Girl, interrupted.

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viendo que me miran y conspiran. Cuando en realidad soy yo quien miro con la mayor ajenidad.

¿Qué es para Michel Foucault un psiquiátrico?

Un lugar que no se hizo para curar a las personas, sino para ejercer sobre ellas poder mientras que se señala todo aquello que se desvía de la moralidad. Allí se controlan y apresan los componentes de una persona: Cuerpo, comportamiento, tiempo…

Esa persona a la que no dejaríamos de mirar sin cesar es un ser alienado poseedor de características indómitas que hay que domesticar, adiestrar.

Concretamente en “El Poder Psiquiátrico” podemos leer lo siguiente:

“El alienado alejado de su familia y de todo lo que lo rodea, queda onfinado en un palacio aislado y se lo encierra solo en una recámara cuyos cristales y muros se cubren de colchones para impedir que se hiera. Quien dirige el tratamiento le informa que ya no es soberano y le advierte que en lo sucesivo debe mostrarse dócil y sumiso”.

¿Qué es para el director de la película, James Mangold, un psiquiátrico?

Un campamento de verano para niñas malas y revoltosas que disfrutan saltándose las reglas. En ocasiones llega a parecer una película adolescente para jóvenes impresionables con pre-personalidad donde es equivalente al deseo de llamar la atención en su realidad, ¿Quién no se va a sentir sobrecogido con los coquetos cortes horizontales en el brazo de una lolita?

La película intenta enseñarnos mediante el viaje de auto-conocimiento de Susanna que todos estamos locos a nuestra manera, que debemos de lidiar cada día con un entorno con unas reglas socialmente aceptadas que nos puede gustar más o menos, con unas fuerzas familiares, con una cultura. Tenemos que comprendernos y buscar nuestro lugar en el mundo. Porque una cosa sí que es cierta, la solución de los problemas mentales la tiene el propio enfermo mental.

A mi parecer esa es la pretensión inicial. Un propósito que irremediablemente queda bajo una capa de dulzura, cosas bonitas y canciones alegres de fogata campestre.