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LOS NO LUGARES – MARC AUGE

Enviado por   •  28 de Marzo de 2018  •  2.021 Palabras (9 Páginas)  •  417 Visitas

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Esos tiempos y espacios de “ traslado”: trenes, aviones, andenes, aeropuertos, estaciones

Pero antes de hablar de los no lugares como contrapuesto al lugar antropológico, en caso de que así pueda considerárselo deberemos entrar en la oposición entre lugares y espacios, como lo propone Certeau.

El espacio es un lugar practicado, un lugar transitado. Ejemplifica diciendo que la calle es un lugar geométricamente diseñado y denominado por los urbanistas. En el lugar los elementos coexisten en cierto orden, en el espacio en cambio, se mueven, se desplazan los protagonistas y “animan” el lugar, de la misma forma, agrego, que el escenario recién se convierte en espacio vivo cuando lo surcan los actores y lo invaden las palabras.

El espacio sería entonces espacio existencial, por las relaciones de un ser con el mundo desde ese lugar; por la palabra “atrapada en la ambigüedad de una ejecución”. El término -espacio- es abstracto y da lugar a que se lo use para designar cosas tales como espacio aéreo, publicitario, espacios en los medios, lo que, en cierta forma, pone en evidencia los motivos temáticos que se instauran en esta época contemporánea y la abstracción que los amenaza, “como si los consumidores de espacio contemporáneo fuesen ante todo invitados a contentarse con palabras vanas”, según dice el autor.

Cabe resaltar la concepción de Corteau que nos plantea el libro sobre la definición del espacio y su práctica:

Practicar el espacio es “repetir la experiencia alegre y silenciosa de la infancia; es en el lugar, ser otro y pasar al otro, poder encontrar nuestro pasado en el presente y nuestro presente en el pasado”.

Al mismo tiempo el autor nos da un ejemplo de lo que para él es el espacio:

La experiencia alegre y silenciosa de niñez es la experiencia del primer viaje, del nacimiento como experiencia primordial de la diferenciación, del reconocimiento de sí como uno mismo y como otro, que reiteran las de la marcha como primera práctica del espacio y la del espejo como primera identificación con la imagen de sí. (Augé, 89).

Muy distinta esta forma de concebir la práctica del espacio que la de los viajes estructurados y organizados que se intenta reconstruir luego a través de las fotos. La pluralidad de lugares que se visitan muchas veces en esos viajes pareciera agobiar al hombre con una sensación de desarraigo: la ruptura entre el viajero-espectador y el espacio del paisaje que contempla, recorre o fotografía, le impide reencontrarse en un lugar y reconocerlo como tal.

Pero nos surge y nos detenemos para hacer una aclaración y distinción:

El viajero, el que mira solo con los ojos de la información anterior como el turista, sino con la que recibe de su ver y hacer y transitar el lugar junto con los otros, con los que lo recorren siempre; el que se siente comprendido y parte de ese grupo que transita el lugar y lo convierte en espacio; el que reactiva el lugar antropológico no provoca ni siente la ruptura y sí reconoce el lugar como tal y lo apropia en el momento que lo vive.

Ahora sí estamos en condiciones de definir “los no lugares” o al menos acercarnos de una forma más solida a su total comprensión.

El no lugar es el que no puede definirse como lugar de identidad ni relacional ni histórico. Pero definir por la negativa no es la forma en que desearía encarar este punto.

El no espacio es el lugar de paso, el que no da lugar al diálogo, ni siquiera a la mirada detenida. Y creemos que para nosotros países “en vías de desarrollo “no muchos más.

Generalmente en estas ciudades nuestras que no son megápolis, si conocemos a alguien estando en un “no lugar” sea cual fuere, entablamos una conversación, pudiendo ser de lo más básica o muy compleja, convirtiendo al “no lugar” en un lugar propiamente dicho.

Creo que “los no lugares “son más bien lugares interiores propiciados por lugares de afuera, en donde el hombre se evade, donde quiere no ser más, donde quiere no pertenecer, ser uno más no diferenciado. Como el adolescente que en algún momento quiere irse no le importa dónde pero solo, donde nadie lo conozca, ni lo asfixie con cariño ni con requerimientos.

Es por eso que creemos que la sobre modernidad ha provocado ha borrado premeditadamente los lugares propicios para el transitar espacios, con el acto y con el verbo y ha creado otros en donde el hombre pareciera destinado a estar solo, callado envuelto en su individualidad y en donde adquiere su identidad no en el reconocimiento del y con el otro, sino en gestos ajenos a su naturaleza de hombre social.

No hay duda entonces: el no lugar no es absoluto y exclusivo, no puede haber una pureza de un lugar o de un no lugar, esta siempre estará condicionada al hombre.

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