Memorias sobre formas y lugares de socialización de los jóvenes en la época que su entrevistado era joven.

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Cada familia en esta hacienda tenía sus seis u ocho hijos, y lo que parecía más era un pueblo por la cantidad de gente que convivía en ese lugar, el dueño de la hacienda pagaba a un cura para que baje a dar la misa ahí porque era mucho más cómodo para todos sus moradores. Después de la misa más o menos nueve de la mañana se dirigían a jugar futbol además ellos invitaban a los pueblos cercanos para tener encuentros de futbol o viceversa esto ocurría mas o menos una vez al mes y los mayores se dedicaban a jugar tabla, era muy bonito y alegre pues se era muchos más organizado que el mismo pueblo de Urcuqui, en los días ordinarios es decir de trabajo de lunes a sábado lo que se veía era un sin número de personas trabajando, carros pasando la caña al ingenio, el pito del caldero sonaba diariamente a las siete de la mañana que era la hora de instalarse al trabajo, dicho sonido se escuchaba unos 5 o 10 kilómetros de distancia, a las 11 que era la hora de almuerzo y doce del día el retorno de la hora de almuerzo también sonaba el pito, como no tenían tiempo de regresar a comer a sus casas pues era lejos ya que la hacienda tenía 800 hectáreas, las mujeres o niños de los trabajadores les iban a dejar el almuerzo al ingenio, a las cuatro de la tarde las personas del campo ya terminaban sus labores mientras que los obreros seguían trabajando incluso hasta horas extras pues se debía entregar la producción.

Miguel tenía un mono en la hacienda llamado coco al cual lo querían demasiado, tiempo después esta hacienda es vendida y pasa a un dueño que a nadie le agrado y poco a poco se fueron sus trabajadores quedándose sin mano de obra lo que hizo que se vaya a la quiebra, Miguel y sus hijos salieron de San José para instalarse en Quito, él como padre preocupado por la familia encuentra trabajo en una fábrica llamada telecuasa, lo que tenía que hacer ahí era cuidar el lugar y mantenerlo limpio a cambio de un sueldo y además de servicios básicos y estadía, esta empresa se encargaba de ensamblar televisiones, y muchas otras cosas más, como era de esperarse coco les acompaño en su travesía a esta hermosa familia.

La fábrica tuvo que cerrarse tras irse a la quiebra, le venden a la Internacional que en ese tiempo era la encargada de fabricar telas, dichos dueños le piden a Miguel que siga trabajando ahí y él lo hace, en ese tiempo, el centro comercial el recreo y parte de sus alrededores era la fábrica internacional. En esta fábrica trabajo alrededor de cinco años tiempo después le vendieron a una minería, este lugar como una cede de control para compra de tierras para convertirlas en minas, es ahí cuando se acaba la vida profesional pues se jubila pero aun así le ofrecen trabajo como un sueldo aparte pues era prohibido trabajar luego de estar jubilado.

Al momento de entrevistar debo confesar que me puse muy nerviosa, a pesar que sea mi abuelito materno pues no tenemos mucha comunicación pues vivimos lejos y no es que le visitemos muy seguido, me emociono saber tantas cosas de la vida de mis abuelitos, mi madre y mis tíos en su infancia y adolescencia, como es que estudiaban o como mi abuelito trabaja y en donde, gracias a este trabajo pude saber cómo era la vida en la época que ellos pasaron su juventud y no solo me favoreció a mi sino que él se puso muy feliz al contarme tantas cosas que ya se estaba olvidando, le gustó mucho el hecho de saber que tenía a quien contar sus cosas, y no tuve que estar preguntándole cosas sino que él solito me iba contando y sonriendo, recordando sus anécdotas, una que otra cosa triste pero en general estuvo muy feliz se le notaba en su cara, antes de irme me dijo “ay! Guagüita como me haces recordad tanto” eso me alago y me llevó a la conclusión que hay tantas cosas por ser recordadas y ser contadas, pero pocas personas con tiempo y ganas de escuchar y aprender de los que ya han vivido tanto.