NARCOABOGADOS.

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En donde se recibe educación ósea la escuela se enseña lo principal lo que es el derecho es la base de cómo ser un abogado, clases de moral, y ética profesional, pero la calle o afuera ya cuando se está en campo es de donde mejor se aprende ya que ahí es donde se lucha por sobresalir, donde se practica lo aprendido y se sigue conociendo más, por experiencia que se va adquiriendo.

Cada persona, sabe que es lo bueno y lo malo también, cada abogado decidirá cómo y con quien trabajar, basándose en sus principios, emociones, metas, e interés personal, y si lo hacen bien o mal, ya será cosa de cada uno de ellos, sea cual sea el motivo por el cual lo hagan, lo disfruten, lo gocen es por propio interés personal conociendo los riesgos y admitiendo las consecuencias.

En cambio cuando es por imposición u obligación no se disfrutaría y no valdría la pena. Se admira a los abogados que en el ejercicio de su labor se aventuran y comprometen a tantos peligros de las situaciones en las que se implican y a los que salen victoriosos como litigantes y defensores de grandes capos del narco, saben llevar en alto su carrera a través de estrategias jurídicas y sus habilidades enfundadas de defender a su cliente o clientes; pelean contra viento y marea, luchando por sobrevivir a los atentados y los que no son recordados como leyendas como la abogada Silvia Raquenel Villanueva llamada “abogada de hierro o blindada” quien exhibió a funcionarios, gobernadores, políticos que decía: “no hay golpe que no deje aprendizaje” y que tenía una misión terrenal en este mugrero que hay en la justicia.

Hay mención del Licenciado Diego Fernández de Cevallos llamado el “Jefe Diego”, que es muy calmado y su instrumento de poder es que la prisa no existe en su vida y menos en la vida profesional. Américo Delgado llamado “el hombre del amuleto”, “el Master” “el Rey de la Extradición” quien lleva a cabo su ética profesional, no promete lo que no puede cumplir, no es exclusivo y no cobra por anticipado tomando en cuenta estrategias prudentes y menciona “No hay que hacerse abogado corporativo de sus empresas”.

Este libro es muy interesante, el autor publica situaciones reales y nos da la oportunidad de conocer un poco sobre la relación de los abogados y el narcotráfico.