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Mi iniciación como sumisa

Enviado por   •  14 de Marzo de 2018  •  7.858 Palabras (32 Páginas)  •  407 Visitas

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Finalmente logró convencerme que la única manera de que yo pudiera realmente saber lo que era el verdadero significado de la obediencia y sumisión; era pasando de una entrega virtual a una entrega real; es decir entregándole mi cuerpo en persona sumisamente; para que así pudiera yo experimentar vívidamente lo que me había dedicado simplemente a leer y observar en fotos o videos. Sin yo saberlo, era esta la manera en que iba ser moldeada dentro del sádico mundo del BDSM. Tras aceptar su particular propuesta, mi Amo me instruyó sobre todos los requerimientos que debería cumplir para esta especial ocasión, como por ejemplo mi manera en que debía vestir, y el de conocernos en un hotel donde él estaría esperándome. Se me ordenó elegir una indumentaria que me hiciera lucir como una prostituta, sin fallar absolutamente en nada de los detalles que él deseaba que tuviera en cuenta en mi ropa. Y al fin llegó el ansiado día en que mi cuerpo sería entregado a mi amo, me dediqué a buscar algo de ropa, que me hiciera ver, como él deseaba que yo me viera. Lo de la ropa fue muy sencillo el escogerla, ya que siempre visto con prendas insinuantes y sexys, así que de inmediato tomé una pequeña blusa blanca semitransparente, que me deja todo mi plano vientre por fuera y que con facilidad se ve todo lo que llevo bajo de ella. Realmente, no me decidía sí usar, una minifalda negra o unos ajustados pantalones del mismo color. Por la prisa decidí por la mini, y también para hacer juego unas pantimedias negras, las que apenas me puse sin tanguita debajo de ellas, ni tampoco llevaba sujetador tal y como mi Amo me había ordenado, y por último me agarré unos zapatos de charol negro, que tienen el taco bastante alto y que prácticamente termina en forma de una aguja, llevaba el pelo recogido en un elegante moño en la nuca. Sin perder tiempo me dediqué a maquillarme, de manera bastante exagerada, tomé algunas pulseras y collares, que tras ponérmelos me vi en el espejo. La imagen que vi fue la de toda una puta de esas que se dedican a ganarse la vida en las calles, ejerciendo el oficio más antiguo del mundo; me pregunto que hubieran dicho mis padres de verme así vestida. Me estaba poniendo perfume cuando escuché la voz de Silvana, mi hermanita detrás de mí, preguntándome a dónde iba a ir vestida así. Le dije que me iba a una fiesta en casa de unas amigas y que volvería tarde en la noche. El asunto del permiso ya lo había arreglado con mis padres a quienes ya les había dado la misma explicación. Segundos antes de salir de mí habitación agarré un pequeño bolso de color negro y así como me encontraba salí de mi casa sin que mi mamá me viera; pues me tomaría mucho tiempo explicarle el porqué de mi indumentaria tan putañosa como ella siempre dice a las prendas que yo uso. Provocadora, sexy o como dice mi mamá, estilo putañosa; era mi asunto; después de todo iba vestida para la ocasión, como mi AMO me había ordenado que fuera. La blusa era de seda vaporosa, con lo que al andar se iba moviendo resbalando, durante el camino al hotel me había puesto una pañoleta, ya que al no llevar sujetador, mis pechos se marcaban descaradamente y según andaba se iban moviendo rozando mis pezones con la seda de la blusa. Cuando estaba por llegar al hotel me puse a pensar en algo que no había reparado hasta esos instantes, que yo solo tenía 17 años y probablemente no me dejarían ingresar a la habitación que Francisco había alquilado para mi entrega. No me acordaba que le había mentido sobre mi edad diciéndole que yo tenía 18 años. Nuestra cita estaba en marcha y no había ya manera de volver atrás y privarme de mi nueva experiencia. Por lo tanto decidí enfrentar lo que pudiera suceder, ¿Quería sólo complacer a mi ocasional Amo o quería solamente complacerme yo misma, entregándome a ese completo desconocido para que me sometiera a su antojo? ; sea lo que fuere, me llené de coraje e ingresé al hotel a las 7pm, tal y como habíamos convenido. Era un hotel muy grande, no me esperaba menos de mi AMO, al entrar en el hotel me quité la pañoleta, por si mi amo me estaba observando, quería que me viera, estaba muy provocadora, notaba como los camareros del hotel no me quitaban los ojos de encima. Al llegar a la recepción el encargado me miró de arriba abajo y me preguntó; “¿La señorita Andrea Gonzales Salvatierra?” Moví mi cabeza afirmativamente y sin decirme más nada me indicó que me esperaban en la habitación 205 en el segundo piso. Qué sensación tan vergonzosa y a la vez tan excitante que me confundiera con una puta; pues era tan obvio que si una chica llega sola a un hotel vestida de la manera en la que yo lo estaba, solo podía tratarse de una prostituta, que viene a ubicar a su cliente. Algunas veces chicas menores de edad que ejercen la prostitución son aceptadas ingresar en algunos hoteles; por ciertos convenios que tienen éstos con los manejadores de las chicas. A pesar de la vergüenza de que todos ahí pensaran que yo estaba ahí solamente para prostituirme con mi cliente de la habitación 205; nuevamente me llené de coraje y procedí a cumplir mi ansiada fantasía. Subí a la habitación que me habían indicado, estaba muy nerviosa, notaba como mi corazón latía fuertemente, me temblaban las piernas, solo pensar que por fin, iba a conocer a mi AMO en persona, y que podría hacer conmigo lo que quisiera, sin ningún límite, me excitaba muchísimo. Según andaba por el pasillo del hotel notaba como cada vez mi corazón latía más fuerte, y cada vez estaba más caliente, mis pezones comenzaron a ponerse duros, llegando incluso a dolerme cuando rozaban con la blusa. Encontré la habitación, estaba frente a la puerta, sabía que mi AMO estaba dentro esperándome, y que en el momento que atravesara esa puerta, dejaría de ser Andrea, y empezaría ser la esclava de mi AMO, mi corazón latía como un potro desbocado, y mis piernas seguían temblando más y más, entonces cerré los ojos, respiré hondo e intenté relajarme, no podía hacer esperar mucho tiempo a mi AMO, se enfadaría y no sabía que castigo podría sufrir. Habíamos hablado muchas veces de nuestro encuentro, y ambos sabíamos perfectamente cuales eran las reglas de nuestro juego, hoy era mi prueba de iniciación, mi AMO me había elegido para que fuera su esclava y no podría defraudarle, todo lo que sabía de él, es que era un AMO muy duro y que le gustaba el sado, pero estaba dispuesta a todo para darle placer, obedecerle en todo lo que él me diga y aceptar con agrado sus castigos y humillaciones, sin ningún tipo de compasión; más que nada por el solo deseo de experimentar lo que había yo visto en esas imágenes y relatos de BDSM. Llamé a la puerta, nadie contestó, volví a llamar más insistente, entonces oí una voz fuerte y decidida, que me decía, “Pasa, la puerta está abierta”- Abrí la puerta,

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