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CREACIÓN DE LA PARROQUIA Y EL DISTRITO DE AREGUÁ.

Enviado por   •  24 de Marzo de 2018  •  8.467 Palabras (34 Páginas)  •  293 Visitas

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Hablando de los primeros pobladores de Areguá y su entorno, cabe mencionar a Juan Encina de Mendoza, poseedor desde 1565 de unas tierras al sur de las otorgadas una década después a Juan de la Torre; las mismas estaban situadas más allá de la "loma alta" y las otorgó el capitán Juan de Ortega, teniente de gobernador, "basado en la orden real de dar y repartir tierras". El sitio era conocido como "Las Salinas", llamado así por las propiedades salitrosas de la tierra; también se hace mención de "la tapera de Tucuraýva" y de un cerro pelado que linda con las tierras "de los hijos del gobernador Irala".

Otros de los ocupantes o poseedores de las tierras que en un principio correspondieron a Juan de la Torre fueron: Sebastián de León, Gabriel de Macías y Lorenzo de Ortega. Este último había adquirido de Pedro Hernández, el que a su vez, tal como queda expresado, lo compró de Juan de la Torre. Los herederos de Ortega fueron Ana y Lorenzo González, quienes a comienzos del siglo XVIII se repartieron la tierra quedando cada uno con la mitad de la misma .

Estas informaciones, tan valiosas para la historia de los orígenes de Areguá, las podemos conocer mediante el hallazgo de un mapa y sus leyendas, elaborados por los frailes en 1741 con motivo del pleito que les presentó doña Ana González, sobre un supuesto desplazamiento de mojones.

Otro juicio sobre tenencia de tierras que arrojó mucha luz a esta investigación fue el litigio presentado por Ana de Estrada, viuda de Juan de la Torre, a LeonisRiquel, situación que también la consideraremos en su momento.

CREACIÓN DE LA PARROQUIA Y EL DISTRITO DE AREGUÁ

Aunque el objetivo de esta investigación era esclarecer los orígenes de Areguá que, como casi todos los pueblos, permanecían en el olvido, antes del cierre de la misma se ha creído oportuno recordar algunos hechos relevantes de su historia que permitan al lector ubicarse en la época en que Areguá, dormida entre cerros y espesuras al pie de su legendaria "laguna Tapaycua", se vio de pronto sacudida de su letargo con el avance de la "modernidad". Esta llegó al valle montada en una locomotora del ferrocarril; traía en sus vagones a los primeros "bañistas" y eventuales residentes de la naciente ciudad veraniega de Areguá. Atrás quedaron el misterio y la leyenda de los "Y póra" del Tapaycuá, para dar paso a lo que en adelante se conocería como "Lago Ypacaraí", nombre de una de las guaranias más conocidas a nivel nacional e internacional.

Las generaciones jóvenes difícilmente podrán imaginar la enorme gravitación que tuvieron los "caminos de hierro" en la economía del país, desde sus inicios en 1856 hasta mediados del siglo XX.

Sin olvidar a Jorge Stephenson (1781-1848), mecánico inglés, constructor de una máquina que corría sobre rieles de hierro, en 1825 se inauguró la primera línea férrea entre las ciudades inglesas de Stockton y Darlington para utilizar el trasporte de carbón. El servicio de trenes se inició en América, al parecer, con el "Bull", habilitado en la ciudad de Albania, EE.UU en 1831. Seis años después lo inauguró Cuba con la línea férrea de La Habana-Guinos. Chile fue la tercera del continente al construir en 1851 la vía Caldera-Copiapó.

El Paraguay fue el primero de la Cuenca del Plata al abrir en 1856 un camino de hierro de 500 varas que conectaba el Arsenal ubicado al noroeste de la ciudad de Asunción con el atracadero de la Ribera, hoy calle Colón, Tres años después se inauguró otro tramo urbano que unía el muelle con la Aduana. En 1861 el tren llegó a Ybyray-Trinidad, mientras se trabajaba en la unión de ésta con la estación de Luque. Las obras del ferrocarril estuvieron a cargo de profesionales contratados en Europa, entre ellos: WillianKeldWhytehead, Alonso Taylor, George Thompson, Henry Valpy, Peral Benell y GerogePaddison; además de los maestros en carpintería Juan Peralta y Evaristo Valdez, entre otros; la dirección administrativa corrió a cargo de José María Bruguez y posteriormente de Elizardo Aquino.

Una vez inaugurada la estación de Luque, prosiguió sin pausa la apertura del ramal que uniría ésta con la de Areguá. Como en las demás estaciones y tramos, los peones encargados de los trabajos de terraplenado, colocación de rieles, construcción de puentes, servicios de carpintería y otros, fueron los indígenas, los esclavos del Estado y los presos con purgamiento de penas en trabajos de obras públicas.

En Yuquyry se montó una carpintería de dos pisos donde se aserraban maderas de cedro para la fabricación de hojas de ventanas y puertas, listones, tirantes para durmientes, puentes, carretillas de mano y otros, también se trabajaban y cepillaban tablas de kurupa'y.

A medida que las vías avanzaban hacia Areguá, aumentaban también la sorpresa y admiración de cuantos podían contemplar el espejo mágico del Tapaycuá que, desde la lejanía se lo veía bordeado de riscos, lomas, valles y abundante vegetación. El descubrimiento de aquel potencial recreativo, lo que hoy llamaríamos "potencial turístico", avivó el interés de la familia presidencial y su entorno por la explotación de tan rico y saludable caudal hídrico.

El propulsor del ferrocarril y de tantas otras obras de progreso, como lo fue don Carlos Antonio López, no alcanzó a disfrutar de los deleites de Areguá debido a su enfermedad y muerte acaecida en setiembre de 1862. López adjuntó a su testamento un "pliego de reserva" en el que designaba a su hijo Francisco Solano López como Vicepresidente de la República hasta la celebración de un Congreso Nacional.

Francisco Solano López fue electo presidente de la República del Paraguay el 16 de octubre de 1862 y uno de sus primeros actos de gobierno fue dotar al antiguo valle de Tapaycuá de una jurisdicción propia, independiente de la de Itauguá. Para el efecto lo elevó a la categoría de distrito con la denominación oficial de Areguá, el 13 de noviembre de 1862. Sus límites naturales serían la laguna de Ypacaraí y los arroyos Yuquyry y Rolón. La localidad conocida como Caacupé-mí quedaría dentro de su demarcación y se fijaría como término de la misma "la línea que deba encontrar la vertiente del arroyo Rolón".

Como toda cabeza de partido, Areguá debía contar con una iglesia parroquial cuyos límites jurisdiccionales tendrían que coincidir, en todos sus términos, con los de aquel. Ante esta contingencia, López erigió la parroquia de Areguá, atribución que le correspondía a Gregorio Urbieta, obispo

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