Si las paredes de la casa de Montejo hablaran...

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sus caballos.

Columnas esculpidas, frontones finamente trabajados, vigas de madera fina y atrapaojos en los techos eran la bella coraza en la que se refugiaban dos monstruos, padre e hijo, vejadores de la civilización más brillante del continente americano.

No obstante, aunque de manera sutil, la casa ha dejado ver una parte de su historia. En la entrada, en la fachada principal se encuentran esculpidos en la piedra de los marcos, querubines, el escudo de armas de los Montejo y, en la parte superior, las figuras del padre y el hijo, gallardos, portando sus armaduras, de pie sobre las cabezas agonizantes de los indígenas mayas.

Recorro las primeras salas, un estudio y una recámara con mobiliario de finales del siglo XIX; nada salvo la fachada pertenecía los Montejo.

Los reyes de España se enteraron de la brutalidad con que se había llevado a cabo la conquista de Yucatán y mandaron llamar a Montejo para que rindiera su declaración ante el Consejo de Indias. El proceso quedó inconcluso debido a la muerte de El viejo en su natal Salamanca y aunque les fueron confiscadas algunas de sus propiedades, la casa quedó en manos de su hijo el Mozo.

Tras unos años de paz relativa, y de ser alcalde de la ciudad de Mérida, El mozo muere en Guatemala en 1565 y la casa queda como propiedad de su viuda quien ordena que la casa pertenezca solo a la descendencia de los Montejo. Es así que la casa se hereda a Juan de Montejo y de Castillo y más tarde a Juan de Montejo y Maldonado.

Es hasta finales de 1839 que la propiedad pasa a manos de los Peón, y las paredes pasan de atestiguar el racismo y maltrato indígenas a presenciar la vida tranquila de la aristocracia post independencia.

La casa se hereda, pasando de generación en generación en la línea de los Peón, modernizándose al estilo de la vanguardia francesa en 1914 y sufriendo pequeñas modificaciones entre cada legado y siendo reducida cada vez más hasta quedar de Ésta solo una cuarta parte de su tamaño original.

Es hasta el año de 1981 que el Banco Nacional de México (Banamex), por medio de su fundación cultural adquiere el predio, adaptándolo para oficinas bancarias. Y es hasta diciembre del 2010, que la misma fundación, bajo la supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) transforman la propiedad en casa de cultura y museo, denominándola Casa de Montejo.

Y es aquí, donde me encuentro ahora a donde llega la historia, donde se oculta tras explicaciones románticas y videos interactivos, la saña y la crueldad con que fue sometido el pueblo maya; donde se conserva solamente la fachada de lo que en algún momento fue la morada de dos genocidas pero que ahora se mantiene como un legado de la historia; como una muestra de la grandeza española.