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Guerras del Opio: cuando China tomó conciencia de Occidente

Enviado por   •  8 de Abril de 2018  •  5.412 Palabras (22 Páginas)  •  452 Visitas

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Esta problemática se agudizó cuando en julio de 1839 seis marineros británicos, bajo la influencia del alcohol, destruyeron un templo en la costa de Kowloon y asesinaron a un monje. Como retaliación por no entregar a la justicia imperial los culpables, Lin Zexu bloqueó todo comercio con extranjeros en el puerto de Cantón, envenenó algunos productos alimenticios y prohibió la venta de comida a personas no chinas. La situación se hizo insostenible cuando el septiembre 4 de 1839 los británicos, desesperados por la falta de víveres, abrieron fuego contra tres fragatas de guerra chinas (Perdue, p. 29 – 30). Dos meses después se declaró la guerra bajo premisas que no encuentran amparo en las razones de la guerra justa. En ningún momento la soberanía de la reina Victoria se vio socavada por la negativa china de legalizar el comercio del opio. Empero, en una especie de “metaterritorio”, Reino Unido, por medio de sus comerciantes, sintió la autonomía de su gobierno minada: su visión liberal se vio continuamente rechazada por aquellos que simplemente los veían como unos “bárbaros”. Y con el apoyo de buen parte de la opinión pública, Reino Unido va a la guerra contra China:

Cuando las noticias del incauto de las reservas del opio y su destrucción por parte de Lin llegaron [a Reino Unido], la opinión general fue la de que sus acciones habían sido, por decir lo menos, despóticas. Muchos se unieron a la ira colectiva en contra de los bárbaros orientales que estaban intentando detener la ganancia de dinero por parte de los caballeros ingleses [3] (Gabb, p. 3).

IUS AD BELLUM CHINO

Según la doctrina filosófica de Confucio, el cuerpo de un hombre no le pertenece: es de sus ancestros. Es un regalo de quienes le precedieron y debe respetarlo como si fuera la presencia de ellos (Ye Sheng & Shaw, p. 194 – 195). Por eso, el consumo de droga se veía, en el seno de una sociedad tan tradicional como la china, como algo reprochable. Y si bien, antes de la llegada del tráfico británico, el opio ya se consumía, era un consumo mínimo, siendo de 200 cajas anuales la “importación” para el año 1767 (Colección de libros sobre la historia moderna de China, p. 7) en comparación con las siguientes cifras:

[pic 1]

El año 1773 fue el inicio del comercio ilegal por parte de Reino Unido (Colección de libros sobre la historia moderna de China, p. 7). También el comienzo de un crecimiento desbordado que conseguiría su máxima expresión tras la Primera Guerra del Opio, como se observa en la anterior imagen.

Pero, no solamente fue el hecho de que se violaran las visiones filosóficas de China lo que promovió el restriccionismo y eventuales hostilidades contra los británicos. Su soberanía se vio socavada y, con ella, las arcas imperiales. Lin Zexu en una carta dirigida al emperador le instaba a ser más drástico con las medidas, pues “si continuamos permitiendo que este mercado [del opio] florezca, en una docena de años nos encontraremos, no solo sin soldados para resistir al enemigo, sino que no tendremos dinero para equipar el ejército”[4] (Ye Sheng & Shaw, p. 195).

Según el pensamiento de Walzer, parafraseado por Ángela María Arbeláez (2011, p. 284), podría aplicarse, en un ejercicio anacrónico, la noción de guerra justa en el caso de China, pues:

Para el autor, la agresión es un crimen de guerra, es el único delito que puede cometer un Estado contra otro. Ahora, para entender esta teoría de la agresión como crimen de guerra, Walzer se sustenta en la afirmación de que en la sociedad internacional los Estados tienen dos derechos que deben ser respetados: el derecho a la soberanía política y el derecho a la integridad territorial.

Ambos derechos, soberanía política e integridad territorial, fueron puestos en tela de juicio por las pretensiones británicas de obligar a China abrir otros puertos además del exclusivo de Cantón, y la exigencia de que el Celeste Imperio debía cederle un territorio. De igual modo, al verse obligado como Estado a aceptar un comercio que iba en contra de sus leyes, China tuvo en jaque su soberanía. El Emperador, como supuesto elegido del cielo, estaba en la obligación de defender a su pueblo de 400 millones de habitantes de lo que, en su concepción oriental, era un veneno que atentaba contra la tradición china. Es porque eso que tras escaramuzas durante el año 1839,[b] las hostilidades inician oficialmente en junio de 1840 (Ye Sheng & Shaw, p. 195). El objetivo: repeler a los “bárbaros” que querían abrir las puertas de una civilización que en su aislamiento encontraba la seguridad necesaria para seguir creyendo que era la civilización más avanzada del mundo.

Lastimosamente, por dicho aislamiento, no se dieron cuenta de que la Revolución Industrial y capitalista había llegado al mundo, dejando obsoletas sus fuerzas ancladas en un pasado arcaico frente al desarrollo tecnológico europeo que desconocían por completo.

DESARROLLO DE LA GUERRA

El desarrollo de la Primera Guerra del Opio estuvo marcado por la disparidad tecnológica entre el Imperio Chino y el Imperio Británico. El primero, aislado del resto del mundo, desconocía los avances tecnológicos y los acontecimientos políticos que sucedían en Occidente (Revolución Industrial, Revolución Francesa). Gracias a esta desconexión china con una realidad más amplia, Reino Unido pudo derrotar sin mucho esfuerzo a la civilización milenaria por excelencia: China, el país de los 400 millones de habitantes, el Celeste Imperio, el reino de los elegidos por el Cielo.

Por guerra se entenderá la definición realizada por Carl Von Clausewitz:

“La guerra se compone de innumerables duelos, pero es posible formarse un cuadro del conjunto imaginando una pareja de luchadores. Cada uno de ellos intenta por medio de la fuerza física obligar al otro a hacer su voluntad; su objetivo inmediato es derrotar a su oponente, de modo que sea incapaz de continuar oponiendo ninguna resistencia”.

Los dos luchadores de este caso tenían intereses particulares que deseaban, por “medio de la fuerza física”, imponer al otro. Reino Unido a China la legalización del comercio del opio y sus pretensiones expansionistas de carácter imperialista. China intentaba imponer su normatividad restrictiva, antidrogas y aislada de los asuntos occidentales. Era imperativo, dado el antagonismo de los intereses, que hubiese un derrotado y un ganador. Es decir: el conflicto bélico era ineludible.

Retomando a Clausewitz (quien en el aspecto del desarrollo de la guerra

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