Nuestras sociedades fracasaron, nuestros poetas no.
Enviado por klimbo3445 • 22 de Diciembre de 2018 • 5.780 Palabras (24 Páginas) • 329 Visitas
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- Miradas de una posible agenda de género
Mi cuarto es una gruta de oro y gemas raras
Delmira Agostini
Es importante dejar totalmente de lado la idea de que la presencia femenina en el portavoz del grupo Orkopata cumplía el mismo rol ornamental que se el asignaba a la mujer en ese entonces, las palabras de esas mujeres no son un “adorno” sino que forman parte del discurso vanguardista en un contexto patriarcal y machista que ofrecía muy limitadas oportunidades a la mujer. Incluso entre las páginas del Boletín se aprecia una cierta pretensión de agendar la cuestión de género. Tres artículos ponen en tensión la problemática de la mujer desde otras tantas perspectivas. Resulta altamente significativo el título del lúcido artículo de la argentina Teresa Macheroni: “El silencio de la hora”[15]. Plantea el arribo de un punto de quiebre entre “la intolerancia del hogar, el ocultismo de una enseñanza que no ha sido tal, la esclavitud disimulada del matrimonio” que han signado el rezago de la mujer y la llegada de “una hora histórica que no es un espejismo fugaz; una hora de de energía y heroísmo, de labor promisoria, abnegada y más bien silenciosa, que esboza el panorama de una aspiración suprema, expresiva y adaptada a las corrientes modernas del pensamiento”. Heredera realmente de las corrientes de pensamiento de su época, Macheroni propone que el cambio debe venir desde las propias mujeres y -aquí está el interesante y vanguardista aporte de la autora- en específico de “la fuerza profética del alma americana” que las mujeres de estos lares detentan. El segundo espacio para tratar sobre la problemática de género viene de Chile: “Elogio a la madre soltera” de Humberto Díaz Casanueva[16]. En un tono ligeramente lírico el autor pone en el tapete uno de los mayores conflictos sociales que una mujer puede enfrentar y que equivalía, en la mayor parte de los casos, a la muerte social:
Fue la poseída de la verdad, sucumbió al sentido de la vida Quién se atreve a despreciarla o insultarla? Ah! infames, ah perros, dejadla pasar, que su vientre pesa tanto como una canción. Infames que habéis hecho de esta vida una fría mazamorra, lóbrega y hedionda. Dejadla pasar, que ella venció vuestra moral de frailes y maricones. Y nosotros mismos, tristes cobardes de nuestra vacilación, mercaderes de un prejuicio, que aún no somos capaces de abrir el pecho y dejarnos escapar palpitantes, maltrechos de angustia…. (…) Pero es que ella no se ha muerto, nosotros la hemos muerto. Sola y golpeada, se entumece su destino, desde que un hombre comprimió su vida, haciéndola resonar.
Si bien Díaz Casanueva no termina de asumir el papel del hombre en este conflicto, posee un cierto tono protector y presenta, al inicio de su artículo, a la mujer como determinada por el hombre y en una posición pasiva, –“Su hombre era el término de ella, en que se engastaba como una piedra de anillo, reposadamente”-, su propuesta no deja de tener importantes resonancias sociales y una vez más demuestra que en el Boletín Titikaka existía un marcado interés por tratar temas relacionados con la mujer. Pero en la publicación que nos ocupa existen momentos de tensión, la pluralidad de voces es tal que puede darse el espacio para la otra cara de la moneda: “Música prohibida” de Evar Méndez[17]. Este artículo es una apología de la violencia contra la mujer: “Juro por la ceniza de mis penates que no hay placer más grande que castigar a una querida caprichosa. ¡Qué placer abofetearle el rostro! ¡Qué alegría llenarle el cuerpo de morados cardenales!” Cabe aquí preguntarse el por qué de la presencia de tan contradictorios artículos. Es sólo la apertura a la pluralidad de voces de lo que vemos un ejemplo aquí, o es más bien, o también, la expresión de que a pesar de ser todo lo vanguardista que se pueda ser, no se deja de ser machista y retrógrado. Aventurar una respuesta es arriesgado.
El camino para transformar esa colección de costumbres, ideas, prejuicios e idiosincrasias tan arraigadas es muy empinado y aún estamos en ello. Lo importante del Boletín es la toma de posición, aunque sea un tanto ambiguamente, y evidenciar que existe una importante problemática que debe ser discutida desde diversas perspectivas. El otro, el ajeno, el diferente, es siempre motivo de tensión, y la mujer ha sido y es un gran otro para occidente, los más extremosos calificativos le han sido dados: divina, demónica, insondable, misteriosa, reina, esclava. Aprovechando el tema del otro, en América un otro capital es el indio que ha sido sometido a una constante, abusiva, exasperante e incluso inaguantable opresión, segregación, hasta lograr su exterminio o asimilación cultural forzada. Han sido siempre el otro, el nadie, el casi nada, aquel que estorba la llegada tan anhelada de la modernidad lo mismo que la mujer[18]. La literatura no ha escapado a ese sino y menos la latinoamericana: las antologías modernistas o del “boom” sólo listan hombres, ninguno indígena, cientos de novelas, estudios y demás se apilan ignorando a indios y mujeres, hablando en nombre de ellos, sobre ellos, pero muy pocos dejándolos decir. Me pregunto aquí sobre quienes deben cargar el doble estigma de mujer e indígena, tal vez el verdadero cambio se de cuando ellas digan y un “vencido” más de la historia tenga el lugar que se merece.
- Mujeres que toman la palabra
Canto a lo bello para oírme más
María Rosa Gonzáles
En los primeros números del Boletín Titikaka se pone especial énfasis en las opiniones de los intelectuales de la época sobre el poemario Ande de Alejandro Peralta. Tres mujeres forman parte de este selecto grupo de escritores: Magda Portal, Juana de Ibarbourou y María del Mar. Las opiniones de las dos primeras son breves y se destaca el uso del lenguaje metafórico para hacer énfasis en las cualidades del poeta, con pocas palabras se dice mucho: “desde el trampolín azul del verso hace un guiño despectivo a las viejas formas”[19] y “Este poeta con sus lentes de ultravidencia, desde el observatorio del cerebro, tiene instalada su central en el andamio de los andes, y se decora el espíritu con el aguamarina del Titicaca-fotógrafo del vasto panorama del cielo”[20] de Magda Portal, opinión que evidencia su relación más estrecha con el poeta, ambos eran miembros del grupo Orkopata, en la referencia al lago como espejo del cielo y su ultravidencia, aspectos ambos que comparten con Churata. La opinión de la mexicana María del Mar abre el Boletín de diciembre
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