos placeres del cuerpo femenino y del sexo femenino, que no es una sola cosa. Pero cuando la mujer se ve forzada a entrar en la economía dominante del placer visual, inmediatamente es relegada a la posición pasiva del objeto de belleza. La solución utópica de Irigaray al problema de como las mujeres pueden representarse a sí mismas es muy importante: propone una comunidad de mujeres relacionándose y hablando unas con otras fuera de las restricciones de un lenguaje masculino que reduce todo a su propia necesidad de identidad; una homosexualidad femenina en contraposición a la homosexualidad masculina que hoy día gobierna las relaciones tanto de hombres con hombres, como de hombres con mujeres.

Adrienne Rich argumenta que el lesbianismo es una alternativa importante a la economía machista de la dominación. Sean o no homosexuales las preferencias sexuales de una mujer, el mero hecho de una existencia lésbica prueba que es posible resistirse a los valores dominantes del hombre con una relación más cuidada, similar a la maternidad. La emoción que generada cuando las mujeres se juntan, van de compras “para sacar provecho de sus propios valores, para hablar, para desearse” no debe ser subestimada. El cuerpo femenino es igual de importante para Rich como para Irigaray.

Algo más detrás de una madre

Un conflicto básico de Stella Dallas gira alrededor de la excesiva presencia del cuerpo y el vestido de Stella. Ella presume una creciente y exagerada presencia femenina que la comunidad ofendida prefiere no ver, está deseosa de exagerar tanto el buen gusto como el sex appeal. Pero cuantas más joyas, pieles y demás se pone Stella, más pone de manifiesto su inadecuación patética. Su estrategia resulta contraproducente ante los ojos de una clase alta retrógrada, que solo valora una idea de feminidad simple y elegante, pues para ellos Stella es una caricatura, una mascarada de lo que significa ser una mujer. Sin embargo, Stella nunca pudo entender un pensamiento tan retrógrado, ni tampoco los intentos de su marido, de clase alta, de hacer que no llamase tanto la atención, mejorando su inglés y mejorando su vestuario. Ella se defiende pensando que tiene estilo a patadas.

El estilo es la pintura de guerra que ella se aplica con cada asalto a su legitimidad como mujer y madre. Una escena en particular donde se puede ver esto es la escena en la que le enseña la foto de Helen y la mancha. En esta escena además se ve la complicidad entre ellas, cuando en seguida, la niña se siente mal y va a hacer las paces y ambas se ponen la máscara, se ponen buena cara la una a la otra. “Stacks of style”, capas de maquillaje y joyas, son los típicos complementos de la mujer fetichizada. Sin embargo, tal fetichización parece fuera de lugar en una película para mujeres. Por lo general, la preocupación de las películas de mujeres con una mujer de edad madura, víctima y sufridora, ha tendido a reprimir e histerizar el cuerpo de la mujer en un discurso médico o en la paranoia.

Ciertamente, esta es una situación en la cual el cuerpo de la mujer, no parece probable que plantee la amenaza de la castración ya que, los televidentes más importantes de la película son mujeres. Para el televidente masculino el fetichismo triunfante desvía la atención de esa falta de pene al llamar la atención de otros aspectos de las diferencias de la mujer. Todo el cuerpo femenino se transforma en un fetiche que sustituye al falo que ella no posee. En Stella Dallas, sin embargo, la fetichización de Stella no es satisfactoria; la mascarada de feminidad es demasiado obvia y el principal punto de vista de toda la película es femenino. La escena en que Laurel se siente avergonzada de su madre es una grotesca parodia del más profundo deseo de Stella de ser tan glamurosa como la gente de las películas. Laurel, que no se siente preparada para demostrar que ella es su madre, sale corriendo y, en el camino en tren de vuelta a casa, madre e hija escuchan a las amigas de Laurel reírse y burlarse de la vulgar apariencia de Stella. Así que Stella, no solo vive su propia humillación, sino que además se da cuenta en la parodia (travesty) en que se ha convertido al compartir la humillación con su hija.

Al verse a sí misma a través de los ojos de su hija, Stella ve por primera vez la realidad de su situación social desde el punto de vista de la comprensión de su hija, pero cada vez más desde el sistema de valores de clase alta del que está rodeada cuando visita a su padre: una mujer luchadora sin educación que hace lo que puede con los recursos que tiene. Y es esta visión comprensiva de Laurel lo que le lleva a desarrollar la mascarada que alienará a Laurel para siempre, probándole que no es posible combinar el deseo femenino con el deber de una madre. Stella, falsamente, dice que quiere ser algo más que una madre. La ironía no es solo que, por ahora, no hay nada más que ella quiera ser, sino que está también en fingir esto a Laurel representa una parodia dolorosa de ella misma fetichizada. Así resucita la persona que solía ser en sus buenos tiempos, aunque no llegó a ser, solo para convencer a Laurel de que es una madre que no vale la pena. Representa un escenario falso de ensimismamiento narcisista.

En la escena en la que hace ver todo esto a Laurel, leyendo una revista, se le da un giro peculiar a la imagen convencional de la mujer fetichizada, porque donde la mascarada convencional de la feminidad se puede ver como un intento de tapar las carencias biológicas con un exceso de gestos, vestidos y adornos femeninos; aquí la fetichización funciona como una negación patética de faltas sociales mucho más importantes, como el dinero, la educación y el poder. Este espectáculo que Stella hace para Laurel desplaza las auténticas causas sociales y económicas de su adecuación como madre a un deseo de realizarse como mujer, ser algo más que una madre. Al principio fingió un instinto maternal que realmente no tenía para encontrar un lugar mejor, sin embargo, ahora finge una carencia de la misma preocupación para mandar a Laurel a un lugar mejor. Ambos roles son falsos y, aunque ninguno nos permite ver a la auténtica mujer detrás de la máscara, la sucesión de roles que acaban en la humildad final de la escena de la ventana, en la que Stella se quita todas las máscaras para convertirse en el espectador

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