Crear o Morir – Andrés Oppenheimer
Enviado por Ledesma • 3 de Enero de 2019 • 1.997 Palabras (8 Páginas) • 461 Visitas
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La realidad es que la creatividad es un proceso social; los más grandes avances vienen de la gente de la que aprenden, de la gente con la que se colabora, y las ciudades son verdaderas fuentes de creatividad.
Las mentes innovadoras tienden a juntarse en lugares que les permiten trabajar fuera de reglas, romper estereotipos, ser ellos mismos, donde la burocracia que caracteriza a muchas otras ciudades, ahí no les afecte del todo, allí donde pueden controlar los medios de producción y donde les ofrecen capital, oportunidades, apoyos y no deudas, limitaciones, miedos.
El mundo del futuro, el mundo que nos espera a muchos de nosotros es dinámico, crece con el paso del tiempo y la innovación, la creatividad, la perseverancia harán falta para sobresalir.
Esto nos ha hecho a la idea de que si varios países de habla hispana ya tienen grandes reservas de mentes innovadoras, mentes creativas, que es la condición esencial para crear sociedades innovadoras, ¿qué es lo que aún las limita? En general podría decirse que un desafío general es intentar mejorar la calidad y la inserción en el mundo de sus sistemas educativos, además de crear sistemas legales más tolerantes con el fracaso esencial, pues como se mencionó anteriormente, el miedo al fracaso es lo que limita a muchas mentes.
El riesgo de no hacer nada será enorme y es condenada a la región al atraso permanente, porque en los próximos años se producirá una extraordinaria aceleración de los avances científicos y tecnológicos que separaran aún más a los países de avanzada de los periféricos. Según la mayoría de los científicos, en la próxima década los inventos tecnológicos más revolucionados que todos los que ha producido la humanidad dese del año 500 a.c. el motivo es que la ciencia y la tecnología están creciendo de forma exponencial, cada vez más rápido.
Por ejemplo, las impresoras 3D que permitirá la manufactura casera e individualizada de casi cualquier objeto y que amenazaran con aniquilar la producción industrial en todo el mundo. Robots como los que hasta ahora solo se ve en las película de ficción, que se convertirán en los asistentes, guardaespaldas, compañeros o servidores sexuales, automóviles sin conductor que remplazaran paulatinamente a los actuales y permitirán trabajar, leer, o dormir mientras el automóvil nos lleva a nuestro destino, como los anteojos-computadoras, que nos permitirán mirar un jardín, por ejemplo y ver en el cristal el nombre de cada plantas.
Ejemplo de otras cosas más;
• Las impresoras 3D que fabrican zapatos
• Los drones que reparten pizza
• Los autos sin conductor
• Internet de las cosas
• Súper computadora que prescribe medicina
• Educación personalizada
• Los viajes a las estrellas
• Tecno-utópicos vs tecno-escépticos
• Del trabajo manual al trabajo mental
• Las capitales de las ciencias
Los motores de la innovación son factor clave, del que se habla mucho, y sin el cual es difícil producir sociedades innovadoras, es una cultura de tolerancia social con el fracaso individual.
Una pregunta frecuente es: ¿La creatividad es genética? Según varios estudios de la psicología de la creatividad, las personalidades innovadoras se distinguen por ser extrovertidas, abiertas a la experimentación, no muy preocupadas por agradar a los demás. Las mentes de estas personalidades especiales, al tener menos filtros, permiten que ideas, tanto alucinaciones como pensamientos o intuiciones inconscientes al consciente.
No hay ninguna universidad latinoamericana ni española entre las primeras cien del planeta, y apenas comparece un puñado entre las primeras 500.en las pruebas internacionales PISA, consagradas a medir y contrastar los conocimientos de los adolescentes en matemáticas, ciencias y comprensión de lectura, América Latina aparece en la cola.
El libro de Oppenheimer rezuma admiración por los creadores, a quienes ha visitado durante la redacción de su obra. Ha hablado con ellos y los ha entrevistado para conocer sus testimonios de primera mano, pero su intención no es avergonzar a los latinoamericanos por su postración intelectual. Por el contrario, el autor ofrece soluciones a estas graves limitaciones. Primero, crear una cultura de innovación en la que se distinga y venere a los creadores, como se hace con los deportistas, para estimular la aparición de estos talentosos ciudadanos. Cada emprendedor que se frustra es una fuente de riqueza y desarrollo que perdemos todos. Si estamos de acuerdo en que la clave de la prosperidad está en el empuje de personas excepcionales, hallarlas y cultivarlas debería ser una prioridad del Estado.
Segundo, es posible y es necesario educar para que surjan los inventores e innovadores. Oppenheimer lo resume con un dato estadístico escalofriante: en Irlanda y Finlandia, de acuerdo con la población, hay cinco veces más graduados de ingeniería que en Argentina. El gusto por las matemáticas y por las ciencias comienza en la niñez. En esa etapa de la vida se puede abordar estas materias como si fueran juegos.
Tercero, eliminar las leyes que ahogan a los emprendedores. En América Latina la madeja burocrática asfixia a los espíritus creativos. Hay que pagar sobornos a funcionarios corruptos. Las leyes de quiebra impiden o hace muy difícil que quienes fracasen puedan levantarse de nuevo, olvidando que la economía libre es un sistema de tanteo y error donde cada caída forma parte de un proceso de aprendizaje.
Cuarto, hay que invertir en investigación y desarrollo y en fomentar el capital de riesgo. Israel es el país del mundo que proporcionalmente dedica el mayor porcentaje de su PIB a investigación y desarrollo. Pero ese dinero debe salir, en mayor proporción, de las empresas privadas. Hay que involucrar a las universidades en las tareas de las empresas. Las universidades no deben convertirse en instituciones anti-sistema. Eso es suicida.
Quinto, debe globalizarse la innovación y ello incluye servirse de la posibilidad de estudiar en las universidades del Primer Mundo. Corea del Sur, con apenas 50 millones de habitantes, tiene 71 000 estudiantes en USA, la mayor parte en carreras de ciencias, mientras toda América Latina posee menos de la mitad de esa cifra.
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