Disputas por la paz: el mito de una excusa criminal

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Para ver cara a cara al universal espíritu de la Verdad, que está presente en todas partes, es necesario ser capaces de amar al ser más humilde de la creación igual que a nosotros mismos. Y quien aspira a esto no puede permitirse mantenerse al margen de ningún campo de la vida […] Mi misión no es solamente la libertad de la India, aunque sea esto lo que absorbe en la práctica toda mi vida y todo mi tiempo. A través de la actuación de la libertad de India, espero actuar y desarrollar la misión de fraternidad de todos los hombres […] El patriotismo que yo concibo no vale nada, si no se concilia siempre, en todos los casos sin excepciones, con el mayor bien de toda la humanidad […] Quiero la libertad de mi país para que otros países puedan aprender algo de mi país libre, para que los recursos de mi país puedan utilizarse en beneficio de toda la humanidad (Gandhi, 1963)

En las palabras de Mahatma Gandhi se escucha la nostalgia no sólo de su ser, sino de todas aquellas personas que viven entre guerras, o a menor escala, entre problemas familiares, sociales, escolares, de cualquier tipo. Los deseos de alcanzar una paz verdadera no sólo engloban la desaparición del problema, sino la convención de las dos o más partes implicadas para una resolución efectiva sin que las armas entren en juego. Unos de los objetivos que cualquier persona que persiga la paz es la persecución alterna de la fraternidad y el trabajo y el cooperación del grupo, unos con otros, esto para poder vivir en tranquilidad, serenidad y en un onirismo que quizá algún día se alcance. El querer la libertad y la paz de una persona, significa anhelar la libertad y la paz del prójimo; esto para poder obtener y dar beneficios a la humanidad.

La paz es una utopía inalcanzablemente posible, donde nadie ni nada se turba ni perturba, se está en un estado de completa templanza, serenidad y tranquilidad; es un ideal, abstractamente consabido, que se dibuja en novelas, en cuentos, en la televisión y radio, se pinta al final de una tragedia, como una esperanza, porque para eso sirve, para darle la esperanza a quien especta y/o escucha a creer que llegará el momento en un futuro donde las armas se colocarán bajo llave en un cofre que se arrojará al océano; aquel momento donde las personas podrán descansar sus cien años de soledad en suma satisfacción de dormir y saber, asegurar, que el sonido de una bala no va a alterar el sueño.