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Rebelion en la granja - Ensayo.

Enviado por   •  29 de Marzo de 2018  •  2.089 Palabras (9 Páginas)  •  699 Visitas

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con la lectura que el poder es la capacidad de hacerse obedecer; Napoleón fue capaz por todos los medios, por todos los matices, de hacerse obedecer.

George Orwell exterioriza en su fábula la manifestación más clara del poder: cuando la obediencia se produce mediante el ejercicio de la fuerza. Lo anterior se puede ver claramente en el capítulo VII del libro, cuando describe las purgas y el exterminio de la oposición interna dentro de la granja. Napoleón ordena a los perros que mataran a los cerdos que habían protestado cuando éste abolió las reuniones de los domingos; las gallinas que habían soñado con Snowball, el enemigo de Napoleón, fueron destrozadas de igual manera; el ganso que había ocultado algunas espigas de maíz durante la cosecha y la oveja que había orinado en el bebedero también fueron ejecutados. La relación de poder existía al obedecer los animales de la granja las órdenes de Napoleón. Si los animales no hubieran obedecido, se podría decir que Napoleón no poseía poder sobre los animales; pero lo que ocurrió en realidad es que Napoleón se hacía obedecer por la fuerza y la violencia, la relación mandato-obediencia se produjo, y nos deja observar al poder en su forma extrema: violencia.

“Disciplina férrea o la muerte camaradas”, frase del cerdo Squealer que simboliza fielmente a la fuerza de manera explícita. Se trata de un acto de fuerza, la obediencia debe darse de todos modos. Si la demanda de Squealer por la disciplina o la muerte, impulsa a algún animal a resistirse, los secuaces del régimen “napoleónico” matan a este animal y hace que sus disposiciones y deseos se cumplan. El régimen logra su objetivo, pero el animal no obedeció: lo que Orwell trata de señalar es que en realidad en las dictaduras no existe verdadero poder, se trata más bien de violencia en su forma más pura.

De la misma manera, George Orwell, utilizando grandes metáforas, alecciona al lector que la manipulación es un aspecto de la fuerza, mas no del poder. Al condicionar Squealer los actos de los animales mediante la deformación de la realidad (mentiras son transformadas en verdades y verdades se convierten en mentiras) por obra de la propaganda se puede hablar de manipulación, pero no de poder. Los animales carecen de conciencia y algunos incluso de inteligencia, son acríticos (no tiene un punto de vista ni a favor ni en contra de lo que ocurre, actúan sin reflexionar, sin la suficiente conciencia) respecto a los actos políticos que ocurren en la granja. La forma más exacta para ejemplificar la manipulación es lo que ocurre con las ovejas, estúpidas, mayoritarias y acríticas, que se dejan seducir por los discursos de Squealer y apoyan al régimen y callan a la oposición a los gritos de “Cuatro patas sí, dos pies no” y posteriormente, gracias a la manipulación, “Cuatro patas sí, dos patas mejor”. El autor nos enseña que la manipulación no es relación entre orden y obediencia, es simplemente la sumisión del otro. La fuerza y la manipulación, como el poder, involucran obediencia; pero no hay relación racional, consciente entre mandato y obediencia. Squealer no permitía a los animales la conciencia crítica, los seducía con sus eminentes discursos.

Es interesante notar el temor que infligían los perros de Napoleón a los demás animales. La obediencia de los animales se producía en parte mediante la amenaza de sanciones o de intimidación: los animales sabían que de no acatar las órdenes de Napoleón o al cuestionar la efectividad del sistema serían ejecutados, serían destrozados por los perros. George Orwell muestra que una relación de poder puede existir si una de las partes –el que manda, en este caso Napoleón– puede hacerse obedecer invocando sanciones o amenazas; el poder sería así la capacidad de infligir sanciones a quienes no obedezcan. Para que el poder existiese en este sentido, los animales amenazados estaban conscientes de lo que se esperaba de ellos: trabajar, aumentar la producción y ser disciplinados. En esta situación de poder, Rebelión en la granja muestra que debe haber una comunicación clara entre el líder, el que da las órdenes, y los que deben obedecer; en este sentido se puede deducir que el poder tiene un atributo racional: los animales (amenazados, atemorizados) comprendían las alternativas que crearía la elección entre el acatamiento y la desobediencia. Si los animales obedecían las órdenes de Napoleón, su estilo de vida mejoraría (solo en teoría), comerían mejor, si desobedecían al régimen “napoleónico” podían ser acusados de traición, su reputación podía ser destrozada (como ocurrió con la de Snowball) o en el peor de los casos los hombres regresarían a reconquistar la granja. Las sanciones con que se amenazaba a los animales eran realmente consideradas como una privación para ellos: si no trabajaban lo suficiente comerían menos, si desobedecían o conspiraban serían ejecutados; los animales estaban persuadidos de que la amenaza contra ellos no era en vano, que Napoleón no vacilaría en imponerla efectivamente. Con lo anterior, se puede comprender que una relación de poder existe cuando se accede a hacer lo que se manda, lo que se impone (aunque no se desee) porque se está temeroso de que el que manda aplique sanciones que considera más graves que el acto de la obediencia. El poder, en este sentido, se fundamenta en la capacidad de coerción (presión ejercida sobre alguien para forzar su voluntad o su conducta), Orwell enseña al lector que miedo y sanción ocupan un papel en la obediencia al poder.

Rebelión en la granja es una novela que permite hacer análisis profundos sobre la manera de operar de la política. Es evidente que de la fábula de Orwell se pueden deducir, miles de moralejas, no obstante la moraleja universal de este texto podría ser la referente al uso de la fuerza y dictadura, una lectura actual de la obra nos alecciona en el sentido de que la dictadura no es sólo la violencia que se ejerce contra una población indefensa, no es tampoco la mentira, es, sobre todo, la corrupción generalizada, donde es imposible mantener una dignidad, una honra personal, porque uno está obligado a entrar en los mecanismos de impostura. Y ése es el legado peor para las futuras generaciones. Los dictadores mueren, pero la herencia sigue.

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