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MAKTUB. POR VICENSOLARY.

Enviado por   •  30 de Enero de 2018  •  3.742 Palabras (15 Páginas)  •  265 Visitas

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Las 06:00 de la mañana en punto y la maquina 206 comenzaba a tomar posición en el andén 41 de la Estación Central. Una muchedumbre de pasajeros como enjambres de abejas llegaban y salían cada 5 minutos del lugar. Algunas alegres y felices llegadas, otras, tristes despedidas. Eduardo arreglo apresuradamente su corbata azul en el baño del bus, respiro hondo y con una gran sonrisa esperaba a un costado de la maquina el arribo de los pasajeros que ese día realizaría el servicio de Santiago/Arica. Este solo hecho lo llenaba de alegría y de emoción.

La fría llave metálica giro en el contacto eléctrico del bus, lo que dio paso a un rápido murmullo de los pasajeros que se aprestaban por abordar, para Eduardo, se activaba la cuenta regresiva para iniciar el viaje, lo cual aumentaba aun más el nerviosismo en él, su suerte pensó, comenzaría a cambiar.

Ambar recorrió por última vez con la mirada, el departamento que compartía junto a Javier. Su equipaje perfectamente guardado esperaba por ella junto a la puerta de entrada. Javier no quiso estar presente en esta tortuosa diligencia. Retirar sus efectos personales, tal vez, quiso evitar este sentimiento doloroso para ambos. Atrás comenzaban a quedar los momentos que compartieron en aquel lugar, un lugar que tarde en tarde se transformaba en su mundo. Un mundo propio que construyeron con risas, llantos, besos. Momentos íntimos que aun están colgados de las paredes. Las lágrimas una vez más asomaron tímidas para más tarde convertirse en un torrente salino. Ella pensó una vez mas que era lo que le tocaba vivir, que esta era su suerte, su destino. Quiso consolarse con esta idea pero la herida esta recién abierta y el dolor es profundo y paralizante. Pensó que esta decisión que estaba tomando sería lo mejor, viajar al norte del país donde se encontraba una tía, es la mejor medicina para su alma y su corazón.

El reloj de su pulsera marcaba las 18:00 hrs. En punto y el taxi que la conducía hacia la terminal de buses se deslizaba zigzagueante entre el atiborrado trafico de la ciudad, minutos más tarde el vehículo suavemente se detenía en las puertas de la estación…a un costado el ruido de los trenes que comienzan a partir desde el andén producen un sonido especial que inunda la atmosfera. Un paso tras otro Ambar se acercaba al segundo piso del terminal, sus pensamientos estaban fijos en esta incierta travesía, así como también en el deseo de cerrar por completo este capítulo de su vida.

Eduardo les daba la bienvenida a los pasajeros del bus, con una gran sonrisa. Señalando el lugar exacto que cada pasajero ocuparía al interior de este flamante vehículo de dos pisos, salón cama que los llevaría hasta el norte del país. Ambar camino por la larga fila hasta quedar a escasos metros de el. La miro tímidamente y por unos instantes sus miradas se cruzaron, una extraña sensación los recorrió por completo. Momentos más tarde Ambar quedaba acomodada en la tercera fila de asientos del segundo piso del bus. Con un gesto miro por la ventana y recordó que hace tan solo unos días su vida se encontraba en completa normalidad, su trabajo como vendedora de una tienda, sus estudios de medicina, su departamento que compartía, junto a su novio. Sus ojos se volvieron a quebrar como un cristal fino transparente y un torrente de lágrimas que no pudo disimular bajo unos grandes lentes oscuros. De pronto una mano le tendió un pañuelo_ te sientes bien? Ella no dijo nada, solo atino a secarse las lágrimas. Me llamo Eduardo, soy el asistente de viaje, si necesitas algo solo oprime el botón verde que esta a tu lado izquierdo, señalándolo con el dedo. Un tímido “gracias” susurraron los labios de Ambar, Eduardo continuo con su trabajo. Ella intento dormir. El bus poco a poco comenzó a dejar atrás las altas y modernas edificaciones de Santiago, la luz del día pronto dio paso al crepúsculo, y las luces de la carretera tímidamente fueron iluminando el camino. El gigante de acero y vidrio vorazmente devoraba los kilómetros bajo sus ruedas, al interior los pasajeros charlaban del último partido de chile, sus equipos favoritos, el próximo matrimonio al cual fueron invitados, el próximo turno de trabajo que esperaba por comenzar, si es muy frio el desierto por la noche, pero Ambar inútilmente trataba de poner su mente en blanco.

Los pasajeros fueron cayendo presos del cansancio del viaje. Pronto el paisaje montañoso fue dando paso a la prolongada explanada y la ruta costera decoraba el entorno. El conductor del bus charlaba apasionadamente con Eduardo, sobre la ruta que tomarían hasta la ciudad de Arica y una que otra anécdota de su abultada experiencia como chofer. Eduardo asentía con la cabeza, pero la única idea que rondaba por su cabeza era la tristeza de Ambar, sus ojos de pena, le causaban un pesar también a él. Pronto todos los pasajeros se quedaron en silencio y eduardo dio un rápido vistazo por la pantalla del monitor de tv que mostraba el interior del bus, rápidamente pudo darse cuenta que Ambar aun se mantenía despierta, un solo impulso domino por completo la mente de él, ir rápidamente hasta donde ella se encontraba. Subió rápidamente las pequeñas escaleras que conectaban el segundo piso con el resto del bus, todos dormían profundamente a pesar del movimiento continuo del bus por la carretera. Se acerco lo suficiente para que ella notara su presencia. Él le regalo una amable sonrisa que entro por los ojos de ambar, como una adorable caricia que le recorrió toda su alma. Te sientes mejor...? preguntó él. _Si, respondió ella. Me puedo sentar junto a ti...? pregunto nuevamente Eduardo. Ella asintió con la cabeza. Eduardo se acomodo junto a ella y comenzaron una intensa charla como dos viejos amigos, afuera la maquina se deslizaba por la carretera a toda velocidad, adentro, los minutos pasaban, las horas seguían, sus ojos se descubrían, sus voces se reconocían, fue un instante de magia, de bienestar y sinceridad. Algo sucedió allí, esa noche a miles de kilómetros de la nada, un instante mágico comenzaba realizarse… el freno del bus los devolvió repentinamente de ese frenesí de sensaciones, la luz roja del panel central advertía que Eduardo era requerido en la cabina de tripulación, ambos se miraron de una manera cómplice, en silencio Eduardo bajo rápidamente la escalerilla. Ambar por un momento había vuelto a recuperar la calma de siempre, se acomodo en el asiento y se entrego al cansancio, durmiéndose profundamente. Eduardo continúo con su trabajo, la mirada fija en las estrellas del horizonte, pero en su interior sabía reconocer ese momento mágico, cuando dos almas se reconocen mutuamente, saben del lenguaje del universo, pero no hablan el idioma de las palabras, cuando sus miradas son como susurros al oído. Muchas veces Eduardo leyó

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