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LAS NOVELAS EJEMPLARES - MIGUEL DE CERVANTES

Enviado por   •  5 de Noviembre de 2018  •  4.842 Palabras (20 Páginas)  •  501 Visitas

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Habiendo cumplido su desea de visitar las ciudades queridas, se volvió a Salamanca sin pasar por París que estaba puesta en armas. Cuando llegó a su destino, fue bien recibido y siguió con sus estudios. Un día, una dama llegó a la ciudad. Tomás fue a visitarla porque le habían dicho que había estado por Italia y Flandes, y por si la conocía fue a visitarla. Al verlo se enamoró de él. Pero al verse que el amor no era correspondido, decidió recorrer a un hechizo. Hizo comer a Tomás el membrillo, el cual le hirió. Él no se calló y aunque tartamudeaba, desveló a la persona que se lo hizo. Cuando fueron a por ella, la chica había huido.

Seis meses estuvo en la cama, seco y con los sentidos turbados. Le consiguieron sanar la enfermedad del cuerpo pero no la del entendimiento; se pensaba que estaba hecho de vidrio, por esa razón no quería que nadie se le acercara ya que tenía miedo de quebrarse. A raíz de ese pensamiento que tenía, empezó a vestir de ancho y sin zapatos, los veranos dormía en el campo a cielo abierto y en invierno en el pajar y cuando tronaba se salía al campo.

Había gente que sentía lástima a la vez que se reían de él. Los muchachos le tiraban piedras para ver si era de vidrio. También había otra gente la cual se dedicaba a hacerle preguntas cada vez que lo veían, ya que las respondía todas con propiedad y con gran entendimiento.

Sus respuestas y su locura se extendieron por Castilla, llegando a los oídos de un príncipe que estaba en la Corte. Un caballero de Salamanca amigo del príncipe, se lo llevó hasta Valladolid envuelto de paja para no quebrarse. Allí, donde fue conocido en seis días, no paró de seguir contestando preguntas que la gente le hacía. Un estudiante le preguntó sobre la poesía. Su estimación hacia los poetas era nula, pero que admirada la ciencia de la poesía porque encerraba en si las demás ciencias.

Tomás, acompañado de su locura, se dedicaba a criticar, opinar y sacarle defectos a diferentes oficios (libreros, marineros, boticarios, médicos, zapateros, titiriteros, comediantes, escribanos, alguaciles, cortesanas, músicos, gariteros y tahúres).

Dos años o poco más duro con la enfermedad, porque un religioso San Jerónimo, que curaba a los locos y curó a Vidriera. Una vez sano, le visitó de letrado y le hizo ir a la Corte donde podía hacer su oficio y hacerse famoso por él. Llamándole el licenciado Rueda, no Rodaja, volvió a la corte, donde los muchachos lo vieron diferente. Mientras se dirigía al patio de los Consejos llevaba doscientas personas detrás de él. Una vez allí, hizo un sermón diciendo que él tenía el mismo o más entendimiento que cuando sufrió la enfermedad. Mucha gente que le seguía decidió no hacerlo más, dejándolo se esa manera solo. Fue a raíz de ese momento que decidió abandonar la Corte e irse a Flandes, donde pensaba meterse como soldado.

Una vez en Flandes, donde la vida e había empezado a eternizar por lo acabó haciendo por las armas, en compañía del capitán Valdivia, dejando fama en su muerte como un soldado valiente

LA ILUSTRE FREGONA

En Burgos, no hace muchos años, vivían dos caballeros: Don Diego de Carriazo, quien tuvo un hijo llamado igual (a partir de ahora CARRIAZO) y Don Juan de Avendaño con un hijo llamado Tomás de Avendaño (ahora Avendaño)

Cuando Carriazo tuvo trece años, marchó de casa de sus padres por una inclinación picaresca. Estuvo en Madrid, en las Ventillas de Toledo… pero sobretodo en Zahara donde se graduó de maestro y pasó tres veranos. Allí ganó en el último verano a los naipes 700 reales y con ellos optó por volver a Burgos a ver a su familia.

Una vez en Burgos, Carriazo se hizo muy amigo de Avendaño, su vecino, con quien compartió sus historias de Zahara. Así pues, determinaron irse los dos allí a pasar un verano. Avendaño puso como excusa irse a Salamanca a estudiar y que Carriazo se iba a ir con él. Sus padres los acabaron dejando pero les pusieron un tutor y les dieron algunas coronas de oro. En el camino le robaron 400 escudos de oro al mayordomo, le pidieron permiso para ir a la fuente de Argolas y cuando estuvieron allí Avendaño le dijo que volviera a la ciudad, que ellos seguirían por su cuenta y le dejó una carta para sus padres.

Marcharon a Toledo. A la entrada de Illescas vieron dos mozos de mulas, al parecer andaluces, hablando de una hermosa fregona que vivía en la posada del sevillano y que el hijo del corregidor estaba loco por ella. A Avendaño se le despertó un deseo intenso de verla. Fueron, pues, a la posada del sevillano y estuvieron esperando a ver si salía la ilustre fregona. Cuando Avendaño fue a preguntar por unos caballeros como excusa para ver si veía a la bella doncella, la vio salir de una sala, una chica de 15 años llamada Constanza. Este quedó atónito de su hermosura. Aquella noche se quedaron en la posada gracias al huésped de esta. Arguella, otra sirvienta de unos 43 años, les preparó las camas y les recomendó ir a por comida a una tienda cercana ya que allí no cocinaban. Al volver, Carriazo propuso a Avendaño seguir andando el día siguiente hasta Orgaz pero el segundo le respondió que no estaba dispuesto a irse de la posada ya que quería conocer a Constanza. Ambos se quedaron en la posada. Al día siguiente se oyó al hijo del Corregido cantando para Constanza, Avendaño sintió celos.

Avendaño, haciéndose llamar Tomás Pedro, se puso a trabajar para los huéspedes separando la cebada y la paja y Carriazo, haciéndose llamar Lope Asturiano se puso a trabajar como aguador. Este tuvo una pelea con otro aguador y fue rescatado por Tomás. Poco después, ingresó en la cárcel y salió de allí gracias al dinero que entregó el Sevillano.

A Constanza la llamaban ilustre porque limpiaba muy bien la plata, era honesta y recatada y enamoraba con su recogimiento y hermosura. Cada día que pasaba Tomás estaba más enamorado de ella. El huésped se enteró de esto pero no se lo comunicó a la muchacha. Al poco tiempo Tomás le entregó una carta en la que le expresaba su amor y Constanza la rompió y le dijo que no la quería.

Un día, Lope decidió ir a comprar un burro, pero no encontró ninguno de su agrado. Al final, un señor le dijo que si quería un buen burro, él se lo vendía; así que se fueron a verlo. A Lope le gusto y lo compró, pero vio a unos aguadores jugar a las cartas y les faltaba un jugador, así que se apuntó. Perdió todo salvo la cola del burro y se la apostó. Al final recuperó el burro y su dinero, pero era tan generoso que le devolvió el dinero, más lo que le costó el burro.

A las once de la noche llegó el Corregidor a la posada

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