La vuelta de Perón

...

Paralelamente se libraba otra lucha dentro del mismo peronismo. Esta lucha estaba implícita entre Perón y quienes, alrededor de montoneros y juventud peronista, constituían la tendencia revolucionaria. Los montoneros y la juventud peronista aprovecharon su proclamada adhesión a perón para insertarse en el movimiento popular y servirse de su espectacular crecimiento. Entonces en el peronismo había dos sectores. Uno de ellos se apoyaba en la vieja tradición peronista, nacionalista y distribucionista y de los viejos tiempos de justicia social, adherían al viejo estilo político, autoritario, faccioso y anticomunista. Constituida por los sindicalistas y grupos de extrema derecha peronista. La otra incluyó sectores populares, a quienes se agregaron tarde al peronismo. Los montoneros, que aspiraban al principio a identificarse con ambas, terminaron identificados con la segunda.

Para los montoneros, que habían crecido identificándose con Perón, el triunfo de Cámpora abría una lucha decisiva por el control del poder y del discurso peronista. Trataron a los sindicalistas, empresarios y colaboradores directos de Perón de “infiltrados y traidores”, ganando para su causa al propio Perón. Aliados o simpatizantes suyos ocupaban varias gobernaciones (Buenos Aires, Córdoba y Mendoza), dos o tres ministerios, las universidades (lugar donde operaba la juventud peronista) y demás departamentos e instituciones gubernamentales. Pero con la llegada de Perón al gobierno perdieron, primero, los ministerios. Luego, el trotskista ERP (ejército revolucionario del pueblo) atacó una guarnición militar de Buenos Aires y Perón aprovecho para exigir la renuncia de su gobernador; poco después promovió un golpe contra el de Córdoba y las operaciones continuaron luego de su muerte cuando cayeron los gobernadores restantes, sindicalistas disidentes y las universidades fueron entregadas a los sectores de ultra derecha. Desplazada de las posiciones de poder, la Tenencia se lanzo a la lucha de aparatos, en competencia con el sindicalismo y con los grupos de derecha que rodeaban a Perón. El enfrentamiento entre las tendencias llego a ser una batalla real, como la producida en Ezeiza y la del 1° de mayo del 74, en la cual el mismo Perón los hecho de la plaza.

La guerra de aparatos se desarrolló bajo la terrible forma del terrorismo, Montoneros se dedicó a eliminar personajes conspicuos como Rucci, secretario general de la CGT. Contra ellos se creó la Triple A (Acción Anticomunista Argentina), dirigida por López Rega.

Los montoneros habían hablado en nombre de Perón, manipulando lo que decía como discurso político propio. Pero tuvieron que enfrentarse a la vuelta de Perón, que habiendo abandonado la ambigüedad, empezaba a hablar inequívocamente, reinterpretaron la palabra del Líder hasta donde fuera posible, decían que se trataba de desvíos puramente tácticos hasta que el 1° de mayo Perón los expulso de la plaza y retomaron su actividad clandestina. Lo mismo ocurrió con el ERP trotskista de Tucumán, que en el 75 el ejército fue convocado por la presidenta y reprimió la guerrilla en Tucumán.

El rodrigazo había desatado la inflación, corridas hacia el dólar y una aparición de mecanismos de indexación. Esta crisis económica desato la crisis política, ya en junio del 75 ni las Fuerzas Armadas ni los empresarios hicieron nada para respaldar a la presidenta. Videla se negaba a respaldar políticamente al gobierno en crisis y le puso plazos, espero que la crisis económica y política terminaran por destruir a Isabel. Luego de la renuncia de López Rega y Rodrigo, una alianza entre políticos y sindicalistas ensayó una salida: Italo Luder, presidente del senado, reemplazó brevemente a Isabel. Antonio Cafiero, economista, intento frenar la crisis, pero la inflación, sumada a la desocupación hicieron imposible restablecer el acuerdo entre gremialistas y empresario. El retorno de Isabel a la presidencia clausuro la posibilidad y a la vez agravo la crisis política. El 24 de marzo del 76 los militares depusieron y arrestaron a la presidenta.