Cosmovisión Maya Cosmogonía como base para entender la Cosmovisión Maya

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Referente a lo anterior el Universo, Creador Formador, según el Popol wuj tiene cuatro caminos fundamentales, cuatro rincones. Estos cuatro rumbos son los caminos de armonía y equilibrio del Padre Sol-la energía, la Madre Tierra-el vientre, el Padre Aire-el aliento y la Madre Agua el sustento. Ninguno de éstos va contra la existencia, todos son beneficiosos para el todo. Los caminos del Universo se reconocen, se respetan y se complementan.

Del complemento y los cruces entre los caminos del Cosmos surge la vida en sus distintas manifestaciones. Así mismo se van creando nuevos caminos que cada ser debe reconocer según las cualidades y facultades que el espacio-tiempo[2] les otorga. Estos atributos deben ser utilizados para el bien de la comunidad y de ser posible, el mundo. El Cosmos y la Madre Tierra son los guías para encontrar y reencontrar el camino personal.

Como mencionamos anteriormente todos los caminos que provienen del complemento y cruces de los cuatros senderos originales son beneficiosos. Pero hay caminos que van contra la naturaleza. Éstos caminos se definen como los dos senderos de autodestrucción. Nadie está predestinado a recorrerlos, es la misma persona, por su desconexión y falta de consciencia, la que ha enredado sus pasos existenciales y se ha llevado a sí misma a éstos.

Estos dos caminos son el camino de autodestrucción son la involución personal al ceder a deseos que provienen del individualismo, la ignorancia o falta de consciencia. Este camino representa las imposiciones, las invasiones, las represiones, las devaluaciones hacia otros o hacia sí mismos y las exclusiones desde la más particular de las relaciones entre personas, hasta la más grande de las relaciones entre grupos, pueblos y naciones. Este camino de autodestrucción es más directo y notorio.

El otro camino de autodestrucción es la falta de cuidado y destrucción paulatina de la naturaleza. Éste no es tan directo y ocurre porque el hombre es ignorante de su conexión con el medio ambiente, por lo que cree ser inmune a su corrupción, pero en el tiempo el nexo entre ambos golpeará a los humanos porque nuestra vida depende del estado de nuestro refugio.

Ambos caminos han llevado a la humanidad al peligro de la destrucción de la vida. Para evitar caer en ellos, según los mayas, debemos estar en armonía con la naturaleza y relacionarnos de forma equilibrada, nunca tomando más allá de los que necesitamos. En esta relación el ser humanos se reconoce como un microcosmos y, entonces, desarrolla el respeto por todo lo que existe, como principio primordial de relación entre nosotros con el macrocosmos, que sería todo ser y elemento que rodea al hombre. No podemos sostener nuestra vida humana sin respetar el auto-sostenimiento natural de la Tierra.

Por esto la armonía dentro de la cosmovisión maya juega un papel fundamental en la comprensión de la humanidad como un cuerpo lleno de diversidad y diferencia. Los mayas creían que la observación de la naturaleza era la fuente más pura de conocimiento, y de ésta no sólo obtenían conocimiento sobre cómo funcionaba los elementos observados, sino que relacionaban el aprendizaje a su propia existencia. La observación de los diversos mecanismos de cada especie animal, vegetal y elemental influía en la percepción de los mayas respecto a la tolerancia sobre la diversidad de sus propios hermanos. Para ellos la convivencia es intercambio y solidaridad. Compartir el ser es compartir el tener, pues el tener viene del ser. Cuando el ser es egoísta y acaparador, el tener es egoísta y acaparador. Entonces viene la pobreza, entonces viene la miseria. Pero la pobreza y la miseria no son razón de ser de nadie. Ni la pobreza material, ni la pobreza espiritual.

Para los mayas el universo nos pide solidaridad entre humanidad y naturaleza. Solidaridad entre pueblos, entre comunidades, entre familias y entre personas. Solidaridad es reconocer que somos parte de un todo, que sin el todo no podemos ser y que el todo necesita de nosotros. Pero cuando la humanidad se olvida de la esencia de la vida y se rige por el principio de la acumulación, identificándose con lo que tiene, esta petición no sólo se ignora, sino que se desarrolla en sentido inverso. El hombre deja de ver vida a su alrededor y ve fuente de ganancias organizando su convivencia en torno a un sistema económico de dinero. El valor monetario, materializado en dinero, según los descendientes vivos de la civilización maya, está matando la esencia de la vida en todas sus manifestaciones. Las expresiones de la vida dejan de tener su razón de ser y son convertidas en objetos de utilidad económica: la tierra, los minerales, las plantas, los animales, el viento, el agua, las personas.

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