Los cuatro acuerdos. El libro comienza con la historia de los toltecas, un pueblo del sur de México

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Si nos enfadamos con otros en realidad nos estamos enfadando con nosotros mismos ya que el enojo obedece a una reacción que proviene de nuestras creencias. Nos enfadamos porque tenemos miedo. Si no tenemos miedo, si amamos, no hay lugar para el enfado. Amamos todo lo que nos rodea cuando nos amamos a nosotros mismos, cuando logramos superar el miedo y en consecuencia el enfado. Para elegir correctamente, más que confiar en los demás, es necesario confiar en uno mismo. • Al no tomar nada personalmente podemos empezar a romper muchos pequeños acuerdos internos que nos hacen sufrir y poder conseguir la paz, la felicidad que tanto buscamos.

El tercer acuerdo es “No hagas suposiciones” las personas tendemos a hacer suposiciones sobre todo hasta de lo más mínimo, nos lo tomamos personalmente y creemos que esas suposiciones son ciertas. Todo nuestro sueño se basa en suposiciones. A partir de nuestras suposiciones empezamos a hacer comentarios a otros sin saber cuál es la verdad de esas personas y en muchos casos suponemos lo peor. De esa manera nos mandamos veneno de unos a otros. Hacemos suposiciones que no son ciertas y luego las defendemos y queremos tener razón. Vemos y oímos lo que queremos y no percibimos las cosas tal como son. Si no entendemos algo hacemos suposiciones sobre suposiciones.

Las suposiciones traen consigo mucho dolor, al suponer que algo es como lo pensamos y al darnos cuenta que no es así a veces es algo que nos va a doler. Quizá a veces vemos las cosas tan fáciles que suponer sería lo lógico pero eso trae consigo muchos acuerdos de miedo que solo hacen daño a nuestra vida.

Necesitamos justificarlo todo para sentirnos seguro y al no saber algo lo suponemos porque no tenemos el valor de preguntar. Para evitar las suposiciones debemos preguntar para estar seguros y que las cosas quedan claras para que no haya malentendidos y así no llegar a generar problemas. Con una comunicación clara las relaciones mejoran. Si somos claros, nuestras palabras se tornan impecables. Es necesario actuar para que las cosas cambien.

El cuarto acuerdo es “Haz siempre tu máximo esfuerzo” nos dice que al hacer nuestro máximo esfuerzo las cosas nos pueden salir de la mejor manera porque no es solo hacerlo sino también disfrutar de la actividad que realizamos. Este acuerdo es muy importante ya que es el que ayuda a que los tres primeros acuerdos se cumplan si hacemos nuestro máximo esfuerzo cumpliendo los tres primeros estaremos cumpliendo los cuatros y aun mejor borrando de nuestra vida esos acuerdos que nos hacen daño. Si hacemos nuestro máximo esfuerzo viviremos todo al máximo, seremos productivos y buenos con nosotros mismos.

Hacer el máximo esfuerzo implica actuar por amor, no por recompensa y es algo que la mayoría de la gente hace porque siempre actúa por la recompensa que espera recibir, por eso no hacen el máximo esfuerzo ya que es algo que no les interesa. Si nos gusta lo que hacemos siempre haremos el máximo esfuerzo en realizar esa tarea, disfrutamos de lo que hacemos y nos sentimos felices por ello. Al hacer el máximo esfuerzo disfrutamos lo que hacemos y nos sentimos bien porque logramos algo que talvez en el pasado no pudimos haber sido capaces de hacer por nuestros antiguos acuerdos. Hacemos el máximo esfuerzo porque nos gusta hacerlo, no lo hacemos por complacer a nuestro Juez interno ni a los demás.

Sea lo que sea lo que la vida te arrebate o te haya arrebatado, hay que dejar que se vaya porque cuando te entregas y dejas ir el pasado te permites estar vivo en el presente, podrás disfrutar del sueño que sucede ahora mismo. Si vives en un sueño del pasado, jamás podrás disfrutar el sueño del presente y vivirás a medias con autocompasión, sufrimiento y lágrimas.

Sin este acuerdo los otros tres no se podrían cumplir ya que si tratamos de cambiar nuestros antiguos acuerdos y no damos lo máximo de nosotros ese objetivo no se podría realizar, pero si damos lo máximo de nosotros vamos a poder cambiarlos y no tendríamos ningún arrepentimiento ya que dimos lo mejor de nosotros y no nos rendimos, nos sentiríamos orgullosos de haberlo logrado.

En el siguiente capítulo nos habla del camino hacia la libertad. Para recuperar esa libertad que nos ha sido arrebatada, para reencontrarnos a nosotros mismo, para volver a ver a ese pequeño que nació sin miedo a nada y solo con curiosidad y con deseos de amar y de ser amado. Muchas veces creemos que somos libres pero ¿realmente lo somos? No somos libres, pero eso las personas no lo saben, viven encerrados en su propio mundo que no se dan cuenta que no son libres. Una persona libre hace lo que su mente le pide, no le da miedo de ser el mismo. Pero el ser humano vive preso en una sociedad donde todo se le juzga, donde no puede vivir como lo hacía cuando era niño, sino siguiendo un modelo de vida que quizá no queremos pero igual lo vivimos por los acuerdos que tiene nuestra mente y lo que la sociedad nos ha impuesto. Y la única forma de ser libres es utilizando nuestra propia mente nuestro propia vida.

En el último capítulo nos menciona que al adoptar los nuevos acuerdos ya mencionados, concentramos la atención en estos y este sería nuestro nuevo sueño pero ahora ya será por cuenta propia ese sueño por consiguiente escogeríamos que creer y no habría quien nos diga que es lo que debe ser sino nosotros mismo decidiríamos que es lo que creemos. Y seremos en todo momento nosotros mismos sin importar el qué dirán. El nuevo sueño en el cielo de la tierra, es ese sueño que se vive amándose a uno mismo, sintiéndose feliz y libre.

Conclusión

Estos cuatro acuerdos nos dan las herramientas para hacer la transformación una vida de Infierno, llena de sufrimientos a una vida como en el Cielo, plena y feliz y todo lo logramos cuando tomamos la decisión de quitarnos la venda de los ojos y empezamos a ver las cosas de la forma en que queremos verlas y no en la forma en que nos enseñaron a verlas.

Bibliografía

Miguel Ruiz. Los cuatro acuerdos. Recuperado de http://www.nuevagaia.com/ebooks/Los_4_Acuerdos_Miguel_Ruiz.pdf