Tenemos que hablar de kevin.

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Las expectativas de Eva, una profesional en su campo, frente a su hijo se ven desilusionadas. Kevin no obedece sus suplicas para que guardase silencio, y ella tampoco hace un real esfuerzo por tranquilizarlo, generalmente presentando un discurso de que su hijo “está mal” y que deben intervenirlo, como con su tardío uso del lenguaje hablado, o el uso de pañales en etapas tardías del desarrollo. Franklin, por su lado, no le da tanto peso “patológico” al lento desarrollo de Kevin, diciendo que es normal en muchos niños, y le insiste a Eva que deben apoyarlo de todas maneras en su desarrollo.

Claramente, estos mensajes duales en el entorno familiar por parte de sus padres dejan marca en la imagen psíquica de Kevin, viéndose, a rasgos amplios y generales, cómo Kevin tiende a provocar frustración a su madre que hizo lo mismo con él, pero que se muestra como un chico normal y agradable frente al cariño y apoyo fraternal de Franklin, su padre.

En un par de situaciones se dan diálogos donde el mismo Kevin da a entender la posición que él presenta en el discurso y deseos de su familia. Una, donde sale con Eva a jugar golf, se da una conversación tras una dura crítica que da Eva frente a los gordos. En el trasfondo de este dialogo, se puede reflexionar sobre el valor que tiene Kevin dentro de la familia, más directamente con su madre. Kevin sabe que Eva nunca le asigno un valor real y agrega contundentemente una frase que deja a su madre callada sin nada que refutar: "que te acostumbres no quiere decir que te guste […] hiciste lo mismo conmigo".

En un punto fulminante de la película, finalmente, donde se vuelve a presentar este mensaje, es cuando escucha la discusión sobre el posible divorcio entre sus padres, dónde él mismo expresa que “él es el contexto” sobre el cual se construyó toda la problemática desde un comienzo, en base a la herida que recibió Celia, su hermana menor, y la larga historia de frustraciones, conflictos y consecuente desconfianza construida entre él y su madre, que contribuyó finalmente a desmantelar las relaciones entre sus padres.

Como conclusión, ya sea reflejado en la película, o experimentado en la vida real, se puede apreciar que algo tan simple pero a la vez tan profundo como es la empatía de la madre, son fundamentales para el desarrollo del niño. En el caso presentado, si la madre hubiera presentado mejores herramientas adaptativas ante el desarrollo de Kevin, apoyándose en el apoyo positivo que ya tenía Franklin en su hijo, el desenlace pudo haber sido distinto.

Se puede apreciar como una misma conducta, como es la no tolerancia y poca empatía de parte de una madre, puede influenciar en distintas vertientes el desarrollo de un hijo, ya sea por el lado de no darle significación a las funciones alfa del joven, transfiriéndole la propia frustración al mismo, y dejándole un caos psíquico como resultado, como es el hecho de que esas mismas conductas transfieran el mensaje intersubjetivo a Kevin de que su lugar en la familia no fue deseado, y que él, para su madre, Eva, no ocupa más que un ente del cual hacerse cargo y acostumbrarse, por más frustrante y desagradable que sea, pues es su hijo de todas maneras.

Bibliografía.

- Bion, W. (1963) “En aprendiendo de la experiencia”. Buenos Aires: Paidós.

- Rodulfo, R. (1989) “El niño y el significante”. Buenos Aires: Paidós. Capítulo 2: Dónde viven los niños.