LA METÁFORA.

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Y todavía podemos mencionar otro grado de metáfora, casi una hipermetáfora, que consiste en la mera aproximación de dos planos sin atender a sus puntos de analogía. Es casi una disonancia, un desencuentro, un gusto por tratar de unir lo más heterogéneo y audaz, que crea las llamadas metáforas herméticas o absolutas, cercanas al acertijo o al juego caprichoso de palabras. Son imágenes irracionalistas, arbitrarias, subconscientes. Ejemplo: “Un día / los caballos vivirán en las tabernas / y las hormigas furiosas / atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.” (De “Poeta en Nueva York”, de Federico García Lorca).

Según Tudor Vianu, la metáfora cumple una función sensibilizadora, potenciadora de las impresiones, facilitadora de la expresión de ciertas actitudes sentimentales del yo y unificadora (subraya la unidad profunda de los diferentes datos de la sensibilidad y este descubrimiento, que nos emociona y cautiva, es una fuente de conocimiento). Para Herbert Read, la metáfora es la síntesis de diversas unidades de observación reducidas a una sola imagen dominante. Es la expresión de una idea compleja, no con procedimientos analíticos ni con una afirmación abstracta, sino mediante una percepción repentina de una relación objetiva. Para Wolfgang Kayser, la metáfora es uno de los medios más activos para ampliar el ámbito del significado: por medio de ella se torna claro que las palabras no encierran solo su respectivo sentido, sino también energías sugestivas, ideas secundarias de todo género. Según Jean Epstein, es un teorema en el que se salta, directamente y sin intermediarios, desde la hipótesis a la conclusión. Es un recurso valiosísimo que une dos mundos antagónicos por medio de un salto ecuestre de la imaginación.

Desde el punto de vista gramatical, la metáfora puede provenir:

- De verbo: “El poniente que no se cicatriza / aún le duele a la tarde.” (“Campos atardecidos”, de Jorge Luis Borges).

- De adjetivo o epíteto:

- El epíteto es el portador de la metáfora (“pájaro nevado”).

- El epíteto contiene el elemento real y la sustitución está dada por el sustantivo (“rosado balcón”: aurora; “líquido diamante”: mar).

- El sustantivo y el epíteto unido construyen la metáfora (“sonoro cristal”: río).

- De sustantivo:

- Sustantivo en aposición: “¡Amapola, sangre de la tierra, / amapola, herida del sol!” (“La amapola”, de Juan Ramón Jiménez).

- Sustantivo en caso genitivo (“mano de nieve”).

- De adverbio: (“respondió secamente”).

Bibliografía: Apuntes de cátedra.