La hisoria del futbol.

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La identidad con el club de fútbol también se generan por herencia familiar o bien por los modos de socialización de un barrio. En el primer caso, es el típico de “en mi familia somos todos de la Academia”, es una transmisión generacional. Para el caso del barrio, eso está más relacionado con el arraigo que se tenga con el lugar de procedencia y el modo en que se fue socializando. Entonces uno puede escuchar “hasta los 8 años viví en la paternal, y después nos fuimos a La Plata y yo soy hincha del Pincha” o bien puede darse el caso inverso.

El fútbol logra revivir los sentimientos nacionalistas más bajos. En un partido los rituales -las banderas ondeando, los himnos nacionales, los cantos colectivos- y el lenguaje que se emplea pueden revivir rivalidades nacionales y conjurar los fantasmas de guerras pasadas. Es el caso cuando se enfrentan Argentina-Inglaterra, Argentina- Chile, que no son una simple rivalidad futbolística porque cargan consigo el peso de la historia. Países enemistados política y militarmente hoy se reviven cuando estos se enfrentan mediante los canticos.

En el fútbol hay devoción, tiene un poder simbólico, es decir; un poder invisible que, logra que las personas se identifiquen de manera simultánea y múltiple. Logra obtener la atención desmedida de las masas; no hace falta más que recordar un partido de la selección nacional en un mundial o un súper clásico y ver que el “mundo se paraliza” durante los 90 minutos del juego. Nadie sale, nadie entra, cada cual conserva su lugar. Por eso, el fútbol, se convierte en una importante atracción social donde confluyen pasiones, intereses iguales y contradictorios. Un partido de fútbol es un encuentro, donde las adhesiones pueden ser distintas pero no excluyentes.

Argentina y el Fútbol

Se dice que el fútbol es popular, porque un estadio es accesible a todos los niveles sociales. Gusta a muchos sin que importe su clase social o su ideología. El futbol para el argentino es una expresión cultural.

Cuando se va al estadio, al “templo” se busca “tocar el cielo con las manos”, aunque sea por un instante, salir de la realidad, de las exigencias. Cuando el hincha va a “su cancha” va con sed de gloria, con energía, pasión, bronca por el rival, alegrías y allí en el estadio se da lo que en los canticos se escucha “tenemos que dejar todo”. Ir al estadio es una “fiesta” donde la rutina se detiene, donde unos se libera de lo cotidiano. En Argentina, el fútbol despierta alegrías y tristezas como ningún otro deporte.

En el país, el futbol siembre estuvo ligado al momento social, político y económico, siendo usado como un elemento de la política para el dominio de las masas y veces también como pantalla para tapar la realidad en que vivían los argentinos. Ningun político jamás resistió posar junto a la figura del ganador, del más grande con el objeto de lograr con esa imagen y ganar popularidad, adeptos. Basta analizar las diferentes sucesiones presidenciales argentinas, con sus demostraciones de parcialidad hacia un club o un jugador, con el objeto de ganar la aceptación de la gente. No hay que olvidarse, que en el 2015 el país vivió un año de elecciones y entre las figuras que detentaban la presidencia se disputaban el apoyo del jugador del pueblo, Carlitos Téves, quien había llegado al país para reincorporarse a Boca en junio de ese mismo año.

Durante la década de los 40 y 50, bajo los mandatos peronistas, se le dio gran importancia al deporte en general, y fútbol fue utilizado como elemento que le permitiera construir en el imaginario social la existencia de una argentinidad.

El 14 de mayo de1953, Argentina enfrenta a Inglaterra en un amistoso en el estadio de River. El encuentro finalizó con un 3 a1 a favor de la selección nacional. Ese fue el día emblemático, porque para todos los argentinos fue el día que se nacionalizó el futbol, como si se hubiese ganado la identidad propia, por haberle ganado a quien fue su maestro. En honor a quien fue el primer el convertidor del primer tanto, Ernesto Grillo, es que se celebra el día del jugador de fútbol argentino cada 14 de mayo[3].

El fútbol tuvo una gran importancia para la Revolución Argentina de 1966. En ese periodo el poder político tendría una gran influencia sobre este deporte y lo usaría para intentar “federalizar” al país, esto sucedería con la aparición de los Campeonatos Nacionales de Clubes, donde un simple equipo de cualquier provincia argentina se enfrentaría con los grandes equipos del fútbol como Boca, River o Racing.

Otro hito importante por su significado, fue el mundial de fútbol de 1978, organizado en el país, con el objetivo de mostrarle al mundo una Argentina disciplinada y casi perfecta, mientras que a pocas cuadras del estadio de River, en la ESMA, se producían torturas y desapariciones. En 1978, el horror de la realidad nacional, se ocultaba tras el slogan de “Somos derechos y humanos”. El Mundial de Fútbol, era el centro de los titulares de todos los medios de comunicación, y el pueblo era silenciado por el poder de las armas. La noche del 21 de Junio de 1978, noche de festejos por un triunfo deportivo donde la selección nacional pasaba a semifinales del campeonato mundial tras haberle ganado 6 a 0 a Perú[4].

En 1982, el fútbol hacía olvidar a gran parte de los argentinos, lo que estaba sucediendo en Las Malvinas, donde se perdía a una generación de jóvenes, mientras la sociedad le daba mayor importancia al mundial de España 1982, que a la guerra. El mundial del 82 fue para el gobierno de facto, encabezado por Leopoldo Galtieri, un símbolo más a la hora de distraer a la población que definitivamente creía estar ganando la guerra. En ningún momento se pensó en que la selección no vaya al Mundial.

Un hecho más contemporáneo fue el denominado “fútbol para todos” que permitió al Estado recuperar la exclusividad de los derechos de transmisión del campeonato de fútbol de Primera División y con esto ganar aún más popularidad y por supuesto más adeptos.

Un hecho que marco al futbol argentino para siembre fue el conocido caso de “la puerta 12”. El hecho ocurrió en junio de 1968, baja el gobierno militar de Onganía, en una clásico River-Boca en el estadio monumental donde murieron 71 personas por asfixia y aplastamiento. Se manejan varias hipótesis sobre lo ocurrido. Una de ellas es que los molinetes estaban colocados en la salida y tenían una barra de hierro que no permitía el paso ni de a una persona a la vez y esto generaba que la gente quedara atrapada en las escalinatas. Otros aseguran que la puerta 12 estaba cerrada y se empezó a generar una