El Cerebro y su capacidad de hablar
Enviado por Jerry • 11 de Octubre de 2017 • 3.761 Palabras (16 Páginas) • 603 Visitas
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El comprender como factores relativamente triviales en el medio ambiente, tienen tanto poder a la hora de modelar los comportamientos es algo de suma importancia, tanto para el ser humano individual como para las sociedades, pues si se crea contextos en donde imperen el orden, la limpieza, la justicia, entre otros, se facilitara el que prosperen conductas constructivas (frontalizadas, desarrollo de los lóbulos prefrontales y sus funciones modeladoras humanas) y a su vez se desaliente las destructivas propias del complejo cerebro de reptil más cerebro de mamífero.
A todos nos resulta más fácil, ser mejores personas en contextos ordenados que si nos hallamos en otro en donde el desorden impere por todos lados. Un ejemplo de esto último, son los estudios realizados acerca de la delincuencia juvenil y el abandono de estudios. En ellos se demuestra que un niño se desarrolla mejor en un buen vecindario, aun cuando viva en el seno de una familia problemática, que si fuera lo contrario, o sea que viviera dentro de una buena familia pero en un barrio problemático.
Esto a primera vista parece un contrasentido, pero en realidad solo es una confirmación de la teoría que indica el gran poder que tiene el contexto medio ambiental en la modelación de la conducta, ya que los niños se verán mas influidos en un momento de sus vidas por el entorno externo que por el familiar.
Lo importante es entonces que no solo las conductas criminales o violentas son sensibles a estos detalles, sino que también lo son las conductas altruistas y proactivas.
La UCCM (unidad cuerpo cerebro mente) y su relación con el dinero
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Históricamente se ha prestado poca atención a como el dinero influye en las personas.
Tan así ha sido, que los economistas basaron sus teorías en un hipotético homoeconomicus, que seria un ser humano típico que se comporta de forma perfectamente racional ante estímulos económicos y que mediría los costos y beneficios antes de tomar una decisión que implique invertir dinero.
Pero la realidad, es que en las decisiones financieras entran en juego muchos elementos que son incontrolables por la mente consciente como las emociones o las intuiciones.
Para solucionar este desfasaje han nacido nuevas ciencias, que aportan a que tengamos una mejor apreciación del tema, una de ellas es la neuroeconomía.
Como hemos visto a lo largo de los diferentes números de nuestra revista “Descubriendo” -el cerebro y la mente-, las neurociencias nos permiten alcanzar una mejor comprensión de cómo funciona nuestra UCCM (unidad cuerpo cerebro mente), y estos conocimientos nos permiten ahora entender mejor cuales son las verdaderas motivaciones que mueven a las personas a consumir un producto.
La neuroeconomía, busca desarrollar un modelo del comportamiento que nos permita comprender con mucha mayor fiabilidad la toma de decisiones y las motivaciones que se esconden detrás de las diferentes elecciones económicas.
Para ello se realizaron investigaciones en donde se seleccionaron voluntarios a los cuales se les pidió que tomasen decisiones económicas en simuladores, a la vez que se escaneaban y observaban sus cerebros con resonancia magnética funcional, registrándose los cambios que se producían en las diferentes zonas del cerebro cuando estas personas deciden asumir un riesgo, confiar en otra persona o rechazar una oferta.
Uno de los juegos que más se han utilizado es el llamado Juego del ultimátum, que consiste en lo siguiente:
El un jugador “A” se le dan por ejemplo 1000 dólares, el debe decidir con cuanto se quedara y cuanto le dará al jugador “B”, se juega una sola vez. El jugador “B” puede decidir aceptar o no la oferta, si la acepta, el dinero se reparte entre ambos del modo en como lo decidió “A”, sino acepta, ninguno de los dos recibe nada.
En general se piensa que “B” siempre aceptara cualquier oferta que le hiciera “A”, ya que ganar algo de dinero es mejor que nada, mientras que se considera que “A”, a su vez ofrecerá la menor cantidad posible de dinero, para quedarse con mayor cantidad.
Sin embargo por extraño que parezca las cosas no siempre ocurren como la lógica indicaría, pues la mayoría de los participantes del grupo “B” se niegan a aceptar cantidades inferiores al 20 ó 30 porciento, prefiriendo penalizar al jugador “A”, aunque ellos tampoco reciban nada.
Esto va en contra de la lógica económica, así lo afirma el doctor Jonathan Cohen y su equipo de colaboradores de la Universidad de Princeton en Estados Unidos.
Al observar las imágenes cerebrales, vieron que aquellos individuos que aceptaban la oferta, activaban el área dorso lateral del lóbulo pre frontal que es la encargada del pensamiento deliberativo, pero cuando la rechazaban era el lóbulo de la ínsula el que se activaba, relacionado con el sentimiento de disgusto, dominando al lóbulo pre frontal. Cuanto mayor era este dominio del lóbulo de la ínsula, mas airadamente se desechaba la oferta del otro jugador, pese a que ellos también perdían.
Otro factor que se descubrió, fue que cuanto más dinero recibía el jugador “B” mayor era la cantidad de oxitocina en su sangre, una neurohormona que está relacionada con la sexualidad, la ternura, la afectividad y las relaciones amistosas.
Si bien por el momento, estas investigaciones se han hecho en personas aisladas o con grupos reducidos, ya hay iniciativas para estudiar muchos cerebros a los que se les colocara sensores conectados a través de internet, mientras los voluntarios practican juegos del tipo antes planteado.
A su vez Daniel Kanheman (premio nobel) especialista en economía conductual, dice que observo que el recibir dinero activa en el cerebro las mismas áreas que un sabor agradable, una música placentera, o incluso drogas adictivas, activándose el circuito placer recompensa, con la liberación del neurotransmisor dopamina.
La neuroeconomía también analiza aspectos de la cooperación entre personas. Estos nuevos experimentos han confirmado que el compañerismo se ve gravemente afectado cuando detrás de las relaciones hay incentivos económicos.
Varios neurocientificos de diversas universidades estudiaron este fenómeno a través de variantes de un juego clásico denominado “Dilema del prisionero”.
Este juego sirve para medir la voluntad de una persona para cooperar con otra o traicionarla. Tradicionalmente el mismo consiste en dos supuestos prisioneros que
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