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Mayordomía y Tiempo

Enviado por   •  23 de Septiembre de 2018  •  2.443 Palabras (10 Páginas)  •  306 Visitas

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La segunda premisa también se encuentra en el contexto de la creación y el jardín del Edén, cuando Dios comienza a designar las ocupaciones que debían realizar nuestros primeros padres en el entonces nuevo mundo: de sojuzgar y cuidar la tierra, específicamente con el trabajo y oficio diario que ellos debían hacer para el bienestar integral de aquella creación[24]. Precisamente, esta misma indicación fue igualmente trasmitida a la humanidad luego del pecado, ya que el trabajo dignifica, mantiene ocupado (evitando así el ‘mal’ ocio), y otorga competencias para un buen y sabio desempeño en los constantes desafíos que pueden son enfrentados en el diario vivir[25].

La tercera, y última, premisa igualmente proviene del contexto edénico, y es un complemento/contraste al anterior: junto con el trabajar y ocuparse durante el día es necesario descansar. El concepto de descanso es uno de los primeros elementos que se describen en la Biblia; se encuentra en el mismo relato de la creación, y es categorizado al mismo nivel de cada criatura que Dios creó, pues el mismo Señor lo instauro, preparándose para tal y practicándolo así mismo: “Así quedaron terminados los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos. Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido”[26]. Así como Dios practicó el descanso luego del trabajo y obra suya de la creación, para el ser humano es vitalmente necesario tener que descansar (sueño y pausas durante la rutina) luego de los trabajos y oficios realizados, pues es una renovación integral de todas las fuerzas que influye a proporcionar un buen estado general de salud. Finalmente, también, esta premisa, adquiere otra dimensión, de naturaleza más espiritual, con el descanso total sabático[27].

Sábado: su uso e implicancia en la administración - mayordomía del tiempo

El sábado y su descanso, precisamente, es una de las pocas pero precisas indicaciones, divinamente establecidas, que mencionan acerca de cómo puntualmente debe invertirse el tiempo en aquel día, y así en contraste, como consecuencia, los otros días. El relato edénico menciona claramente a Dios indicándole a sus primeras criaturas humanas, tras su misma práctica y ejemplo, que debían trabajar precisa y exactamente 6 días, los 6 primeros días de la semana (domingo a viernes), para que el séptimo (día sábado) lo descansasen[28]. Eso enseña a simple vista la necesidad de un descanso semanal de un día como refresco del oficio tan rutinario en la mayoría de las ocasiones; y sí fue expuesto por Dios claramente debe de proporcionarle un bienestar para sus criaturas humanas. Aunque su implicancia principal y directa es de un carácter más bien teológico y espiritual.

La prioritaria enseñanza que el sábado, precisamente, debiese dejar es de aquel trasfondo espiritual: Dios instauro el descanso sabático como ordenanza a sus criaturas, tras Él haberlo realizado luego de que hubiese finalizado su obra creadora. Lo instauro no necesariamente porque se cansase, Él no es criatura creada como para que se fatigue, más bien para que el mundo recordase de la obra literalmente creadora (y amante) de Dios; para que con ese testimonio realmente nos concienticemos todos de su amor y obra, y así, como respuesta, pudiésemos entrar en su descanso que es primero físicamente (luego de todo el oficio realizado) y luego espiritual en el sentido de imitarlo porque se le obedece como un acto de fe y amor del hombre hacia su creador por su obra creadora y re-creadora (redentora)[29].

Considerando, así, la prioridad espiritual del sábado y su descanso, y del carácter concientizante de esta por el testimonio de la obra que Dios había hecho allí, hay que tener claro que este día y espacio de tiempo no le corresponde al hombre ser su mayordomo sino que este es directo y totalmente administrado por Dios. Ningún día le pertenece al hombre, Dios nos da la libertad (con algunos parámetros) de que hacer durante el transcurso de cada día; más en el sábado no, estamos comprometidos a descansar en el descanso que el Señor invita[30]. ¡Es una hermosa y privilegiada invitación que Dios nos da!

En el mismo sentido de la administración de tiempo en el sábado, el ya mencionado teólogo Bustos reflexiona declarando: “La diferencia entre la mayordomía del séptimo día y la de los restantes días de la semana está en que no hay ‘deberes’ para los seis días de la semana, pero sí es un deber guardar el sábado; no podemos elegir qué hacer en él: Dios dijo, hay seis días que son tuyos para hacer ‘toda tu obra’, pero el sábado es ‘para Jehová tu Dios’. El sábado es un deber, y Dios está probando nuestra fidelidad por medio del sábado, para que lo guardemos según su voluntad, porque quiere darnos tiempo eterno”[31].

Principios prácticos del uso y mayordomía en el tiempo

Entendiendo, ya, lo que es la mayordomía y de cuáles son sus implicancias – responsabilidades en el uso del don del tiempo, de acuerdo al planteamiento divino; la autora cristiana Jane Hunt presenta algunos principios prácticos para el buen uso y mayordomía en el tiempo, en base a algunas promesas bíblicas[32]:

- Visualizar las prioridades de Dios para su vida: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

- Ore para desarrollar sensibilidad hacia las actividades de calidad: “Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?” (1 Reyes 3:9).

- Preparé su propósito en la vida: “Pero, si a ustedes les parece mal servir al Señor, elijan ustedes mismos a quiénes van a servir: a los dioses que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Éufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ustedes ahora habitan. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor” (Josué 24:15).

- Planifique sus metas (desde 6 meses a 1 año): “El malvado es inflexible en sus decisiones; el justo examina su propia conducta” (Proverbios 21:29).

- Jerarquice los pasos a seguir para lograr sus metas: “El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplido sus deseos” (Proverbios 13:4).

- Elimine lo que le roba tiempo “Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del latre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1).

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