Crisis existenciales en el adulto joven

...

Para concluir este tema, se puede decir que las crisis por las que pasa el adulto joven corresponde a un conflicto inesperado, en el cual nadie está preparado, lo que genera síntomas de ansiedad y depresión en aquellos que no reconocen esta transición existencial como una experiencia necesaria para el desarrollo de todas las personas.

Además de atravesar estas crisis, el adulto joven pasa por una serie de cambios biopsicosociales. En el aspecto biológico, las capacidades físicas alcanzan el máximo de efectividad, existe destreza manual y una mayor agudeza visual. Ambos géneros alcanzan su mayor plenitud, han logrado el más elevado punto de coordinación, equilibrio, agilidad, fuerza y resistencia.

En cuanto a la mujer, un cambio relevante es el aparecimiento de los síntomas del síndrome premenstrual. Y en cuanto al hombre, tiene máxima fuerza muscular, siempre y cuando la desarrolle. Igualmente, ambos géneros están en las mejores condiciones para reproducirse.

Los sistemas del cuerpo tienen en esta edad una notable capacidad compensatoria, así el adulto joven es capaz de conservar la salud en forma casi continua, por esta razón presentan poca o ninguna preocupación por su salud. Por lo tanto, en esta etapa las características físicas alcanzan su plenitud, y es a partir de las últimas instancias de este periodo que las capacidades biológicas comienzan a declinar.

Es posible decir que durante este periodo se establecen las verdaderas bases de la salud física que se tendrá en etapas más avanzadas de la vida. Sin embargo, no hay que olvidar el factor genético de la salud. Al igual que los factores conductuales, como los hábitos alimenticios, la actividad física, los ciclos de sueño y el consumo de sustancias. Además, los factores medioambientales pueden dar lugar a cambios en la salud con consecuencias permanentes.

Seguidamente, entre los cambios psicológicos, según el desarrollo cognitivo de Piaget, el adulto joven se encuentra en la etapa de operaciones formales, específicamente en la sub-etapa del pensamiento post-formal y reflexivo, caracterizado por ser flexible, abierto, adaptable e individualista. Además, de integrar la lógica, intuición y emoción.

Por otro lado, en cuanto a desarrollo moral, Kohlberg explica que en esta etapa debería haber un avance al tercer nivel de razonamiento moral que corresponde a la moralidad post convencional, y se basa en principios obtenidos mediante la relación con el entorno y las experiencias propias. No obstante, la mayoría de las personas no alcanza este nivel, sino a mediados de la adultez temprana e incluso a comienzos de la adultez media.

Este nivel de moralidad es estimulado por el hecho de encontrarse con valores contradictorios cuando el joven adulto se independiza de sus padres y comienza a responsabilizarse del bienestar suyo y de otros (como una pareja o sus propios hijos). Estas experiencias prácticamente obligan a los adultos a reevaluar sus criterios de lo que es correcto y lo que no.

Por último, en el aspecto social, como ya se ha mencionado el joven adulto entra a la dialéctica descrita por Erickson como la intimidad frente al aislamiento. Donde se debe llegar a un equilibrio, en el cual la persona debe establecer compromisos personales profundos para evitar el aislamiento, sin embargo, necesita pequeño grado de ese aislamiento para reflexionar. Es decir, debe establecer un vínculo emocional importante con otra persona, pero no ser dependiente de este ni evitar la crisis, ensimismándose totalmente.

Erikson describía que, a su vez, se desarrolla un nuevo sentido ético debido a los sacrificios y compromisos que las relaciones íntimas exigen. Esto promueve el desarrollo solido del sentido del sí mismo, ya que es necesario para fundir la identidad propia con la de otra persona sin que ambas identidades se pierdan.

La resolución de esta etapa da por resultado la cualidad del amor, que conlleva a la devoción mutua entre parejas para lograr un desarrollo sano. Erikson consideraba que el desarrollo de relaciones íntimas es una tarea importante de la adultez temprana, como una motivación importante de la conducta humana. Porque estas requieren de autoconciencia, empatía, habilidad para comunicar emociones, resolver conflictos y respetar los compromisos, y de una decisión sexual.

Además, cabe destacar que la formación de nuevas relaciones y la reconsideración de las antiguas tiene implicaciones en el desarrollo de la personalidad tienen implicaciones para la persistencia o cambio de la personalidad. Como por ejemplo, algunos jóvenes adultos que mantienen relaciones inestables tienden a tener rasgos neuróticos y a desarrollar un neuroticismo consolidado en la etapa siguiente de la vida.

En conclusión, las crisis por las cuales el joven adulto atraviesa constituyen a una serie de situaciones estresantes de las cuales la cultura no ofrece herramientas para sobrellevarlas de una determinada manera. Sin embargo, estas crisis son necesarias a lo largo del desarrollo del adulto emergente en un ámbito biopsicosocial, pues su resolución efectiva contribuye a la motivación humana y a los deseos de autosuperación, además de la necesidad de superar una etapa para cursar al siguiente periodo del desarrollo humano.