“El impacto social y ambiental de la ingeniería química en el mundo”
Enviado por monto2435 • 23 de Abril de 2018 • 2.122 Palabras (9 Páginas) • 517 Visitas
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De esta forma, la manera de producir, trabajar, consumir y sobre todo, DESHECHAR nunca sería la misma de nuevo. Por un lado, los productores locales, herreros, zapateros, vulcanizadores (personas que trabajaban con formas naturales de polímeros como el hule o el caucho) se vieron desplazados; la industria se tragó al arte de trabajar en el taller, era más rápido, cubría mejor la demanda, era más barato pagarle a 5000 personas por el trabajo que 10’000 personas hubieran realizado en el doble de tiempo que pagar al artesano por su trabajo justamente. Por otro lado, estratos sociales se vieron “beneficiados”. La burguesía tenía la inversión para ofrecer, la plebe debía hacer uso de su fuerza de trabajo para obtener el “beneficio” de la macro producción. Así fue como los desplazados mencionados en el punto anterior adquirieron un nuevo trabajo: Hacer a la industria funcionar. Los obreros que acarreaban el carbón, que monitoreaban la maquinaria, empaquetaban, realizaban el trabajo minucioso, vaya. Hablando acerca del consumo, nunca había sido tan fácil acercarte a una tienda y pedir justo lo que necesitas, o lo que no necesitas. El trabajo artesanal al ser más caro, y tardar más tiempo en reabastecer el mercado, era y continua sumamente preciado por los consumidores (además claro, que su tiempo estimado de vida es relativamente prologando con respecto a los productos masivos), pero era más fácil mercar zapatos baratos 3 veces al año que comprar unos buenos zapatos que quieras pretender que soporten 5 años de uso. Pero lo que nos concierne es la parte del deshecho. Comenzando por el hecho de que el sobreconsumo generará más deshechos (por lógica), con el pensamiento superficial de que, al fin y al cabo, hay más en la tienda, y se producen más diariamente. Y segundo, toda la actividad industrial tiene residuos, recordando la ley de la conservación de la materia enunciada por Lavoisier, donde esta “No se crea ni se destruye, sólo se transforma”. Esto inició una lucha incesante de la industria por manejar lo que no le servía de la producción, donde, en los primeros pasos del agigantado avance industrial, no fue tomado con mucha seriedad. Comenzando por su principal fuente de energía, el carbón. Con múltiples moléculas de carbono agrupadas con distintivas estructuras moleculares, lo que pasa con el carbono es interesante: Todos estos átomos de carbón tienden a formar compuestos (que en otra etapa de la humanidad llamamos hidrocarburos) con uno de los principales componentes del aire que respiramos, el hidrógeno. Estos compuestos son altamente volátiles, se queman y liberan mucha energía en presencia de oxígeno, obteniendo los clásicos productos de la combustión:
[pic 2]
Vapor de agua (que no es la parte mala del proceso) y dióxido de carbono (un gas inerte, contaminante por el hecho de que genera el llamado efecto invernadero, modificando las características específicas de los climas en el mundo). Y esto pasa si tenemos la suerte de que las combustiones que se realicen sean eficientes. En caso de no serlo, se generan grandes cantidades de monóxido de carbono, una molécula menos estable que, para nuestra desgracia, general la siguiente reacción química:
[pic 3]
Generando así, el gas que da lugar al mencionado efecto invernadero y en el proceso, restando oxígeno al aire que respiramos. Da la casualidad que mayoritariamente las combustiones industriales y domésticas son deficientes, y dan lugar a este compuesto.
Y ni siquiera se ha remarcado en este trabajo el daño que genera la actividad industrial al arrojar deshechos sólidos y líquidos producto de su actividad al ambiente, por poner un ejemplo, los deshechos de plomo del siglo pasado generados durante la elaboración de pinturas de aerosol, o los deshechos líquidos tirados a ríos con iones de sulfuros, cromo, fenoles, amoniaco, producidos diariamente por industrias alimenticias, que afectan el pH y por tanto el equilibrio de la vida marina que habita los recintos naturales mencionados. Pero sin duda, los peores villanos químicos de la tierra y el agua son los metales pesados, que día a día son desechados por la producción de tarjetas de silicio para electrónicos, ácidos de uso doméstico o mismo uso industrial, y en la generación de partes automotrices o la estabilización de combustibles de uso comercial (como la adición de plomo de la gasolina o el keroseno para evitar su combustión espontánea).
Inevitablemente, nos damos cuenta de que la producción industrial es madre de uno de los fenómenos más estudiados por los filósofos modernos, y por muchos miembros de la sociedad en sí: El capitalismo.
La pregunta
Analizando todos estos datos, es inequívocamente necesario realizar la siguiente pregunta: ¿Vale a caso la pena satisfacer el modo de consumo que nosotros mismos planteamos, sólo en nombre de la innovación y el desarrollo tecnológico?. Por un lado, la gente vive más, superamos muchas de las barreras de la evolución y selección natural biológica gracias a nuestro ingenio, nuestra forma de manipular las materias primas y los estándares de calidad que hemos planteado. La gente ya no muere de cólera gracias a los alimentos empaquetados con métodos casi herméticos, y al especial cuidado que imprimen nuestros colegas profesionistas de la industria alimentaria en presentar un producto final inocuo y provechoso para el público en general. Pero en la otra cara de la moneda, nuestro voraz afán de consumir y consumir traído gracias al modo de producción capitalista en el que vivimos nos ha orillado a sobre explotar los recursos que la madre naturaleza es capaz de ofrecernos, preguntándonos a nosotros mismos si dichos recursos son suficientes para la población pero los acaparamos en puntos clave donde el desarrollo de la civilización es el más “avanzado”, o si bien, gracias a lo mencionado en el punto anterior hemos entrado en un cuello de botella ecológico, donde habiendo superado las fuerzas de la naturaleza que al fin y al cabo son un control demográfico para cualquier especie, en el que la población ha crecido de forma tal que los recursos del planeta entero, aún bien distribuidos por la logística e ingenio que logró todas las hazañas anteriores NO serían suficientes, ni aumentando y racionando la función de las materias primas al mínimo requerido por cada poblador.
Todos los años se hacen descubrimientos y mejoras sobre los sistemas actuales para procesar deshechos y limpiar todos aquellos que ya se encuentran en el ambiente. En 1995, el Dr. José Mario Molina Pasquel y Henríquez fue premiado con el premio nobel de química, justamente por descubrir la
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