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¿Qué es el perdón?

Enviado por   •  21 de Febrero de 2018  •  2.139 Palabras (9 Páginas)  •  361 Visitas

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Un ejemplo de esto puede ser padres que han sido ausentes, por lo que hoy en día muchas jóvenes buscan satisfacer esa necesidad de un padre buscando a hombres mucho mayores que ellas para tener una relación.

Nuestras necesidades deben ser suplidas no por seres imperfectos como nosotros sino por alguien que es perfecto y esa persona es Dios. A medida que entendamos esto, será menos la falta de perdón que habrá en nuestros corazones.

Pensamos que lo mejor es callar

Cuando tenemos esa falta de perdón en nuestros corazones, nos vienen pensamientos de culpa, vergüenza, odio, rencor, venganza. Y asi como esta imagen de los cigarrillos se vuelve un vicio en nuestras vidas que llega a matarnos, esos pensamientos también nos van matando espiritualmente hasta llegar a la muerte física.

Satanás aprovecha nuestro dolor para decirnos “mejor me callo porque nadie me va a entender”, “a nadie le importo”, “me da pena hablar” y toda clase de pensamientos con el fin de hacernos callar, ¿Por qué? Porque él sabe que si confesamos con nuestra boca lo que tenemos por dentro, lo que antes estaba en escondido sale a la luz y cuando sale a la luz ya Satanás no tiene nada que hacer en nuestras vidas.

“Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9. En la confesión de labios esta la libertad. ¿Quieres ser verdaderamente libre? Entonces debes romper el silencio.

A veces nos acostumbramos al dolor

Con el pasar del tiempo, hemos hecho del dolor nuestra casa y de la falta de perdón nuestro estilo de vida. A tal punto que nuestra vida ya no nos pertenece sino que gira alrededor de esa espinita en el corazón.

Un ejemplo de acostumbrarse al dolor es el de escuchar canciones corta venas ¿Por qué? Porque es en ese momento donde comienzas a recordar con tristeza todo lo ocurrido y donde tu alma comienza a tener sentimientos encontrados. Pero aun así, nosotros, la mayoría de la humanidad le encuentra un punto de placer al hecho de despecharse.

Hay personas que también buscan perderse en el alcohol con la intención de “olvidar las penas” con la triste realidad de que cuando estas ebrio es cuando más recuerdas la ofensa. Entonces llegamos a la conclusión de que no hay poder humano, ni canciones, ni letras, ni vicios, ni nada en este mundo que pueda llenar y sanar nuestro corazón más que Dios.

Las ofensas siempre van a estar, incluso habrá veces donde Dios no nos hará exentos de ellas, pero con la intención de que aprendamos a desarrollar la actitud correcta ante cada circunstancia.

Existen 5 cosas que debemos evitar al momento de ser ofendidos:

- Ignorar el dolor: fingir que no nos pasa nada cuando por dentro estamos destrozados.

- Minimizarlo: aquí tratamos de no darle mucha importancia a la ofensa, engañándonos a nosotros mismos.

- Proyectarlo para adelante: empleamos la típica frase “el tiempo lo cura todo”. Ahora yo te pregunto: ¿Cuánto tiempo ha pasado y aun te sigue doliendo? El tiempo no lo cura, lo cura es Dios, pero cuando tu lo permitas y decidas perdonar.

- Escapar: tratamos de evitar tanto sufrimiento huyendo del problema o colocándonos una careta. Anhelamos desaparecer.

- Repasar una y otra vez lo ocurrido: vivir en el pasado. No dejamos de hablar ni de recordar lo que nos pasó, abriendo paso al resentimiento y al odio.

¿Sabes? quizás muchas veces le has dicho a Dios que te quite ese dolor, que ya no aguantas más. Pero hoy te digo que no depende de Dios llevárselo sino de ti entregárselo.

Hay una historia que es muy significativa para este punto. Una mujer que visitaba a su terapeuta comenzó a hablarle de lo que fue su vida cuando era una niña. Ella contaba que sus padres siempre la dejaban sola con sus primos, quienes llegaron a abusarla sexualmente. A medida que esta señora iba contando su historia se le podía notar la rabia y el odio que llevaba por dentro aun a pesar de los años. Cuando terminó de contar dijo: “si yo pudiera cortaría a mis primos en pedazos con un cuchillo eléctrico”, el terapeuta solo la miró y le dijo: ¿Cuánto tiempo más vas a permitir que te sigan violando?

Ya esta señora no era abusada por esas personas físicamente, pero a lo que el doctor se refería era a sus emociones, a su alma, a su vida como mujer que aun seguía siendo violada por esa falta de perdón. Ahora te pregunto: ¿Cuánto tiempo más dejaras que ese dolor, esa amargura, esa falta de perdón siga deteriorando tu vida? ¿Hasta cuándo dejaras que siga dominándote?

¿Cómo puedo vivir con el recuerdo?

Una vez que decidimos perdonar, ese recuerdo que nos causaba tanto dolor, ya no forma parte de nuestro día a día. ¿Por qué? Porque ya lo hemos dejado donde debe estar.

“Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?

Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados”. Isaías 43:18-20.

Ahora el pasado solo servirá para edificación y no para condenación.

“Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas ayudan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito”. Romanos 8:28.

Si esa ofensa afectó esa etapa de tu vida, no permitas que lo siga haciendo ni en tu presente ni en tu futuro. El pasado no lo puedes cambiar, pero si tu futuro.

Nosotros también hemos ofendido

Así como nos han herido, nosotros también hemos causado daño a las personas. Por eso es necesario que entendamos que así como debemos perdonar también debemos pedir perdón.

“Soportándose unos a otros y perdonándose unos a otros, si alguien tiene queja contra otro. Como Cristo los perdonó, así también háganlo ustedes”. Colosenses 3:13.

El haber sido ofendidos no nos hace exentos de haber causado también alguna herida a una persona, incluso a Dios, las veces que nos hemos alejado de ÉL o si hemos blasfemado su nombre, entre otras cosas. Es necesario pedir perdón.

Como conclusión te dejo esta frase: Lo que no dejas ir lo cargas, lo que cargas te pesa y

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