IMAGIMNASIA EVALUACIÓN Y FORMACIÓN

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Es interesante darle lectura a todos aquellos vestigios de desgaste que presenten los flotadores que debieran evitar los naufragios, para ir transformando/ modificando su diseño y su hidrodinamismo en aras de que su llegada sea la orilla de una ballena.

Todo lo manifestado tiene buen son e invita al júbilo, y nos permite hacer una observación de los actos de ese sujeto que está poseído por esa idea, serán buenos-regulares-neutros, tendrán la simpatía del colectivo de cuerpos o serán los anticristos con las arterias vacías de complejos, e ahí, en esa pausa, donde nos percatamos de ese reclamo, de recuperar algo esencial que hemos olvidado, la función formativa de esos puertos, responsables de los próximos vuelos en globos aerostáticos bajo el sombrero del mundo vacunados para enfrentar a esta “era de hierro planetaria” (Morin, 2003). “Ese sustrato de la persona, más misterioso e inasible, se desarrollan fuerzas y procesos, amores, atracciones, afinidades, solidaridades, esperanzas, ahí se abre la posibilidad de la decisión libre y del orden moral” (Latapí, 2001); cuando nos referimos a este tópico no es hablar de hablar de abandonar la educación en conocimientos, o de estructurar una asignatura de contenidos valorales, absolutamente no, existe una conexión de multiplicidad de fuerzas y procesos. “El juicio de valor está intrínsecamente ligado al juicio de hecho y no separado de él” (Morin, 1999), porque el juicio de hecho que surge del conocimiento es siempre “responsabilidad de quien lo afirma”(Lonergan, 1999) y todo conocimiento tiene implicaciones éticas para el individuo que conoce y para el contexto socio-histórico en que se produce ese conocimiento. Es decir atender los valores como el corazón de la educación, entendiendo el corazón como el órgano que procesa, redimensiona, “oxigena” y distribuye los aprendizajes de todo tipo que se hacen en la escuela para darles un sentido en la existencia personal del educando y para hacerlos pertinentes para la transformación de la sociedad en y para la que ese individuo se está educando.

En todo sujeto existe este “sustrato misterioso e inasible” que puede lograr que hasta la diminuta hoja se convierta toda ella en arte con su personal semiología a cuestas arrebatándole la atención a la oveja.

Todo éste paseo holístico nos debe llevar a observar nítidamente por donde debe empezar la diferencia para que la rueda pueda encontrar su inercia y su ritmo, y nos permitan despejar las neblinas del cielo para que los globos aerostáticos obtengan su cuarto para las doce, por lo que los puertos deben empezar por cambiar su andamiaje, vestirse de frac, hacer suya esa idea, darle diferentes ritmos, invitar a que sea conocida, aplicarla hasta en la barra del bar más próximo, dejar en olvido el traje de oralidad y colocarse los huaraches del verbo, de la transformadora acción, del esto se hace así, del somos un colectivo, aprender a correr riesgos, del atreverse a equivocarse, mejor dicho del atreverse a descubrir aprendizajes, del observador aúlico, del que registra hasta la sombra del pupitre, del que propone, del que escucha lo que se tenga que escuchar, del que permite la libertad.

Manifiesto:

Que hasta ahora no hemos hecho otra cosa que imitar al mundo en sus aspectos, no hemos creado nada. ¿Qué ha salido de nosotros que no estuviera antes parado ante nosotros, rodeando nuestros ojos, desafiando nuestros pies o nuestras manos?.

No seré tu esclavo, sistema; seré tu amo. Te servirás de mí; está bien. No quiero ni puedo evitarlo; pero yo también me serviré de ti. Yo tendré mis árboles que no serán como los tuyos, tendré mis montañas, tendré mis ríos y mis mares, tendré mi cielo y mis estrellas. Y ya no podrás decirme: “Ese árbol está mal, no me gusta el cielo…, los míos son mejores”. Yo te responderé que mis cielos y mis árboles son los míos y no los tuyos, y que no tienen por qué parecerse. Ya no podrás aplastar a nadie con tus pretensiones exageradas de vieja chocha y regalona.

Adiós, viejecita encantadora; ya tengo edad para andar solo por estos mundos con una única arma difícil de mantenerla en condiciones: la congruencia…

BIBLIOGRAFÍA

Gimeno, S., J., El currículo: Una reflexión sobre la práctica, España, Editorial Morata, 1996.

Huidobro, Vicente, Altazor, México, Conaculta, 1999

Jurjo, Torres, El curriculum oculto, España, Editorial Morata, 2005.

López-Calva, M., El corazón de la educación y la educación del corazón, México 2011.

Pericles, Peter, Barthes y el imperio de los signos, España, Editorial gedisa, 2004.

Schmelkes, Sylvia, Hacia una mejor calidad de nuestras escuelas, Colección INTERAMER, 1994.