Broncas de futbol.
Enviado por poland6525 • 14 de Marzo de 2018 • 1.103 Palabras (5 Páginas) • 254 Visitas
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creo que haya podido escucharlo.
Llegamos a casa satisfechos por la jornada, mi hija me dio un beso y fue a su dormitorio, mi esposa me preguntó si quería algo, le dije que no, que solo quería escuchar la radio y los comentarios, saber como terminaba la tabla de posiciones después de aquella victoria. Ella se fue al dormitorio y yo encendí el estéreo, los comentaristas daban a conocer los resultados, me emocioné, el rival directo había perdido y nosotros estábamos punteros, no podía sentirme mejor. El timbre de la casa sonó, me levanté y abrí la puerta, era Esteban, el mejor amigo de mi hijo, al verlo sentí un sudor frío bajando por mi espalda, temblaba, no me miraba, busqué a Miguel, no estaba, entonces me desesperé y le pregunté que había ocurrido. Él abrió la boca para decirme que estaba en el hospital, cerré la puerta y corrí al auto, Esteban subió y en el camino me contó lo ocurrido.
Después de salir del estadio, se habían quedado comiendo hot dogs cerca del recinto, no se percataron que la barra del equipo rival ya estaba saliendo, cuando quisieron irse, un grupo de jóvenes los empezaron a insultar, a pesar de no responder, uno de ellos se había parado frente a ellos desafiándolos, al no encontrar respuesta de los muchachos, apenas con diecisiete años, aquel joven golpeó a mi hijo, Esteban empujó al agresor queriendo defenderlo, pero solo logró que aquel tipo se enfurezca, vio como de su bolsillo sacaba una navaja y apuñalaba a Miguel mientras gritaba que nadie se metía con la barra brava, aquella del equipo visitante. Esteban gritó pidiendo ayuda y los agresores habían huido. Unos oficiales de policía llegaron al lugar y asistieron a mi hijo, una ambulancia lo llevó al Hospital.
Llegamos y de inmediato fuimos a la sala de espera, mi hijo estaba en el quirófano, la desesperación llenaba mi ser, entonces un médico salió y preguntó por algún familiar, me presenté como su padre. Puso su mano derecha en mi hombro y dijo que debía despedirme, mi hijo estaba agonizando. Entré al cuarto, allí estaba él, a quien crié con amor, paciencia, y tesón. Tendido en una cama de hospital, cuando hace pocas horas estaba lleno de vida y de ilusión. Me acerqué, tomé su mano, vi como abría sus ojos con mucho esfuerzo, me miró y sonrió, apretó mi mano y me dijo: "Ganamos papá" luego cerró sus ojos para siempre. Por horas me quedé de rodillas junto a su cama, reprochándole al mismo Dios lo que había ocurrido, preguntándole porque me lo había arrebatado, porque se había llevado a Miguel. Ahí en ese cuarto de hospital, mientras se esfumaba la vida de mi hijo, también lo hacían las gambetas, los pases, los goles, las atajadas, todo aquello que me emocionaba ahora solo era causa de dolor, de ira, de frustración, el fútbol en cuestión de horas pasó a ser la cosa mas odiada en mi vida, lo que alguna vez fue motivo de alegría era ahora la causa de mi desgracia. Todo por culpa de la obsesión desmedida de un individuo que pensó que el color de su camiseta valía más que la vida de mi hijo. Ese fue el día en que el fútbol
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