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RELACIONES INTERNACIONALES. MÉXICO EN LA SOCIEDAD DE NACIONES

Enviado por   •  26 de Julio de 2018  •  2.586 Palabras (11 Páginas)  •  364 Visitas

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Al final, se creó un comité en Argentina, mismo que sería pieza clave para la creación y firma de un pacto de paz entre ambas naciones.

ESPAÑA

Los debates en la Sociedad de Naciones en torno al caso español fueron utilizados por México para la defensa internacional de sus principios en materia exterior. El gobierno mexicano había comenzado a configurar su posición hacia la situación española en septiembre de 1936.

Esta acabo de fijarse a partir de la reelaboración de las instrucciones de Cárdenas por el representante mexicano en Ginebra, Isidro Fabela, cuyo resultado fueron la nota enviada por el gobierno de México al secretario general de la Sociedad de Naciones, en marzo de 1937, así como las matizaciones a dicha nota hechas públicas por medio de la Agencia Havas dos meses más tarde.

Las intervenciones de Fabela ante la Asamblea de la Liga, en otoño de 1937, permitieron al gobierno mexicano sistematizar toda su política hacia la cuestión española. Desde este momento, la posición mexicana hacia el caso español se mantuvo inalterable, no solo hasta el final del conflicto sino mucho más allá, porque dicha política mediatizaría por completo las complejas relaciones de México con el régimen franquista.

La iniciativa mexicana en ayuda de su aliado no tuvo otro efecto que reafirmar el apoyo diplomático y moral del México cardenista a la Republica española. En realidad el régimen cardenista había hecho de la Sociedad de Naciones su principal tribuna para manifestar públicamente dicho respaldo, al tiempo que utilizaba la cuestión española para exponer y defender frente a la comunidad internacional los principios rectores de la acción exterior de México: la seguridad colectiva, la autodeterminación y la no intervención.

La particular interpretación mexicana de cada uno de estos tres principios, fundada en el contenido del pacto constitutivo de la Sociedad de Naciones y en aquellos aspectos del Derecho Internacional en los que se habían basado las doctrinas Carranza y Estrada, constituía la base de la posición mexicana hacia la cuestión española y, al mismo tiempo, de la propia política de México en sus relaciones con el resto el mundo.

POLÍTICA EXTERIOR DE MÉXICO DURANTE LA SOCIEDAD DE NACIONES.

La nueva política exterior de México no se limitó a estrechar los lazos con las principales potencias con intereses económicos en el país, sino que trato de potenciar la participación mexicana en el principal organismo de carácter internacional: la Sociedad de Naciones.

El ingreso de México en la Liga de las Naciones en septiembre de 1931, por medio de una invitación especial que reconocía al país como uno de los miembros fundadores, en lo que sin duda constituía un acto de desagravio por no haber sido invitado en 1919, constituyo el acto final del dilatado proceso de aceptación internacional del México revolucionario.

En adelante, México contaría con la poderosa plataforma diplomática brindada por la Sociedad de Naciones que, pese a su declive, permitiría a este país contrapesar la relación bilateral con los Estados Unidos a través de una activa diplomacia multilateral, que abriría la etapa probablemente más brillante de la política exterior mexicana.

Esta diplomacia multilateral tuvo desde un principio un carácter defensivo, ya que estuvo dirigida a la defensa en cualquier foro internacional que resultara propicio para ello de los principios de resolución pacifica de las controversias, de no intervención y de autodeterminación. Principios, todos ellos, que México deseaba que constituyeran el cauce para sus relaciones con las grandes potencias con intereses en este país y, de manera especial, con los Estados Unidos

Este conjunto de principios se vio complementado a partir de 1930 por la denominada “Doctrina Estrada”, elaborada por el canciller mexicano Genaro Estrada, la cual venía a sentar la oposición mexicana a hacer depender del reconocimiento internacional la legitimidad internacional de cualquier gobierno que hubiera alcanzado el poder por tiempo 136 memoria medios distintos a los establecidos por los mecanismos normales de transmisión del poder.7 Este principio acabo por convertirse en uno de los fundamentos teóricos de la acción exterior mexicana ya que la diplomacia de este país consideraba, no sin razón, que el otorgamiento o no del reconocimiento explícito a cualquier nuevo gobierno constituía un acto de intervención en los asuntos internos del país en cuestión. La defensa de los principios contenidos en las doctrinas Carranza y Estrada constituyo el eje de la activa política multilateral desarrollada por México entre 1928 y 1939.

El escenario principal de esta política tuvo lugar en la Sociedad de Naciones, donde los principios defendidos por México se vieron reforzados y complementados por los fundamentos de Derecho Internacional establecidos en el pacto constitutivo de la Liga, con los que México se identificó desde un principio, implicándose en los frustrados intentos de un conjunto de pequeñas potencias para hacer más democrático el funcionamiento del principal organismo internacional.

La diplomacia mexicana se propuso desde un principio utilizar la tribuna proporcionada por la organización ginebrina como escaparate de la estabilidad alcanzada por su sistema político y, especialmente, de los éxitos conseguidos por su proceso revolucionario en materia social y económica.

En este mismo sentido, el tratamiento multilateral de los conflictos internacionales, a cuya resolución estaba consagrada en principio la Sociedad de Naciones, ofreció a México una buena oportunidad para adquirir una cierta influencia en el continente americano a través de su activa participación en los esfuerzos mediadores desplegados por la Sociedad de Naciones, entre 1932 y 1935, para poner fin a la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia y, más tarde, al conflicto de Leticia entre Colombia y Peru.8

El protagonismo mexicano se vio favorecido asimismo por el hecho de formar parte durante estos años del Consejo de la Sociedad, como miembro no permanente del mismo.

DOCTRINAS CARRANZA Y ESTRADA.

La decisión del Gobierno mexicano de intensificar la promoción y el respeto de los derechos humanos, así como la posibilidad de enviar tropas al extranjero para que participen en operaciones de paz de las Naciones Unidas; la participación de México como miembro no permanente del Consejo de Seguridad dio las bases para la formación de la doctrina Estrada

En

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